Según define la enciclopedia GER, se entiende por diezmo el impuesto o tributo establecido en la sociedad eclesiástica que satisfacen los fieles, y que consiste en una porción de los frutos de sus propios bienes o industria que entregan a la sociedad eclesiástica para el levantamiento de las cargas públicas de la misma.
Este impuesto u obligación no se encuentra en el cristianismo inicial, ni en los primeros siglos, no fue en realidad hasta el siglo VI, que se impuso en la Iglesia católica, como disciplina eclesiástica según algunas fuentes. Fue en un concilio en Francia el año 567, cuando se habló por primera vez de instituir un sistema de ingresos constantes en la Iglesia a fin de mantener el patrimonio y el sostenimiento de muchos sacerdotes y clérigos que dedicaban todo su tiempo a los feligreses. Sin embargo, ese primer intento solo se estableció de forma voluntaria.
Pero en el año 585, el segundo Concilio de Macón declaró la entrega del diezmo obligatoria so pena de excomunión. Carlomagno, cuando fue coronado emperador en el año 800, hizo cumplir el pago del diezmo por todo el "Sacro Imperio Romano". Pero poco a poco la costumbre fue abandonada, sobre todo desde el año 1050, durante el tiempo del papa Gregorio VII cuando este declaró ilegal esta práctica. De hecho las indulgencias en la edad media y los concordatos políticos del papado con los diferentes gobiernos europeos, hicieron innecesario mantener un impuesto más a los feligreses, sin embargo en algunos países como Francia, continuó recogiendo el diezmo hasta la Revolución en 1790. En España se prolongó unos años más.
Curiosamente hubo épocas en las que eran los gobiernos quienes exigían a la Iglesia parte del décimo por el poderío económico que significaba este estamento. Así fue en determinados lugares como España, en la Edad Media, los reyes consiguieron una participación en la recaudación de los diezmos de la Iglesia. El Rey Fernando III propuso al papa Inocencio IV la posibilidad de que la Hacienda Real obtuviese el tercio del diezmo que se destinaba a la construcción de las iglesias, con la finalidad de atender los gastos militares del asedio de Sevilla. Con esta prebenda, la Iglesia aportaba una especie de imposición obligatoria a cambio de la defensa de su posición como religión única en todo el Reino. El porcentaje del diezmo de la Iglesia destinado al Reino, alcanzó mayores cuotas según la autorización pontificia iba renovándose, hasta convertirse en 1494 en un recurso permanente del Estado, conocido con el nombre de "tercias reales". Así el diezmo que en España se solicitaba a los feligreses no iba destinado solo a la Iglesia sino para financiar las guerras territoriales que mantenían los reyes castellanos. Felipe II de España consiguió otra nueva concesión, el "excusado", que consistía en reservar al monarca los rendimientos del diezmo obtenido por el mayor "dezmero" de cada parroquia, es decir la contribución de loa más pudientes iba a caer en manos del estado. En este caso, los motivos de la participación eran los costes que suponían para la corona las guerras contra los infieles y los herejes. No fue hasta 1837 cuando se acordó la supresión de los diezmos en España, pero las necesidades de recursos para la Primera Guerra Carlista, obligaron a posponer la efectividad de la medida hasta la conclusión del conflicto. De esa manera en 1841 surgió la llamada contribución de culto y clero que supuso, que el impuesto siguiese incidiendo aunque fuese con otro nombre. En la América dominada por el Imperio Español, el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, pero bajo la condición de que ésta se encargara de la construcción, mantenimiento y remodelación de iglesias y parroquias y al mantenimiento de la Iglesia Católica. Este impuesto, correspondiente al 10 por ciento aproximado de los ingresos anuales, era cobrado a hacendados y propietarios de inmuebles rurales. Posteriormente fue abolido tras la Independencia de los diferentes estados, pues era considerado molesto por los terratenientes criollos.
