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Breve historia del Ateísmo




        Marx, Engels, Lennin, Stalin y Mao, los principales ideologos del ateísmo de estado
                                   

       

 Breve historia del Ateísmo

            La historia del ateísmo no ha empezado en este último siglo, en realidad para adentrarnos en los orígenes de esta ideología tendríamos que alejarnos hasta el siglo VI AC, donde por primera vez se conocen casos de personas que no aceptaban a la espiritualidad en su vida, ni vieron necesario la búsqueda de un dios al que acudir. La expresión ateo, tuvo su origen en la antigua Grecia, donde se utilizaba para acuñar a cualquier persona que no mostrara respeto por las deidades, lo cual por otro lado en la mayoría de los casos, tenía consecuencias legales pues conllevaba la pena de muerte. Algo similar sucedió posteriormente en la Roma imperial, y curiosamente fueron los cristianos los primeros en ser acusados de ateísmo por no venerar a los dioses, lo cual indicaba que el término estaba más relacionado con el rechazo a la religión estatal que con las no creencias religiosas de las personas. 

            Se menciona a un tal Diágoras de Melos, como el primer ateo reconocido. Se dice que este blasfemaba y se burlaba de los rituales religiosos y de las cualidades de los dioses del panteón griego. A Aristóteles se le atribuye una teoría conocida como la “Generación espontanea”, en la que sin necesidad de Dios, la vida se estaba originando continuamente, y de la materia aparentemente inanimada como el fango después de una lluvia, surgían por ejemplo mosquitos,  gusanos, ranas, etc. Existe una teoría sobre el nacimiento del ateísmo en la que se afirma que este nació de la manos del materialismo, a partir del desarrollo que dieron griegos y fenicios al comercio, al cambiar el trueque por el uso del dinero, esto empezó a dar un poder mayor a quien lo poseía, ahora no dependía ya tanto de cosechas o cosas atribuibles a las deidades, sino del bien hacer de los comerciantes, esto dio paso al escepticismo y al pensamiento racional. Pero en cualquier caso, se sabe que los navegantes y comerciantes fenicios y griegos eran muy supersticiosos y dados a las deidades, así que si bien puede haber algún fondo en ello, no fue el principal motivo que originó la incredulidad. 

El Budismo ¿Religión sin Dios? 

            Algunos atribuyen la no aceptación de un dios, al inicio del budismo y el taoísmo en el lejano oriente, y mencionan a estos como los primeros movimientos no creyentes en una deidad. Pero si bien es verdad que el budismo se inicio como una filosofía de vida, incluso como se le define como la manera de alcanzar el bienestar mental y espiritual sin necesidad de acudir a una deidad, sin embargo tiene mucho trasfondo espiritual. Es verdad que se dice que Buda no hablo de un Dios creador, de hecho se le atribuyen estas palabras dirigidas a  sus discípulos: “Si hay un Dios, es inconcebible que se interesara en mis asuntos cotidianos”, y “no hay dioses que puedan ayudar al hombre o quieran hacerlo”. Como puede observarse, en realidad, no negó su existencia, aunque lo define como un ser alejado. En cualquier caso pese a considerar su enseñanza como filosofía de vida, esta con el tiempo se convirtió en religión, con veneración y oración hacia el propio originador de esta ideología. Una ideología que por cierto desde los años sesenta del siglo XX, ha ido prosperando en occidente, donde ser considerado budista empezó a convertirse en una moda espiritual. Pero recordemos que fue Manes en el siglo III, quien pretendió introducir ciertas enseñanzas budistas en el cristianismo, llegando a mencionar a Buda como uno de los iluminadores de la humanidad y colocándolo en la misma posición que Jesús, Moisés o Zoroastro, siendo Manes el fundador del maniqueísmo, religión a la que perteneció Agustín de Hipona antes de abrazar el catolicismo.   

            Siddhartha Gautama, el fundador del budismo como movimiento filosófico-religioso, vivió en el norte de la India alrededor del siglo VI AEC. Sus antecedentes religiosos se encuentran en las diferentes enseñanzas vedas de los hindúes, por lo que la enseñanza de la reencarnación estaba y continuó siendo la base de su teoría. El afirmó que recibió inspiración por medio de un método que el mismo probó en su persona, que le hizo ver la manera de librarse del karma y conseguir el nirvana o situación en la que dejaría de continuar con las continuas reencarnaciones. Gautama no alegó que hubiera recibido inspiración divina para esto, en realidad parece que lo atribuyó a sí mismo con las palabras “descubierto por el Tathagata”. Se dice que en su lecho de muerte el Buda también de alguna manera dio a sus discípulos instrucciones en las que elude la búsqueda de Dios, al decir: “Busquen salvación solo en la verdad; no acudas por ayuda a nadie aparte de ti mismo”.
 
            Antes de su muerte, Gautama, había conseguido un buen grupo de seguidores o discípulos, que vieron en su enseñanza y prácticas como una liberación de las formas e imposiciones que las diferentes religiones hinduistas les imponían. Así por ejemplo, este condenaba las prácticas religiosas que promovían los brahmanes hindúes sobre todo los de la casta sacerdotal, donde solo veía avidez y corrupción. Pero también condenaba el ascetismo austero de los jainas y otras sectas místicas. Por otro lado, negaba la validez de los numerosos sacrificios rituales a los que se obligaba al pueblo, el temor casi supersticioso que las miríadas de dioses y diosas infundían en las personas, y el gravoso sistema de castas que dominaba y esclavizaba a la gente en todo aspecto de la vida. De alguna manera prometía liberación a todo el que estuviera dispuesto a seguir su camino y método.

