En los primeros momentos quedó claro que los apóstoles debían continuar la labor que su maestro les encomendó, sobre todo sabiendo que el cristianismo tenía el propósito de llegar hasta la parte más distante de la tierra. La manera de elegir apóstoles para formar
parte del cuerpo dirigente de la congregación o sede apostólica, era un tanto peculiar, por
cuanto se dice que echaron a suerte la selección. Aquello, sin embargo fue de
la manera más teocrática posible, pues se tuvo en cuenta la experiencia y la
antigüedad de los miembros a elegir y efectuaban la elección final bajo
oración. No obstante, el ancestral método de las suertes mostraba lo
rudimentario que aún era el cristianismo naciente. No se dice durante cuánto
tiempo siguieron ese método, aunque la expresión griega klerós, (echar a
suerte, heredar), siguió representando la idea de nombramiento sagrado. Más
tarde, las cualidades observables en los miembros determinaría ciertos
nombramientos, utilizando términos apropiados como epíscopo, (el que vigila,
guarda o tutela), presbítero, (anciano, venerable) o diácono, (ministro,
servidor, que sirve a través del polvo), (Hechos 6:3-6; 1Timoteo 2:1-5).
Los mismos apóstoles eran enviados a diferentes lugares a fin de
supervisar el trabajo que se estaba realizando y de bendecir de alguna manera
dicha labor. Eso se desprende de la ocasión en la que se despachó a Pedro para
verificar la primera conversión de cristianos samaritanos, o la de los primeros
gentiles. Se menciona que Pedro anduvo recorriendo todos los lugares de asia
menor, incluso se le sitúa en Corinto, Antioquía y sobre todo en la zona
oriental del imperio. Según algunas tradiciones algunos misioneros fueron enviados a
otras partes más lejanas, como a Etiopía en África y a Europa. Además se
nombraron ministros itinerantes, de hecho, existen tradiciones que señalan a
algunos de ellos como apóstoles, entre estos destacan Bernabé o Pablo, pero la
base o sede de los apóstoles se mantuvo un tiempo en Jerusalén, se menciona en
el libro de los Hechos que los apóstoles permanecieron más tiempo en la
ciudad, incluso en los momentos de más dura persecución, cuando la mayoría
fueron esparcidos. Aún en el capítulo 21 de Hechos se registra una reunión de
algunos representantes de la sede de los apóstoles dándole instrucciones a
Pablo, lo cual indica quien ostentaba la autoridad en la iglesia.
Si bien hay cierta confusión en las tradiciones cristianas de siglos
postreros en cuanto a los discípulos que se convirtieron en misioneros y
viajantes y los apóstoles, sobre todo por la similitud de algunos nombres. En
primer lugar, decir que los apóstoles separaron sus funciones de las de los
demás ministros, sobre todo de los que fueron viajantes, o misioneros
evangelizadores. Es cierto que los apóstoles también viajaban, pero por lo general
lo hacían a los lugares donde ya se habían establecido conversos o formado congregaciones,
no antes. Según la tradición Pedro, junto con Juan y posteriormente el hermano
de Jesús, Santiago, fueron quienes lideraron o fueron considerados las columnas
de la iglesia, que al principio tuvo su base en Jerusalén o al menos en la zona
de Judea. Veamos lo que se sabe de alguno de los apóstoles:
Tenemos a Andrés, hermano
de Pedro, fue uno de los primeros discípulos de Jesús, si no el primero, fue
quien presentó a Pedro al maestro. Andrés había sido discipulo de Juan el
Bautista y se unió a Jesús cuando este los invitó a ello. Según escribió
Orígenes, un mestro cristiano del siglo III, Andrés a partir del año 38 predicó
a los escitas, también se le sitúa en Tracia, en el Mar negro, Rumanía y otros
lugares, y se dice que fue martirizado en en un viaje a Acaya, donde murió en
un madero cruzado en forma de X.