Tras la llegada del protestantismo, Lutero abolió el sistema de obtención de dinero por indulgencias y algunos diezmos a no practicantes. Su idea se resume en la siguiente frase: El nuevo creyente paga por su "indulgencia" más tarde, cuando es puesto bajo la ley de los "diezmos y ofrendas". Es decir, el perdón viene antes y es después cuando este creyente se ve motivado a actuar en consecuencia ofreciendo a Dios ese diezmo. Pero en realidad esta idea fue expuesta tiempo después de Lutero, de hecho en muchos casos los gobiernos de la zona de influencia protestante eran quienes solicitaban el diezmo al pueblo, una especie de impuesto por el que después ayudaban a las iglesias. Posteriormente muchas iglesias protestantes impusieron el diezmo obligatorio entre sus feligreses, mientras otras lo abolieron.
Fue entre las iglesias protestantes, sobre todo las surgidas en América donde se empezó a enseñar que el diezmo debía ser de obligado cumplimiento. Esto se expuso por primera vez durante la segunda mitad de la década del siglo XIX. Y aun así, la enseñanza del diezmo no fue consistente entre todas las iglesias. No fue sino hasta los últimos años que las iglesias comenzaron a enseñar que pagar el diezmo de sus ingresos, era parte de su consagración religiosa. Las iglesias metodistas fueron de las primeras en restaurar el diezmo, en un momento en el que hubo un resurgir del estudio del antiguo Testamento, y que según la ley de Israel era de obligado cumplimiento. Los adventistas del Séptimo día también se unieron a ese sistema para recolectar y sufragar los gastos de las iglesias, al parecer por visión de su profetisa Ellen G. White en 1850 y tras un intenso debate dentro del movimiento, sobre todo lo aceptaron por aquello del cumplimiento de la ley mosaica. Algo parecido sucedió entre los mormones
En otras iglesias la idea de un diezmo obligatorio causaba división y por ello no fue bien visto, así por ejemplo en la iglesia bautista no fue hasta 1963 cuando apareció una nueva declaración de fe, en la que aparece la idea del diezmo. Por otro lado los mayores defensores de la doctrina del diezmo se encuentran aparte de los adventistas, dentro de algunos movimientos de restauración salidos de entre metodistas y bautistas, como las mayoría de iglesias pentecostales y la modernas iglesias evangelicas. En todas estas el debate sobre el diezmo y el uso de este sigue siendo materia candente y que ha resultado en escandalosa corrupción de pastores.
El texto base que se utiliza para animar a los feligreses a practicar el diezmo, son las palabras siguientes del Antiguo Testamento: Traigan íntegro el diezmo al alfolí, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice Jehová el Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde". (Malaquías 3:10) Si bien dentro del judazímo el dar el diezmo era parte obligada de la ley mosaica, ese pago del diezmo se dispuso para el mantenimiento del templo y del sacerdocio de Israel, y hasta los levitas estaban obligados a entregar la décima parte de lo que recibían. Jesús a menudo en sus discursos, criticó ese impuesto religioso obligado de los judíos, pues estos llegaron a pensar que por entregar el diezmo ya eran aceptos a Dios. Por otro lado las menciones del término por parte de Jesús siempre iban en esa dirección critica, pese a que él aceptaba que se contribuyera para el templo. Posteriormente la palabra diezmo solo se menciona en la carta a los Hebreos en consonancia al significado paralelo de la ley con respecto al nuevo pacto que aplicaba a los cristianos. Así la idea de dar diezmo, representaría la actitud cristiana de dar a Dios las primicias y una parte importante de su tiempo y dinero, pero sin establecer una cuantía ni un porcentaje fijo.