            Sin embargo no dejó un legado escriturario de sus enseñanzas, estas más bien fueron pasando de unos a otros en forma de tradición oral, lo cual creó cierta confusión, y desvirtuó en cierto modo el sentido que este quiso darle a su filosofía de vida. No fue hasta años después de su muerte que un grupo de 500 monjes convocaron una especie de concilio a fin de determinar y establecer definitivamente la enseñanza auténtica de su maestro. Pero aún así, tampoco en ese concilio se decidió poner por escrito estas enseñanzas, sino que se fueron pasando de boca en boca. No fue hasta siglos después que se hizo una recopilación escrita de sus enseñanzas, es las cuales incluyeron muchos más preceptos añadidos por sus discípulos postreros. Así por ejemplo, los más antiguos de estos “textos budistas” en pali se escribieron durante el reinado del rey Vattagamani Abhaya en el siglo I a.E.C. Y otros textos hoy considerados veraces no aparecieron sino hasta el primer siglo E.C., 500 años después de su tiempo.

Abajo imagen de Buda adorada como un Dios          
 

El verdadero impulso del budismo se dio en el siglo III a.E.C., alrededor de 200 años después de la muerte del Buda, fue entonces cuando se presentó, quizás el mayor promotor del budismo, el emperador Asoka, quien llegó a dominar sobre la mayor parte de la India. Entristecido por la matanza y la agitación que sus conquistas habían ocasionado, abrazó el budismo y le dio el apoyo estatal. Erigió monumentos religiosos, convocó concilios y exhortó a la gente a vivir por los preceptos del Buda. Asoka también envió misioneros budistas a todas partes de la India y a Sri Lanka, Siria, Egipto y Grecia. Fue principalmente por los esfuerzos de Asoka como el budismo se transformó de una secta de la India en una religión universal. Con razón algunos lo han visto como el segundo fundador del budismo, quien convirtiera una filosofía atea en una religión, en que se incluía la veneración a Buda y peticiones a su imagen, como parte fundamental del ritual, se añadieron incluso rosarios de cuentas como el Mala hindú, una especie de collar con 108 piedras. Es vinculo religioso es claro, 108 es un número sagrado relacionado astrológicamente con las 12 casas astrológicas, multiplicadas por los 9 planetas del sistema solar. Los Malas se utilizaban para recodar oraciones o mantras, así en el budismo pasó a ser un objeto sagrado. Por ello quien alegue que el budismo es una religión sin dios, no significa realmente que esté asociada al ateísmo actual, pues es una religión plagada de supersticiones, rituales y mitos. Con el tiempo han surgido muchas escuelas budistas, algunas son catalogadas directamente como religiones o sectas, que atribuyen a Buda un halo de deidad. Así el budista de término medio está sencillamente absorto en adorar ídolos y reliquias, dioses y espíritus de antepasados, y en efectuar muchos otros ritos y prácticas que tienen poco que ver con lo que Gautama, el Buda original enseñó.

La evolución del ateísmo

            En realidad y volviendo al tema del ateísmo puro, en occidente donde la cristiandad se hizo fuerte y en oriente medio y África, donde el islamismo hizo lo suyo, se persiguió y destruyó a todo aquel que blasfemara o rechazara a Dios o Alá, sin embargo la lucha contra estos fue dura, sobre todo desde la iglesia católica y donde se aplicaba la inquisición, lo normal era acusar a todos de herejía, por lo cual era difícil saber en la edad media si hubo o no ateos, en la mayoría de los casos eran muertos. En el mundo islámico, curiosamente reinaba mas la tolerancia, así hubo algunos pensadores, como Ibn al Rawadi, quien criticó la noción profética, frente a la razón, también se sabe de otros críticos a la religión como el médico Abu Bakr al-Razí en el siglo IX, o el poeta Al-Ma´arri del siglo X. 

            Fue durante el renacimiento, coincidiendo con el tiempo de la reforma protestante cuando surgieron filósofos que desde la razón, empezaron cuestionar las creencias en un Dios originador y creador. Sin embargo todavía entre los siglos XVI y XVII, la palabra ateo se usaba exclusivamente de forma peyorativa, es decir era un insulto y nadie quería ser considerado como tal, eso en la zona bajo influencia protestante, en el lado católico, todavía podía significar muerte en la hoguera. Por ejemplo en 1689 el noble polaco Kazimierz Lyszczynski, quien escribió un tratado filosófico, llamado “De non existentia Dei”, en la que cuestionaba la existencia divina, fue condenado a muerte en Varsovia por ateísmo, se le decapitó tras arrancarle la lengua con un hierro al rojo y quemarle las manos lentamente. De forma similar en 1766 el noble Jean-François de la Barre fue torturado y decapitado y su cuerpo quemado, por la acusación de destruir un crucifijo. Algunos acusados de ateísmo no eran tales, pues en realidad eran los católicos y los protestantes tradicionales quienes acusaban como tales a todos aquellos que no aceptaban su idea de Dios. Por ejemplo, se incluía a todo quien rechazara la divinidad de Cristo, es decir no aceptara la trinidad, como ya vimos en los capítulos referentes a los anabaptistas y los unitarios y antitrinitarios, algunos de los cuales fueron acusados de ateísmo, cuando realmente defendían un monoteísmo puro, sin triadas ni panteísmo.

            Entre los siglos XVI y XVII, se hablaba más de increencia, relacionada con las doctrinas y tradiciones religiosas, pero pocos se atrevían a ser llamados ateos. Ya durante la época de la ilustración desde el siglo XVIII en adelante se empezó a dar una mayor promoción al ateísmo, sobre todo entre algunos filósofos y enciclopedistas. Destaca en este aspecto Diderot, quien afirmaba que el mundo se podía entender sin necesidad de darle una explicación divina. Por esa época otro filosofo, René Descartes empezó a alentar una visión de un universo similar a una máquina que acabaría caracterizando la revolución científica, a esto se le conoció como la filosofía mecánica. 