En cuanto a Pedro, como
antes indicamos, pasó gran parte de su tiempo en Jerusalén, la primera sede de
los apóstoles, luego en Antioquía y en sus últimos momentos en Babilonia. Desde
ese lugar escribió su primera carta y mantuvo cerca a Silvano y a Marcos, como
secretarios. En cuanto a si Pedro estuvo en Roma, es una tradición católica, lo
cierto es que no hay mención de ello en el libro de los Hechos. Dudo de ello, pues
así como Pablo fue nombrado principal ministro del mensaje a los gentiles o
pueblos incircuncisos a Pedro se le mencionó como mensajero para los judíos o
circuncisos (Carta de Pablo a los Gálatas 2:7). Recordemos que los judíos
fueron expulsados de Roma durante el periodo del emperador Claudio, por ello
difícilmente Pedro iba a hacer algo allí, si su labor principal fue reconfortar
a los cristianos judios, al menos no se reconoce que haya tenido una estancia
allí de manera permanente. El apóstol Pablo escribió a los cristianos de Roma y
no mencionó a Pedro entre los muchos a los que mandó saludos, lo cual habría
hecho de estar él allí. Tampoco se puede esperar que Pedro estuviese más
tarde en Roma, por el hecho de que Pablo menciona que Marcos estaba con él
cuando escribió en el año 61 desde allí, pero luego en el año 65 de nuevo
solicita que Marcos se reuniría con él en Roma. Todo esto encaja con el tiempo
en el que Pedro redacta sus cartas en las que menciona que estaba Marcos con él
(año 64EC), ayudándole en la labor de traducir y escribir junto con Silvano, y se afirma que estaba en Babilonia, aunque algunos sostienen que era una
referencia camuflada a la ciudad de Roma, pero lo cierto es que el lenguaje utilizado en esa
carta no indica que hubiese razones para utilizar expresiones codificadas, pues
menciona otras zonas de Asia menor sin misterio alguno. (Col 4:10; 2Tim 4:11; 1
Ped 5:13). Algo que contradice estas conjeturas, son el hecho de que de haber
estado Pedro en Roma, hubiese visitado a Pablo en la prisión, como lo hicieron
Timoteo, Marcos y otros. Aunque es verdad que Ireneo de Lyon, escritor del
siglo II, en su obra “Adversus Aeresus” menciona que la iglesia en Roma fue
fundada por Pedro y Pablo, eso no significa que Pedro haya establecido su base
allí, puede que se refiera a que fue el primero en dar testimonio a los
romanos, en el año 33EC cuando muchos judíos y prosélitos de Roma se
encontraban en Jerusalén y Pedro dio un memorable discurso con una posterior
oleada de conversiones y bautismo después, y posiblemente estos formasen la primera congregación cristiana en Roma.
Pedro predicó en el este, pero no en el Oeste, según reconoce Clemente
de Roma, escritor cristiano de principios del siglo II, el cual tampoco dice
nada que indicara que Pedro hubiese tenido su sede allí. Fue el historiador
Eusebio quien tal vez por una interpretación interesada de palabras de Clemente
de Alejandría y de Ignacio de Antioquía, situó a Pedro en sus últimos años en
Roma. Pero no hay prueba, ni en los escritos cristianos, ni en los primeros
maestros de los siglos II y III de ese hecho. No se desprende de la lectura del
libro de los Hechos de Apóstoles que Pedro tuviese una posición privilegiada o
encumbrada, ni que ostentara algún título especial, aunque si actuó de vocero
en los inicios. En el año 44 se dio muerte al apóstol Santiago, el hermano de
Juan, Pedro fue encarcelado, aunque liberado poco después. En el 49EC en un
concilio celebrado en Jerusalén por motivo de la circuncisión y otros asuntos,
se destaca a Pedro como miembro destacado, pero no el que más. Pablo, años
después, alrededor del 52 lo menciona como una de las columnas de la iglesia.