La idea primordial al dar en el cristianismo, era apoyar económicamente al sostenimiento de la iglesia, de algunos de los miembros que cumplían la labor de dirección y se entregaban de lleno a la obra, pero no necesariamente de todos. Está claramente establecido que en el cristianismo inicial, hasta los primeros siglos no existía algo que se pueda catalogar como diezmo o contribución obligatoria, en realidad en el nuevo Testamento solo se habla del asunto monetario en determinadas ocasiones y no parece indicar que hubiera un afán recaudatorio. Así por ejemplo se sabe que Jesús y sus apóstoles tenían una caja de dinero, donde depositaban las posibles contribuciones que de forma voluntaria entregaban los simpatizantes, Judas era precisamente quien controlaba esa caja. Se sabe que aquel dinero servía para el sustento del grupo y de los que les seguían, sobre todo a los más desfavorecidos de entre estos. El relato de Marcos 6:35-39, muestra que en ocasiones llegaron a tener alrededor de doscientos denarios, insuficientes para dar de comer a todos los que se acercaban. Pero nunca se menciona que Jesús fuera pidiendo para llenar la caja.
En el caso de los cristianos del primer siglo, en determinados momentos se habla de contribuir para situaciones puntuales, por ejemplo se menciona el caso de una hambruna en Judea alrededor del año 55 y se dice los cristianos de diferentes comunidades contribuyeron para ayudar a sus compañeros. El apóstol Pablo por ejemplo escribió lo siguiente al respecto: Ahora bien, respecto a la colecta que es para los santos: así como di órdenes a las congregaciones de Galacia, háganlo de esa manera ustedes también. Cada primer día de la semana, que cada uno de ustedes en su propia casa ponga algo aparte en reserva según vaya prosperando, para que cuando yo llegue no se hagan colectas entonces. Pero cuando llegue yo allá, a cualesquiera hombres que ustedes aprueben por cartas, a estos los enviaré para que lleven su bondadoso don a Jerusalén (1 Carta los Corintios 16:1) Pero ese dar y contribuir dentro de las congregaciones cristianas, nunca se consideró obligatorio, es más se dice al respecto lo siguiente: Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7). Si primero está allí la prontitud, es especialmente acepto según lo que tiene la persona, no según lo que no tiene." (2 Corintios 8:12.) Cuando se estableció la existencia de un clero asalariado, eso obligaba a un costo enorme para las iglesias, el protestantismo encontró una solución fácil mediante el diezmo, que en ese caso el pastor administraba. En Inglaterra, durante los siglos XVIII y XIX, el ser pastor anglicano o protestante era una buena salida económica. Sin embargo este arreglo también dio lugar a un efecto altamente lucrativo y ha llegado a abrir ambiciones en hombres que han buscado a toda costa dirigir una iglesia para poder vivir de ella. Ese es lamentablemente el efecto que actualmente adolecen en gran parte las iglesias de signo fundamentalista, sea de linea metodista o bautista. Así, en la mayoría de las llamadas iglesias evangélicas y pentecostales, una de las razones de su división y la multiplicidad de confesiones está relacionado con la recolección y administración del diezmo por parte de los pastores y no de una dirección que controle el sistema. Las Iglesias evangélicas que han intentado practicar la colecta y eliminar el diezmo para estar acordes con el Nuevo Testamento, han visto disminuidos los ingresos en sus arcas de forma considerable, por lo que algunas han optado por volver a exigir el diezmo. Es para muchas iglesias, la mejor solución para la financiación, y algunas de ellas utilizan estos fondos no solo para el pastor, sino se informa a todos los miembros de la congregación el dinero disponible y el uso que se le dará, que en algunos casos es para beneficio de los mas desfavorecidos de sus miembros o para labores de evangelización, de promover obras sociales, etc.
Pero lamentablemente no es el caso de todos los grupos, en numerosas confesiones la obsesión por obtener el diezmo convierte a los pastores en aquellos questores catolicos que mendigaban y comerciaban con las indulgencias. Cierto famoso evangelista decía: "Dios financia su reino en la Tierra con el diezmo. Es el recurso económico que él utiliza para sostener la predicación del evangelio." Este mismo pastor evangelista no tiene ningún reparo en recordar enérgicamente a sus adeptos la obligación de aportar contribuciones. 'El diezmo no es algo que paguen porque pueden permitírselo. Es un acto de obediencia. No dar el diezmo constituye una flagrante violación de los mandamientos divinos. Se considera apropiación indebida.' (Tithing—God's Financial Plan [El diezmo. El plan económico de Dios].)