Poco después se desarrolla en Francia el llamado determinismo, defendida por Laplace, quien sostiene que todo acontecimiento físico, está causalmente determinado por la irrompible cadena causa-efecto, y por tanto, el estado actual "determina" en algún sentido el futuro. Esto que aparentemente no está en contradicción con la creencia en un creador, pues Dios sería entonces el causa y la creación el efecto, fue sin embargo el embrión de varias teorías que surgieron después y plantearon un enfrentamiento directo frente al creacionismo. Todo porque esas teorías deterministas fueron utilizadas para explicar el origen de la vida, atribuyéndolas a sucesos meramente físicos o biológicos como causa. Los filósofos primero y luego algunos biólogos o naturalistas, empezaron a dar una explicación al comportamiento de los seres vivos a partir de su estructura genética. Así empezaron a explicar que la conducta, tanto de los animales como del hombre, obedece a formas que han sido necesarias para la supervivencia de sus genes, y que se extienden a complejos sistemas sociales adaptados a su más favorable proceso que los formó, proceso que no obedece a ninguna voluntad exterior. 

La ciencia reniega de Dios

            Jean Baptiste Lamarck fue el primero en acuñar el término biología a la ciencia que estudio los seres vivos y el primero en exponer una teoría de explicación de la aparición y multiplicación y conversión de especies de unas a otras.   

Lamarck nacido el 1 de Agosto de 1744 en Picardía, Francia, no fue educado como científico ateo, de hecho nunca lo fue. Provenía de una familia de la nobleza francesa y católica devota, tal fue el caso que los primeros estudios superiores que el joven Lamarck siguió fue la carrera eclesiástica, sin embargo parece que no era ser sacerdote la meta que este anhelaba, pues al morir su padre abandonó los estudios eclesiásticos, entonces se enroló en la infantería francesa, eso sucedió en 1761.

            Otra circunstancia que le haría cambiar de carrera, fue un accidente que sufrió durante su andadura en el ejercito, al parecer en 1768 recibió una herida en el cuello, que a punto estuvo de costarle la vida, a partir de allí su mala salud le hizo tener que abandonar la carrera militar tan solo siete años después de iniciarla. Entonces, siendo aún joven con 24 años decide estudiar medicina, una profesión que si bien no llegó a practicar le introdujo en el mundo de la ciencia. En un principio le atrajo la botánica, una especialidad que en aquellos tiempos estaba incluida en la carrera de medicina, Lamarck decidió dedicarse a esta especialidad, pero con fines científicos, deseaba entender el sentido de la vida. De la mano de su maestro Bernard de Jussieu, y con el apoyo de otro prestigioso naturalista Georges Louis Buffon, publica en 1778 “Flora Francesa”, una obra en la que por vez primera se clasificaba de forma sistemática las especies de plantas en subdivisiones. El prestigio obtenido con su libro y gracias a la influencia de su amigo Buffon, fue elegido como miembro de la Academia Francesa de Ciencias, obteniendo un puesto en el museo de Historia Natural. En 1793, tras una reorganización del museo, pasó a ser profesor de zoología de invertebrados.

            Aquello lo llevó a estudiar otras formas de vida e intentar hacer una clasificación más exhaustiva de ellas, fue entonces cuando empezó a surgir en su mente un esbozo de lo que sería su teoría y su obra más importante: “Filosofía Zoológica” . Dicha obra quedó terminada en 1809, en ella da una explicación evolutiva, basada en los cambios adquiridos por la necesidad. Para Lamarck el principio que rige la evolución, es la necesidad o el deseo, que él denominó "Besoin".  A esta teoría se le conoce como "herencia de los caracteres adquiridos" o Lamarkismo. Sin embargo, pese a que se le supone a Lamarck ateo, de ninguna manera el planteamiento de dicha teoría significaba que no aceptara la creencia en un ser superior, de esto dejó constancia en su libro: Nada existe, en efecto, sino por su voluntad; pero ¿podemos asignarle reglas en la ejecución de ella y fijar el modo que ha seguido a este respecto? ¿Su poder infinito no pudo crear un orden de cosas que diese sucesivamente la existencia a todo lo que vemos como a todo lo que existe y no conocemos? Ciertamente, cualquiera que haya sido su voluntad, la inmensidad de su poder es siempre el mismo, y de cualquier manera que se haya ejecutado esta voluntad suprema, nada ha podido disminuir su grandeza. Respetando, pues, los decretos de esta sabiduría infinita, yo me circunscribo a encerrarme en los límites de un simple observador de la Naturaleza. (Lamarck-Filosofía Zoológica 52-52).

            Así, no se le puede llamar el padre del ateísmo científico, pese a que muchos líderes ateos del siglo XX, lo suscribieron como tal. Sus teorías no tuvieron la aceptación de la ciencia y ya en vida fue degradado, murió pobre y enfermo. En cualquier caso, esas fueron las bases que utilizaron otros biólogos o naturalistas, más influyentes que Lamarck, como Charles Darwin. Este biólogo, que nació el mismo año en el que Lamarck concluyó su obra, fue más lejos y llegó a postular una teoría que aún hoy día despierta cierta polémica, si bien la ciencia acepta sus principios, existen muchos huecos y nuevas teorías que intentan dar una explicación más plausible a la evolución, pero esta ha sido la más aceptada. Curiosamente tal como sucedió con Lamarck, en sus primeros años y tras sus primeros escritos no rechazó la idea de un Dios, de hecho se le atribuyen estas palabras que explican su concepto de Dios, al que llama la Primera Causa: “Otra fuente de convicción en la existencia de Dios, relacionada con la razón y no con los sentimientos, me impresiona, entre otras cosas, la extrema dificultad, o más bien la imposibilidad de concebir este inmenso y maravilloso universo como el resultado del azar ciego o la necesidad. Cuando reflexiono en esto, me siento obligado a volverme hacia una Primera Causa dotada de una mente inteligente y análoga en cierta medida a la del hombre; por tanto merezco ser llamado teísta. (The autobiography of Charles Darwin", Ed. Nora Barlow, 1958).