Tampoco se puede probar que existiese una división entre el cristianismo de
Pedro y el de Pablo. Pablo fue a Jerusalén en varias ocasiones para consultar
con los apóstoles, entrevistándose con Pedro y Santiago, reconoció la labor
misionera de Pedro en oriente y Pedro hace mención de Pablo en su segunda
carta, alrededor del año 64, cuando aquel estaba en Roma encarcelado o ya había muerto y no lo
hace de manera negativa, si no como apreciando y animando a los demás a prestar
atención a lo escrito en sus cartas, como prueba de unidad entre ambos. También prueba esto que posiblemente sobrevivió años después de Pablo. No queda clara la muerte de Pedro,
algunos escritores cristianos mencionan que fue muerte en martirio por causa
de las persecuciones de Nerón, si fue en trabajos forzados o
muerte en un madero invertido, como señalan algunas tradiciones.
Luego tenemos a Santiago el
mayor, hermano de Juan, de gran carácter, Jesús le llamó hijo del trueno,
por su gran ímpetu. Tenía aspiraciones de liderar el cristianismo o al menos
junto a su hermano Juan tener una posición privilegiada, aunque tuvo que ser
corregido en alguna ocasión por su maestro. El caso es que este fue el primero de
los apóstoles en desaparecer, pues en el año 44 fue ejecutado por orden a
Herodes Agripa, siendo decapitado, apenas una década después de fundarse el
cristianismo y sin haber salido de la sede de los Apóstoles. Por ello, no se
debe confundir a este Santiago, con el que Pablo menciona como las columnas, ni
con aquel que liderara el primer concilio en Jerusalén en el 49, pues ambos
hechos ocurrieron años después de la muerte de Santiago Zebedeo, ni tampoco fue
el escritor de la carta de Santiago, ya que Judas, el otro escritor de un carta
con su nombre lo menciona como su hermano. Pedro fue encarcelado tras su
muerte, sin embargo, él mismo pidió que se informara a Santiago, señalando a
otro miembro prominente llamado con ese mismo nombre (Alfeo o el hermano de
Judas). La tradición medieval nos cuenta que Santiago fue el apóstol enterrado
en Compostela, pero dudamos mucho que en menos de diez años pudiera darle
tiempo a viajar a España, hasta el Finisterre, predicara allí y luego volviera
a Palestina para morir a manos de Herodes. Por otro lado, los territorios
celtas de la zona de Galicia, no fueron oficialmente romanos hasta el año 74EC,
antes de eso era un territorio donde difícilmente un barco civil o de
mercancías se pudiese acercar y menos embarcar en alguno de sus puertos, si es
que los hubiese.
Juan Zebedeo, hermano de Santiago el mayor, e hijo de Salomé, hermana de María,
era por tanto, como el Santiago Zebedeo, primo de Jesús por parte de madre y
por parte de padre tuvo contactos familiares en el sanedrín, lo cual le pudo
favorecer en cuanto a salvar la vida en los primeros momentos de persecución en
Jerusalén. Por otro lado, fue el apóstol más longevo, se le menciona como las
columnas y aunque no fuese tan viajero pero si fue utilizado para supervisar el
progreso del movimiento cristiano en sus primeros avances. Se sabe que en sus
últimos años, debido a la persecución de Domiciano alrededor del año 96 fue
exiliado a Patmos, desde donde escribió el Apocalipsis. Más tarde, ya en Éfeso,
escribió su evangelio, del cual no hay duda sobre su autoría, por detalles que
solo un testigo ocular podía señalar. En cuanto a las tres cartas atribuidas a
él, de la primera no hay duda, las últimas dos, quizás las escribiera en una
época o situación más delicada y utilizó nombres en clave. Papías en el siglo
II, hace mención de Juan, cuando lo menciona como el anciano Juan, usando el
mismo título que él utilizó en sus cartas y citando del Apocalipsis.
Simón el Zelote (entusiasta), también llamado el cananita, por su procedencia Caná,
donde Jesús ejecutó su primer milagro. Fue otro apóstol del que apenas se ha
sabido nada, ni durante el tiempo que estuvo con Jesús, ni después. Por
supuesto, el apodo Zelote, tuvo que ver con su actitud y pasión religiosa por
la ley, no es que perteneciera a ese grupo violento que buscaba la independencia
del yugo romano, aunque él, tal como otros de los apóstoles y Judas, guardaban
esperanza de que el Mesías vendría a liberarlos de ese yugo y no entendieron del
todo por qué murió, es posible que lo consideraran en cierto modo un fracaso.