Muchas de estas denominaciones señalan a Abraham y Jacob, que precedieron a la ley mosaica, como ejemplo a seguir con respecto a dar diezmo. Sin embargo pasan por alto que aquellas ofrendas entregadas por los patriarcas fueron entregadas de forma voluntaria y no como una práctica religiosa. Pero no solo evangelicos y pentecostales dan énfasis desmesurado al diezmo, esto también es a menudo el tema principal que los mormones suelen mencionar en sus conferencias anuales y consideran este como uno de los requisitos básicos para recibir el bautismo. Otro grupo que se caracteriza por esta manera de financiar la iglesia es el de los adventistas. Estos tratan de justificar el diezmo con ciertos textos que sacados de contexto aplican de forma interesada. Por ejemplo citan Proverbios 3:9: "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos". Sin embargo relamente este pasaje no dice nada acerca de honrar a Dios sólo con el diez por ciento. Los cristianos deben consagrar todo, poniendo los intereses de Dios primero en sus vidas, darle a Él lo mejor, "las primicias". Y no hace referencia solo al asunto del dinero sino de tiempo y energías.
Cabe destacar que en muchas confesiones se ha abusado del tema monetario de la gente, y han surgido pseudo-líderes religiosos que hacen un uso poco honroso de las ofrendas de sus seguidores, aprovechándose de su desconocimiento e ignorancia, para adueñarse de manera abusiva de sus recursos, utilizando la Teología de la Prosperidad y poniendo un énfasis extremo en la ideología de la "siembra y cosecha". Mediante este arbitrio, centenares de miles de dólares fluyen anualmente a las cajas fuertes de tele evangelistas, y populares pastores penteocostales. Un vergonzoso abuso que mancha y dificulta en muchos lugares el brote del trigo verdadero.
Es muy posible que si Lutero escuchara a muchos pastores de hoy en día dar tanto énfasis a la petición de fondos, se llevaría el mismo desengaño que encontró en su viaje a Roma con la venta de indulgencias y colocaría en cualquiera de estas iglesias tesis en contra de tales prácticas. Por supuesto si fuera Jesús, criticaría la hipocresía religiosa de los que en su nombre recolectan dinero para sus arcas y de los que dan ese diezmo pensando que recibirán por ello la salvación eterna.
Pero en el año 585, el segundo Concilio de Macón declaró la entrega del diezmo obligatoria so pena de excomunión. Carlomagno, cuando fue coronado emperador en el año 800, hizo cumplir el pago del diezmo por todo el "Sacro Imperio Romano". Pero poco a poco la costumbre fue abandonada, sobre todo desde el año 1050, durante el tiempo del papa Gregorio VII cuando este declaró ilegal esta práctica. De hecho las indulgencias en la edad media y los concordatos políticos del papado con los diferentes gobiernos europeos, hicieron innecesario mantener un impuesto más a los feligreses, sin embargo en algunos países como Francia, continuó recogiendo el diezmo hasta la Revolución en 1790. En España se prolongó unos años más.