            De hecho, tras escribir su libro “El origen de las especies” en 1859, con la teoría de la evolución como base y la selección natural como medio de explicación, mucha gente le preguntaba si creía en Dios, a lo que este contestaba que sí. La diferencia entre la teoría de de Lamarck y la de Darwin consistía en que este último no hablaba de cambios forzados por las costumbres o necesidades de los seres, sino que era la selección natural la que descartaba dentro de las especies a los especímenes menos adaptados a las situaciones y cambios en las circunstancias naturales, con lo cual la especie mejoraba a largo plazo, pues solo sobrevivían los más aptos. Luego esa misma selección natural iba eliminando a las especies menos necesarias y menos adaptadas, y por tanto se trataba de dar explicación al surgimiento de nuevas especies por mutaciones, a veces positivas, otras negativas que la selección natural se encargaba de anular o aceptar dependiendo de cuan aptas eran para la situación y la vida. Se estableció que deberían surgir muchos restos de seres intermedios que la selección natural se encargó de extinguir, y es lo que los científicos y arqueólogos se han esforzado por buscar por doquier, aunque el registro fósil no siempre les dé la razón. 

            El caso es que con el tiempo Darwin fue rechazando las escrituras como inspiradas y validas para entender el origen de todo, su concepto de Dios como creador se fue disipando, en parte quizás por la poco dialogante oposición religiosa que tuvieron sus ideas, los religiosos de su tiempo no supieron darle argumentos adecuados para defender sus creencias, por ello al final de sus días poco quedaba de su creencia en Dios.

            Fueron muchos los científicos, filósofos, naturalistas y biólogos, que recibieron la explicación de Darwin como el camino a seguir, como la Biblia que todo científico de cualquier especialidad debía tener como guía. Aunque en la sociedad civil la teoría no cuajó hasta los años 30 del siglo XX cuando en las escuelas se impartió como enseñanza. Esto dio paso a un extremismo mayor dentro de la comunidad científica y a que la brecha entre ciencia y cristianismo se abriera a grado nunca vista, una situación irremediable. Si bien la teoría de la evolución durante décadas fue considerada como una curiosidad filosófica y un asunto de discusión entre expertos, poco de esto llegaba al pueblo llano. Serían otros y no sus originadores quienes le darían una importancia crucial y aplicarían sus principios de manera radical y directa en la población. 

            Entre los defensores de la idea evolucionista, estuvo el biólogo inglés Thomas Huxley, quién en la década de los sesenta del siglo XIX, ganaba debates con clérigos y opositores a los que dejaba sin argumentos en su defensa de la teoría, este además defendió la teoría de la generación espontanea, descrita por Aristóteles, rebautizándola como la Abiogénesis, es decir que ciertas criaturas sencillas se pueden generar solas en determinadas circunstancias, algo que más adelante Louis Pasteur consiguió refutar. Thomas Huxley fue el primero en acuñar el término “Agnóstico” para explicar su visión sobre los temas religiosos, El agnóstico en oposición al gnóstico, considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentado. Para algunos agnósticos, la verdad de ciertas afirmaciones, sobre todo las metafísicas como la teología, el más allá, la existencia de Dios, dioses, deidades, es incognoscible o imposible de entender a cabalidad, debido a la naturaleza subjetiva de la experiencia. Otros agnósticos de la actualidad han ido más allá y consideran todo lo espiritual como afirmaciones falsas al no tener fundamento experimental o racional, así dicen estos, la búsqueda de la verdad es una quimera. Sin embargo es digno de notar que propio Huxley, no rechazó el estudio de la religión, es más, cuando trabajó en varias comisiones o ministerios del gobierno inglés, sugirió la necesidad de que en las escuelas se enseñara la Biblia. Esto podría ser visto como un paso atrás, teniendo en cuenta sus teorías evolutivas, pero él creía que la Biblia tenía enseñanzas literarias y morales interesantes y muy apropiadas para la ética inglesa. En realidad el intentó reconciliar la evolución y la ética, eso lo dejó constatado en su libro Evolution and Ethics, en el cual proponía el principio de "adaptarse tanto como sea posible sobrevivir", pero rechazó de alguna manera otorgarle mas meritos a la Biblia que un libro de moral y ética humanas.


Filosofía ateísta 

            En paralelo a todos estos movimientos, surgen algunos filósofos y pensadores materialistas, que pusieron la base al futuro pensamiento ateísta. Entre estos sobresale el famoso Friedrich Nietzsche, al que le atribuyen la famosa frase: “Dios ha muerto”. Es curioso que sin embargo esta frase no la pronunció él en ninguna conferencia, ni fue una aseveración o conclusión que el formulara como suyas, sino mas bien se ha sacado de contexto en sus libros. En realidad esa idea de la muerte de Dios, estaba enmarcada en un dialogo aparecido en dos de sus obras, La Gaia Ciencia y Así hablo Zaratustra. El contexto en el que se utiliza dicha frase era tratando de hablar contra el nihilismo, curiosamente el nihilismo era la negación de todo principio, sostiene que la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco. Nihilista sería la persona que no se inclina ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como artículo de fe", un hombre sin principios ni creencias establecidas. Pero para Nietzsche eso era negativo, aunque parte de un proceso necesario, la consecuencia de la muerte de Dios es que los valores vigentes en la sociedad occidental se vienen abajo ellos solos, según el nihilismo, o como añade el mismo los hombres los destruimos. En ese contexto uno de los personajes de su libro expresaba la famosa frase, no obstante en el fondo el promulgaba por la sustitución de esas creencias que el nihilismo destruía por otras ideas y principios necesarios que además acabaran con el nihilismo. Según Nietzsche la superación del nihilismo se producirá cuando el superhombre, (Übermensch), imponga los nuevos valores de la moral en la gente de influencia, destruyendo los valores de la moral que hasta ese momento esclavizaba a los hombres. Resumiendo, abogaba por destruir los valores tradicionales, religiosos, políticos y morales de los hombres para poner en su lugar los valores del superhombre, que ocupará el lugar de Dios. Ese superhombre no sería nadie venido del exterior, sino el propio humano que impondrá sus criterios sobre el bien y el mal y supere al fin la etapa que él considera de esclavitud. 