Curiosamente hubo épocas en las que eran los gobiernos quienes exigían a la Iglesia parte del décimo por el poderío económico que significaba este estamento. Así fue en determinados lugares como España, en la Edad Media, los reyes consiguieron una participación en la recaudación de los diezmos de la Iglesia. El Rey Fernando III propuso al papa Inocencio IV la posibilidad de que la Hacienda Real obtuviese el tercio del diezmo que se destinaba a la construcción de las iglesias, con la finalidad de atender los gastos militares del asedio de Sevilla. Con esta prebenda, la Iglesia aportaba una especie de imposición obligatoria a cambio de la defensa de su posición como religión única en todo el Reino. El porcentaje del diezmo de la Iglesia destinado al Reino, alcanzó mayores cuotas según la autorización pontificia iba renovándose, hasta convertirse en 1494 en un recurso permanente del Estado, conocido con el nombre de "tercias reales". Así el diezmo que en España se solicitaba a los feligreses no iba destinado solo a la Iglesia sino para financiar las guerras territoriales que mantenían los reyes castellanos. Felipe II de España consiguió otra nueva concesión, el "excusado", que consistía en reservar al monarca los rendimientos del diezmo obtenido por el mayor "dezmero" de cada parroquia, es decir la contribución de loa más pudientes iba a caer en manos del estado. En este caso, los motivos de la participación eran los costes que suponían para la corona las guerras contra los infieles y los herejes. No fue hasta 1837 cuando se acordó la supresión de los diezmos en España, pero las necesidades de recursos para la Primera Guerra Carlista, obligaron a posponer la efectividad de la medida hasta la conclusión del conflicto. De esa manera en 1841 surgió la llamada contribución de culto y clero que supuso, que el impuesto siguiese incidiendo aunque fuese con otro nombre. En la América dominada por el Imperio Español, el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, pero bajo la condición de que ésta se encargara de la construcción, mantenimiento y remodelación de iglesias y parroquias y al mantenimiento de la Iglesia Católica. Este impuesto, correspondiente al 10 por ciento aproximado de los ingresos anuales, era cobrado a hacendados y propietarios de inmuebles rurales. Posteriormente fue abolido tras la Independencia de los diferentes estados, pues era considerado molesto por los terratenientes criollos.
Tras la llegada del protestantismo, Lutero abolió el sistema de obtención de dinero por indulgencias y algunos diezmos a no practicantes. Su idea se resume en la siguiente frase: El nuevo creyente paga por su "indulgencia" más tarde, cuando es puesto bajo la ley de los "diezmos y ofrendas". Es decir, el perdón viene antes y es después cuando este creyente se ve motivado a actuar en consecuencia ofreciendo a Dios ese diezmo. Pero en realidad esta idea fue expuesta tiempo después de Lutero, de hecho en muchos casos los gobiernos de la zona de influencia protestante eran quienes solicitaban el diezmo al pueblo, una especie de impuesto por el que después ayudaban a las iglesias. Posteriormente muchas iglesias protestantes impusieron el diezmo obligatorio entre sus feligreses, mientras otras lo abolieron.
Fue entre las iglesias protestantes, sobre todo las surgidas en América donde se empezó a enseñar que el diezmo debía ser de obligado cumplimiento. Esto se expuso por primera vez durante la segunda mitad de la década del siglo XIX. Y aun así, la enseñanza del diezmo no fue consistente entre todas las iglesias. No fue sino hasta los últimos años que las iglesias comenzaron a enseñar que pagar el diezmo de sus ingresos, era parte de su consagración religiosa. Las iglesias metodistas fueron de las primeras en restaurar el diezmo, en un momento en el que hubo un resurgir del estudio del antiguo Testamento, y que según la ley de Israel era de obligado cumplimiento. Los adventistas del Séptimo día también se unieron a ese sistema para recolectar y sufragar los gastos de las iglesias, al parecer por visión de su profetisa Ellen G. White en 1850 y tras un intenso debate dentro del movimiento, sobre todo lo aceptaron por aquello del cumplimiento de la ley mosaica. Algo parecido sucedió entre los mormones
En otras iglesias la idea de un diezmo obligatorio causaba división y por ello no fue bien visto, así por ejemplo en la iglesia bautista no fue hasta 1963 cuando apareció una nueva declaración de fe, en la que aparece la idea del diezmo. Por otro lado los mayores defensores de la doctrina del diezmo se encuentran aparte de los adventistas, dentro de algunos movimientos de restauración salidos de entre metodistas y bautistas, como las mayoría de iglesias pentecostales y la modernas iglesias evangelicas. En todas estas el debate sobre el diezmo y el uso de este sigue siendo materia candente y que ha resultado en escandalosa corrupción de pastores.
El texto base que se utiliza para animar a los feligreses a practicar el diezmo, son las palabras siguientes del Antiguo Testamento: Traigan íntegro el diezmo al alfolí, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice Jehová el Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde". (Malaquías 3:10) Si bien dentro del judazímo el dar el diezmo era parte obligada de la ley mosaica, ese pago del diezmo se dispuso para el mantenimiento del templo y del sacerdocio de Israel, y hasta los levitas estaban obligados a entregar la décima parte de lo que recibían. Jesús a menudo en sus discursos, criticó ese impuesto religioso obligado de los judíos, pues estos llegaron a pensar que por entregar el diezmo ya eran aceptos a Dios. Por otro lado las menciones del término por parte de Jesús siempre iban en esa dirección critica, pese a que él aceptaba que se contribuyera para el templo. Posteriormente la palabra diezmo solo se menciona en la carta a los Hebreos en consonancia al significado paralelo de la ley con respecto al nuevo pacto que aplicaba a los cristianos. Así la idea de dar diezmo, representaría la actitud cristiana de dar a Dios las primicias y una parte importante de su tiempo y dinero, pero sin establecer una cuantía ni un porcentaje fijo.
La idea primordial al dar en el cristianismo, era apoyar económicamente al sostenimiento de la iglesia, de algunos de los miembros que cumplían la labor de dirección y se entregaban de lleno a la obra, pero no necesariamente de todos. Está claramente establecido que en el cristianismo inicial, hasta los primeros siglos no existía algo que se pueda catalogar como diezmo o contribución obligatoria, en realidad en el nuevo Testamento solo se habla del asunto monetario en determinadas ocasiones y no parece indicar que hubiera un afán recaudatorio. Así por ejemplo se sabe que Jesús y sus apóstoles tenían una caja de dinero, donde depositaban las posibles contribuciones que de forma voluntaria entregaban los simpatizantes, Judas era precisamente quien controlaba esa caja. Se sabe que aquel dinero servía para el sustento del grupo y de los que les seguían, sobre todo a los más desfavorecidos de entre estos. El relato de Marcos 6:35-39, muestra que en ocasiones llegaron a tener alrededor de doscientos denarios, insuficientes para dar de comer a todos los que se acercaban. Pero nunca se menciona que Jesús fuera pidiendo para llenar la caja.
En el caso de los cristianos del primer siglo, en determinados momentos se habla de contribuir para situaciones puntuales, por ejemplo se menciona el caso de una hambruna en Judea alrededor del año 55 y se dice los cristianos de diferentes comunidades contribuyeron para ayudar a sus compañeros. El apóstol Pablo por ejemplo escribió lo siguiente al respecto: Ahora bien, respecto a la colecta que es para los santos: así como di órdenes a las congregaciones de Galacia, háganlo de esa manera ustedes también. Cada primer día de la semana, que cada uno de ustedes en su propia casa ponga algo aparte en reserva según vaya prosperando, para que cuando yo llegue no se hagan colectas entonces. Pero cuando llegue yo allá, a cualesquiera hombres que ustedes aprueben por cartas, a estos los enviaré para que lleven su bondadoso don a Jerusalén (1 Carta los Corintios 16:1) Pero ese dar y contribuir dentro de las congregaciones cristianas, nunca se consideró obligatorio, es más se dice al respecto lo siguiente: Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7). Si primero está allí la prontitud, es especialmente acepto según lo que tiene la persona, no según lo que no tiene." (2 Corintios 8:12.) Cuando se estableció la existencia de un clero asalariado, eso obligaba a un costo enorme para las iglesias, el protestantismo encontró una solución fácil mediante el diezmo, que en ese caso el pastor administraba. En Inglaterra, durante los siglos XVIII y XIX, el ser pastor anglicano o protestante era una buena salida económica. Sin embargo este arreglo también dio lugar a un efecto altamente lucrativo y ha llegado a abrir ambiciones en hombres que han buscado a toda costa dirigir una iglesia para poder vivir de ella. Ese es lamentablemente el efecto que actualmente adolecen en gran parte las iglesias de signo fundamentalista, sea de linea metodista o bautista. Así, en la mayoría de las llamadas iglesias evangélicas y pentecostales, una de las razones de su división y la multiplicidad de confesiones está relacionado con la recolección y administración del diezmo por parte de los pastores y no de una dirección que controle el sistema. Las Iglesias evangélicas que han intentado practicar la colecta y eliminar el diezmo para estar acordes con el Nuevo Testamento, han visto disminuidos los ingresos en sus arcas de forma considerable, por lo que algunas han optado por volver a exigir el diezmo. Es para muchas iglesias, la mejor solución para la financiación, y algunas de ellas utilizan estos fondos no solo para el pastor, sino se informa a todos los miembros de la congregación el dinero disponible y el uso que se le dará, que en algunos casos es para beneficio de los mas desfavorecidos de sus miembros o para labores de evangelización, de promover obras sociales, etc.