            Los principales pensadores que defendieron un ateísmo basado en las teorías lamarckistas y darwinistas, fueron ciertos teóricos de la política, los comunistas ligados a las teorías de Karl Marx y Friedrich Engels. Si bien la idea de igualdad y el compartir los bienes en común no era nada nuevo ni inventado por el comunismo, tampoco el comunismo no es necesariamente sinónimo de ateísmo, ni de lucha contra la religión, es más, existe un precedente bíblico que encaja perfectamente en los ideales del comunismo, se encuentra en el relato de Hechos de los Apóstoles donde claramente se indica que los cristianos lo practicaron: Además, la multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y alma, y ni siquiera uno de ellos decía que fuera suya propia cosa alguna de las que poseía; más bien, todas las cosas las tenían en común.  De hecho, no había ningún necesitado entre ellos; porque todos los que eran poseedores de campos o de casas los vendían, y traían los valores de las cosas vendidas  y los depositaban a los pies de los apóstoles. A su vez, se efectuaba distribución a cada uno, según tuviera necesidad. (Hechos 4:32-35). Si bien no abogaron por esa práctica como doctrina, ni promovieron la imposición de un estado bajo estos preceptos, más bien lo hicieron por necesidad, bajo el precepto del amor ágape.

            Sin embargo el manifiesto comunista que promulgaron Marx y Engels atacaba de forma directa a la religión, negándoles toda credibilidad y considerándola como el opio del pueblo. Marx tenía orígenes judíos, si bien su padre se había convertido al luteranismo, por conveniencia, de esa manera Karl Marx fue bautizado como tal y en 1843 se casó en la iglesia de San Pablo en Bad Kreuznach. Algo similar ocurrió con Friedrich Engels, quien provenía de una familia rica, muy conservadora y religiosa, pero su paso por la universidad le alejó de sus tradiciones. 

            Ambos se conocieron en 1844 y se unieron a un grupo de pensadores radicales conocidos como los jóvenes hegelianos, que se dedicaban a estudiar y debatir sobre la obra del filósofo del siglo XVIII, Georg Hegel, muerto en 1831. Este filósofo había escrito sobre el triunfo de la ilustración defendida por Kant y Voltaire, frente a la fe y las creencias religiosas, explicaba el proceso de cambio de una manera más espiritual o metafísica. Así  el afirmaba que la fe y el sentimiento religioso, representan lo general, la totalidad, la especie, de una manera mística, mientras la Ilustración representa, la fuerza analítica del intelecto, la profundización por medio de las ciencias especializadas en las singularidades de la existencia, el dominio ilimitado de lo individual y lo particular. En este enfrentamiento triunfa la Ilustración y la fe se desintegra ante la fuerza del intelecto, según Hegel este sería un proceso necesario, como la muerte de Cristo fue necesaria para la salvación espiritual, la muerte de la fe religiosa era necesaria para el progreso de la humanidad, para que esta alcanzara una individualidad en el pensamiento y abandonara la colectivización. Estos preceptos gustaron a Marx y Engels, y de ello extrajeron ese concepto de derrota de la religión para el progreso y liberación de la humanidad. 

            Parecía haber una obsesión por el tema religioso, pues el movimiento de los jóvenes hegelianos surge en 1835 con un texto de un tal David Strauss, titulado: La vida de Jesús. En este texto, el escritor da una interpretación de los evangelios y de la vida de Jesús partiendo de las premisas filosóficas de Hegel pero al mismo tiempo rechazando tanto las conclusiones de éste mismo como la visión oficial y bíblica del asunto. En realidad para Strauss la figura de Jesús, cuya existencia misma es puesta en duda, personificaba el grado de autoconciencia que la humanidad había alcanzado en ese entonces. Humaniza tanto a Dios como a Jesús y es la humanidad, como sujeto colectivo de la historia, la que pasa al primer plano, por tanto aceptaban el fin de la religión que mantenía al colectivo, pero contrario a Hegel, defienden lo colectivo frente a los intereses individualistas. Ese tipo de polémicas alimentó las mentes de Karl Marx y Fredirch Engels y les hicieron llegar a convertirse en defensores de un ateísmo beligerante, era pues necesario derrotar a la religión, no solo esperar su caída. En 1848 publican el Manifiesto Comunista, en el que desacreditan a la religión como prejuicios burgueses, tras los que se amparan los poderes para dominar al proletariado. 

            La famosa frase de Marx: La religión es el opio del pueblo, sin embargo no aparece en ese manifiesto, sino fue una cita de Marx en una publicación conocida como: Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, en ella se decía así:  El sufrimiento religioso es al mismo tiempo la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el alivio de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas desalmado. Es el opio del pueblo.  Se necesita la abolición de la religión como felicidad ilusoria del pueblo, es la reivindicación de su felicidad real. El llamado para que el pueblo se deje de ilusiones acerca de su condición, es el llamado a que termine con un estado de cosas que necesita ilusiones. La crítica de la religión es ya, en embrión, la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión.(1843: Kritik des hegelschen Staatsreccht).

            Marx y Engels en definitiva abogaban por el fin de la religión, pues la veían como la droga que se le había dado al pueblo para mantenerlo dominado bajo un temor supersticioso. No eran los primeros que abogaban por eso, pues ya lo habían hecho líderes de la ilustración como Immanuel Kant y otros como Adam Weishaupt, originador del movimiento de los illuminatis, quien en 1776 habló de los seis puntos de su nuevo orden mundial y entre ellos el fin de la religión.

            Por esa misma época, y en cierto modo amparada por ese escepticismo que provocaron algunas teorías filosóficas y científicas de reciente cuño, surgió sobre todo en Alemania, lo que se denominó la “Alta Critica”, denominada también como Método histórico-crítico, y enfocada desde un punto de vista puramente científico, intentaba hacer un estudio de la Biblia, colocando a esta al nivel de cualquier tablilla o escrito antiguo, restándole credibilidad y buscando desacreditarla, como cualquier libro escrito por hombres de una época sin cultura. Se trataba de rebajar a las escrituras a un mero libro de mitos y leyendas, comparables a otras comunes en la zona. 

            Curiosamente, por esa época surgieron dentro de algunos movimientos religiosos como los unitarios, una corriente humanista que acabó rechazando la idea de Dios a la manera como lo expone la Biblia, lo mismo sucedió con numerosas ordenes masónicas, que incluso se consideran si Dios. En 1930, hasta algunas facciones de los cuáqueros en California, se unieron a la moda de crear una versión no teísta de su movimiento, la Sociedad humanista de los amigos, es un ejemplo de conversión de una religión cristiana creyente a un movimiento laico, espiritual pero sin buscar esa espiritualidad en un creador, en definitiva una religión similar a la budista sin Dios. La Iglesia católica, anglicana y otras fueron aceptando la teoría de la evolución en sus credos, con la consiguiente contradicción que esto supone, sobre todo por su idea del alma inmortal. Así hubo clérigos y teólogos que empezaron enseñar que si bien Dios estableció la evolución como sistema de su proyecto creativo, pero en un punto dado Dios insufló el Alma en el hombre, a diferencia de los animales que carecen de esta, una manera un tanto arriesgada de compaginar ambas teorías no contempladas en la Biblia. 

            Por otro lado hay que decir que en realidad fueron muchos los comunistas, posteriores a Marx que mantenían intactas sus ideas religiosas, pero abogaban por una sociedad justa en la que no existieran clases, y todo se compartiera, pero estos fueron minoría. 

            El odio visceral hacia lo religioso por parte de Marx, Engels y otros ideólogos posteriores, no era sin embargo por su ateísmo intrínseco, sino por lo que las grandes iglesias de su tiempo habían hecho subidas al poder. Muchos alegan que en realidad denunciaban el lado opresor que habían tomado las iglesias a lo largo de la historia, recordando los abusos de poder de la iglesia católica, con sus sangrientas matanzas en las cruzadas y la inquisición. Es posible que su odio en parte fuera por allí, aunque esos argumentos han sido utilizados con posterioridad, lo que sí es cierto es que el propio Engels defendió la actitud de ciertos movimientos religiosos perseguidos en Europa, como los puritanos y las iglesias independientes, (baptistas, metodistas, cuákeros), los catalogó como los últimos movimientos subversivos y revolucionarios y como ejemplo de cómo hacer una verdadera revolución social. En cualquier caso, queriéndolo o no las ideas de Marx y Engels y su ateísmo científico, filosófico y político, marcó el derrotero a seguir por la ideología política comunista, hasta el grado de convertirse en uno de los grandes enemigos que el cristianismo ha tenido que lidiar.  

El ateísmo de estado
 
    Destrucción de la catedral de San Pedro y San Pablo durante la revolución bolchevique en Rusia   
   
Los extremismos que más tarde llegarían de la mano del comunismo marxista en varios países europeos durante el siglo XX, muestran como la aplicación de ciertos preceptos y la toma del poder de ciertos ideólogos, les hace actuar de una manera cruel, sin sentimientos, creando una sociedad deshumanizada y donde el individuo queda anulado. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que si bien las iglesias de la cristiandad que el comunismo denunció, eran culpables de derramamiento de sangre durante su época de esplendor, el ateísmo político quizás ha sido más cruel si cabe y culpable de varias de las matanzas más atroces de toda la historia humana con el fin de establecerse. 

            Desde la revolución bolchevique protagonizada por Lenin en Rusia, el comunismo ateo se instauró en todo el imperio de los zares. Una de las primeras medidas que tomaron para perpetuarse en el poder, fue convertir a las masas en seres sin pensamiento propio, una eliminación de las libertades mínimas y la reeducación de los valores. Curiosamente era el mismo método que habían utilizado las iglesias católica y ortodoxa cuando ostentaban el poder, eliminar a los que creían diferente, atemorizar al pueblo con mano dura y haciendo ver que los del otro lado eran enemigos a destruir, porque la verdad estaba de su parte. Eso mismo pusieron en práctica los ideólogos marxistas, entre otras cosas quisieron implantar una ideología atea, para ello lo primero que hicieron fue limitar el grado de acción de las religiones, eliminando todos los privilegios de la iglesia ortodoxa rusa, derribando iglesias, convirtiendo otras en museos, casas del pueblo o dándoles otros usos necesarios para el partido. 

            En los años veinte y treinta, organizaciones como la Liga de los Militantes sin Dios se dedicaban a promover de forma activa propaganda anti-religiosa. El ateísmo era la norma en las escuelas, los estudiantes tenían libros de textos en los que se enseñaba el ateísmo científico, las organizaciones comunistas y los medios de comunicación también tenían una línea atea en su sistema. Pero curiosamente pasadas las primeras décadas, en la Rusia comunista, la iglesia ortodoxa fue menos perseguida, tras la segunda guerra mundial y el anexionado de las republicas bálticas, los Cárpatos, y la consiguiente la influencia en gran parte de Europa, como Alemania oriental, Checoslovaquia, Polonia y otros países, no ortodoxos, fueron otros los movimientos religiosos que mas sufrieron la represión, sobre todo los movimientos que en su religiosidad incluía la difusión o predicación publica. Destacan en esa ola de persecución la que se llevó a cabo contra los testigos de Jehová, bautistas, adventistas, menonitas, pentecostales y contra la iglesia católica ucraniana, muchos de sus miembros fueron deportados a Siberia. La dureza de las persecuciones contra algunas de estas iglesias iba de menos a más, mientras que otras como la luterana en las zonas del báltico, no recibieron excesiva oposición. 