Pero lamentablemente no es el caso de todos los grupos, en numerosas confesiones la obsesión por obtener el diezmo convierte a los pastores en aquellos questores catolicos que mendigaban y comerciaban con las indulgencias. Cierto famoso evangelista decía: "Dios financia su reino en la Tierra con el diezmo. Es el recurso económico que él utiliza para sostener la predicación del evangelio." Este mismo pastor evangelista no tiene ningún reparo en recordar enérgicamente a sus adeptos la obligación de aportar contribuciones. 'El diezmo no es algo que paguen porque pueden permitírselo. Es un acto de obediencia. No dar el diezmo constituye una flagrante violación de los mandamientos divinos. Se considera apropiación indebida.' (Tithing—God's Financial Plan [El diezmo. El plan económico de Dios].)
Muchas de estas denominaciones señalan a Abraham y Jacob, que precedieron a la ley mosaica, como ejemplo a seguir con respecto a dar diezmo. Sin embargo pasan por alto que aquellas ofrendas entregadas por los patriarcas fueron entregadas de forma voluntaria y no como una práctica religiosa. Pero no solo evangelicos y pentecostales dan énfasis desmesurado al diezmo, esto también es a menudo el tema principal que los mormones suelen mencionar en sus conferencias anuales y consideran este como uno de los requisitos básicos para recibir el bautismo. Otro grupo que se caracteriza por esta manera de financiar la iglesia es el de los adventistas. Estos tratan de justificar el diezmo con ciertos textos que sacados de contexto aplican de forma interesada. Por ejemplo citan Proverbios 3:9: "Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos". Sin embargo relamente este pasaje no dice nada acerca de honrar a Dios sólo con el diez por ciento. Los cristianos deben consagrar todo, poniendo los intereses de Dios primero en sus vidas, darle a Él lo mejor, "las primicias". Y no hace referencia solo al asunto del dinero sino de tiempo y energías.
Cabe destacar que en muchas confesiones se ha abusado del tema monetario de la gente, y han surgido pseudo-líderes religiosos que hacen un uso poco honroso de las ofrendas de sus seguidores, aprovechándose de su desconocimiento e ignorancia, para adueñarse de manera abusiva de sus recursos, utilizando la Teología de la Prosperidad y poniendo un énfasis extremo en la ideología de la "siembra y cosecha". Mediante este arbitrio, centenares de miles de dólares fluyen anualmente a las cajas fuertes de tele evangelistas, y populares pastores penteocostales. Un vergonzoso abuso que mancha y dificulta en muchos lugares el brote del trigo verdadero.
Es muy posible que si Lutero escuchara a muchos pastores de hoy en día dar tanto énfasis a la petición de fondos, se llevaría el mismo desengaño que encontró en su viaje a Roma con la venta de indulgencias y colocaría en cualquiera de estas iglesias tesis en contra de tales prácticas. Por supuesto si fuera Jesús, criticaría la hipocresía religiosa de los que en su nombre recolectan dinero para sus arcas y de los que dan ese diezmo pensando que recibirán por ello la salvación eterna.