Solo determinados grupos religiosos vieron suavizada su persecución conforme iban cediendo a favor del estado, así por ejemplo, en 1944 se estableció “La unión de evangélicos cristiano-bautistas de Rusia”, en la que el gobierno intentó tener el control de las iglesias protestantes. Todas las que se suscribieron a esa unión, recibieron cierta libertad, las que no, continuaron siendo reprimidas de forma brutal. Especial atención merecen el caso de los Testigos de Jehová en toda la zona oriental de Europa, bajo el telón de acero, donde fueron reprimidos y perseguidos, buscando las autoridades su desaparición absoluta. En Alemania oriental fueron los únicos religiosos que pasaron de sufrir en campos de concentración nazis, a llenar los gulags y los campos de prisioneros. Familias enteras fueron apresadas y deportadas, no se trataba de apresar solo a los lideres sino a todo el que de alguna manera tuviera contactos con estos, buscaban sus libros y publicaciones que de una manera u otra seguían entrando en todos los países y eso disgustaba mucho a las autoridades comunistas, que no deseaban que nada entorpeciera sus planes de eliminar las enseñanzas religiosas a toda costa, por ello las religiones más proselitistas eran las más perseguidas y los testigos lo eran. 

            Así en la URSS, en las antiguas republicas bálticas y en Ucrania, decenas de miles fueron llevados y esparcidos por toda Siberia, donde muchos de ellos murieron, muchas familias y matrimonios fueron separados durante décadas, hijos quitados a sus padres y entregados a orfanatos para su reeducación. Y pese a todo, este pequeño movimiento trajo de cabeza a las autoridades comunistas, pues el régimen se encontró con el desconcertante resultado de un gran aumento de estos en toda la región de Siberia y en todas las ciudades camino al destierro, era como si en realidad estuvieran sembrando de testigos todo el camino, las autoridades ateas soviéticas y comunistas, no sabían qué hacer para desalentarlos, todos su métodos fueron insuficientes para acallar a este pequeño grupo. 

            En cuanto a otras religiones, como el islam y el judaísmo, el trato fue relativamente menos duro que el que recibió los movimientos cristianos, pero tampoco gozaron de libertad religiosa. En Rusia y en la mayoría de los países satélites, desde la década de los cincuenta se suponían con libertad religiosa relativa, en el sentido de no prohibir la pertenencia, pero si el proselitismo y la practica abierta de esta, Rusia se consideraba un país laico.  

Mezquita abandonada en Alabania años 70
          

            En la china comunista, sobre todo tras la toma de poder de Mao Tse Tung y su revolución cultural, también se instauró un régimen que pretendía eliminar el sentido individual de las personas, convirtiéndolas en meros números y partes de un todo. La religión como era de esperar tenía que ser abolida, así sucedió con el budismo, que pese a afirmar que era una religión sin Dios, también fue abolida. La revolución cultural, hizo que todos los profesores, filósofos y pensadores fueran reconvertidos y de esa manera poder manejar a su antojo a las masas, millones de personas murieron, por los experimentos del paso adelante y de la revolución cultural de Mao, pero tampoco pudo hacer desaparecer de China el sentimiento religioso.   

            Lo más triste de todo es que el resultado de la aplicación forzada de los métodos ideológicos ateos en los diferentes países de la esfera comunista, supera en muertes con creces cualquier otra guerra o masacre jamás sucedida en la historia humana. Y afirmar esto no es ninguna exageración, los datos están allí, vamos a hacer una comparación con las muertes que se pueden atribuir a la cristiandad, durante 1200 años de opresión y dominio, desde la edad media, hasta tiempo después de la reforma protestante y lo compararemos con los menos de 70 años en los que el comunismo ateo fue impuesto en esa vasta región del mundo. 

            La inquisición católica se dice que mató alrededor de 350.002 personas, es difícil realmente contabilizar con exactitud el número de muertes, ese dato sale de algunos archivos que la orden guardó, si a esa cifra añadimos las muertes previas a la constitución del tribunal inquisitorial, las muertes por persecución religiosa, como la de cátaros, paulicianos, bogomilos, valdenses y otras minorías, llegaríamos a los 500.000; luego están las cruzadas contra el islam que causaron la muerte de otros 5 millones de personas. Si contamos otras guerras religiosas ocurridas en Europa tras el surgimiento del protestantismo, se pueden añadir otros 10 millones. En total, la cristiandad, representada sobre todo por las iglesias católica y ortodoxa, fueron culpables de cerca de 16 millones de muertes. Claro estamos hablando de una gran proporción de ciudadanos si nos atenemos a la población de aquella época, pero también hay que tener en cuenta que hablamos de un periodo de 1200 años y muchos gobiernos con intereses políticos que se aprovecharon del ideal religioso para esconder motivos territoriales en muchas de estas guerras religiosas. Por supuesto que las grandes iglesias han estado detrás de muchas dictaduras opresoras en el mundo durante el siglo XX, pero no eran estas las que dictaminaban o juzgaban quien debía morir en esos casos por lo tanto no se pueden añadir a estos datos.  
  
            Se habla de genocidio cuando los gobiernos o autoridades se encargan de asesinar de forma legal a personas simplemente bajo el amparo de las ideas, razas o religiones. Por ejemplo el régimen de Hitler acabó con la vida de 6 millones de judíos, 800.000 gitanos y otros cuatro millones de prisioneros de varios países ocupados, aparte de ser el principal culpable de una guerra que acabó con 55 millones de personas, todo un genocida reconocido, el murió y algunos de sus jefes escaparon, pero la mayoría recibió un juicio severo, incluso se instauró un tribunal internacional para juzgar casos como estos. 
            Bien, sin embargo durante el siglo XX ha habido otros genocidas que nunca han sido juzgados acusados ni castigados por sus actos. Así por ejemplo solo en la antigua URSS, sin contar con las decenas de miles de personas que mandó ejecutar Lenin a fin de establecer definitivamente su revolución bolchevique, solo el régimen de Yosef Stalin, mató a más de 7 millones de ciudadanos rusos en fusilamientos directos, otros tantos millones castigados en gulags, campos de trabajo forzado, en movimientos arbitrarios de personas que fueron obligadas a trabajar en condiciones infrahumanas en proyectos para la revolución, muchos de los cuales murieron allí. Se habla de un total de 50 millones de personas que perdieron la libertad en esa dura represión en toda la Europa bajo la influencia de la URSS, de los cuales unos veinte millones murieron, superando las cifras de Hitler.  

            Pero peores aún son las cifras de la China de Mao, en los que se habla de 10 millones de fusilamientos directos y hasta cincuenta millones de muertos por las hambrunas debidas a la aplicación de las drásticas y absurdas medidas tomadas, como el famoso “Salto adelante”, donde se movilizó a grandes cantidades de campesinos a una colectivización extrema que aparte de matar de hambre a millones de personas, acabó en una desintegración familiar y una deshumanización de la sociedad, como nunca se había practicado en un país. Sumando las muertes por la Revolución cultural, llegamos a esa escalofriante cifra cercana a los cincuenta millones de personas muertas por la aplicación deshumanizada de un ateísmo, en el que el individuo no cuenta, simplemente el conjunto. 

           
No podemos detenernos allí pues en algunos países donde el ateísmo maoísta tuvo influencia, como en la antigua Camboya, en tan solo cuatro años se hizo desaparecer a mas dos millones de personas en un país de tan solo siete millones, lo que lo convierte proporcionalmente en el régimen más sanguinario que jamás ha existido. Otros oscuros gobiernos de carácter maoísta ateo como el de Corea del Norte, aun no tiene cifras, pero de seguro que se contarán por cientos de miles, pese a que en su constitución habla de libertad religiosa, las minorías religiosas cristianas están siendo cruelmente perseguidas y hostigadas por un régimen comunista hereditario, muy peculiar con una casi adoración a su líder. 

            En definitiva, el experimento comunista ateísta lo único que logró fue convertir a ciudadanos en números y se puede decir que ha fracasado en todos su frentes, pues lejos de lograr la erradicación de la religión como deseaban Marx y Engels y la imposición de una nueva ideología moral, como abogaba Nietzsche, su sistema ha sucumbido y en pocos lugares se mantiene en pie. Al final en la gran mayoría de los países que estuvieron bajo las dictaduras ateas, ha resurgido la religiosidad, multitud de grupos cristianos de toda clase han empezado a proliferar y el ateísmo ha pasado de nuevo a ser minoría, ahora la iglesia ortodoxa otrora la perseguida, ahora más cerca del poder, es la que intenta perseguir a las minorías, como dice el dicho: El poder corrompe. 

El Ateismo moderno

            Pero el ateísmo en la actualidad, pese a decaer en los antiguos países comunistas, aumenta en occidente, y ahora hablamos, no de un ateísmo o agnosticismo basado en la indiferencia, que también está muy presente, sino una nueva ola de ateísmo científico se está fraguando y calando en una sociedad indiferente hacia lo religioso. Movimientos como los liderados por un grupo de científicos buscan la manera de defender su ateísmo de forma más militante y mostrar una actitud más crítica con la religión. Otros grupos radicales como el movimiento feminista Femen, también han demostrado un odio radical hacia la religión en general, pese a ser considerado un movimiento muy minoritario, que sin embargo últimamente se ha hecho notar en numerosas ocasiones con denuncias contra la religión.
     Pero los apostoles del nuevo ateísmo proselitista y activo, buscan alentar al mundo hacia una nueva era sin Dios, ni religión, ni supersticiones.
Este movimiento es defendido por prominentes científicos como Richard Dawkins, Daniel C. Dennett, Sam Harris, Christopher Hitchens y Victor J. Stenger, publicando libros muy vendidos que han pasado a formar las bases del nuevo ateísmo, además de utilizar los medios de comunicación, internet, las redes sociales y la publicidad para predicar su ateísmo. Se recuerda la publicidad pagada por estos en grandes carteles en autobuses londinenses y españoles, donde el lema decía: Probablemente Dios no existe, no te preocupes, disfruta la vida. Abogan porque en todos los países impere el estado laico, sacar a la religión de la enseñanza de la politica y de la cultura. Es posible que estos consigan ganarse a una buena parte de la sociedad occidental desengañada de la hipocresía religiosa practicada por las grandes religiones cristianas, donde los abusos de menores, los apoyos regímenes totalitarios y otras acusaciones manchan su nombre, pero por otro lado no ofrecen un mundo mejor.  

Ahora los nuevos ateos prometen libertad, una vida prospera bajo los adelantos de la ciencia, paz e igualdad entre hombres y mujeres, en cualquier caso eso no se vio en los países que sufrieron el ateísmo de estado. ¿No será mas bien que el nuevo ateísmo está construyendo al hombre sin principios, sin moral y sin conciencia? ¿No se estará fraguando un nihilismo sin limites?  ¿Bajo que  normas o reglas se movería un sistema basado en el ateísmo cientifico? ¿Sería su base la supervivencia del más apto? ¿Surgirá el superhombre profetizado por Nietzche? 

Más sobre el ateísmo moderno y el futuro de la religión, puede encontrarlo en el libro El trigo ahogado Tomo V, el cual concluye la obra.