La resurrección le infundió a los que permanecieron fieles, una nueva
esperanza Es posible que Simón, que permaneció fiel y unido a los demás
apóstoles, estuviese detrás de la pregunta a Jesús resucitado: ¿Vas a restaurar
el reino de Israel en este tiempo? La respuesta que el maestro les dio les
pareció suficiente para continuar en el propósito marcado y así Simón fue parte
activa en la sede de los apóstoles. Es posible que no haya sido muy viajante y
muriera en Jerusalén
Felipe, es otro de los primeros discípulos en seguir a Jesús tras la
llamada, amigo personal de Natanael (Bartolomé). Es muy posible que Felipe
conociera a Jesús antes de convertirse en maestro o profeta, pues conocía bien
a su familia y procedencia. Curioso es que su nombre fuera griego, aunque no tenía
procedencia helena. De carácter apacible y tímido, fue menos activo en cuanto a
viajes que los demás. No se debe confundir con otro Felipe al que se conoce
como el evangelizador. Es posible que su labor tuviese que ver con la
salvaguarda y la investigación teológica, al igual que Simón, pues hasta
algunos gnosticos lo consideraban como depositario de la revelación divina, y
hasta circuló un evangelio apócrifo que lleva su nombre, por supuesto no
escrito por él. La base de esas afirmaciones provienen del la frase que soltó
Felipe, tras una conversación con Jesús con sus apóstoles sobre el camino a
seguir cuando el no estuviese, cuando los demás preguntaban por el camino a
seguir, Felipe se limitó a decir: Señor, muéstranos al padre y con eso nos
basta. Jesús entonces le contestó: Felipe, ¿todavía no me conoces? El que me
ha visto a mi ha visto al padre ¿Cómo es que me dices “muéstranos al
padre”? La pregunta llevaba implícita,
no una visión de Dios, si no que les ayudara a entender a Dios. En un supuesto
evangelio atribuido a Felipe, claramente manipulado por el gnosticismo, se salva una especie de discurso
que supuestamente pronunció Felipe, donde ilustraba que un carpintero como
Jesús sembró el árbol donde fue después colgado, pero que tras eso se convierte
en el árbol de la vida, indicando una gran profundidad teológica. No se sabe
más sobre él. Eusebio de Cesarea, historiador del siglo IV, lo sitúa como
evangelizador en Frigia y que murió en Hierapolis.
Bartolomé, cuyo primer nombre fue Natanael, es posible que precediera de
familia noble, su nombre segundo significa hijo de Tolmai. Era conocedor de las
escrituras y por ello se sorprendió de que de una aldea insignificante como
Nazaret, surgiera un profeta, se sorprendió de aquel primer encuentro con
Jesús, al adivinar su procedencia. De inmediato, Natanael concluyó que aquel
debía ser el hijo de Dios anunciado, el Rey de Israel (Juan 1:49-51). Tras la
muerte de Jesús continuó con su labor en la sede de los apóstoles, pero
desarrollando un trabajo interno dentro del grupo, al igual que Simón, Felipe y
otros. Aunque algunas tradiciones tardías lo situaran en Armenia y Frigia, no
hay pruebas que indiquen que estuviera allí.
Tomás Didimo o el Gemelo, he aquí un apóstol que pasó a la historia por
incrédulo o por dudar de la resurrección de su maestro. Sin embargo, no era esa
su principal cualidad, era como Santiago o Pedro, impetuoso al epxresar sus
sentimientos o dudas. Directo en expresar lo que creía o no. Así preguntó en
alguna ocasión al maestro cuando este habló de su destino: Señor, no sabemos a dónde vas ¿cómo sabemos el camino? Pero también
en expresar su determinación en morir junto a él, como cuando Jesús habló de
volver a Judea, donde ya lo había intentado matar, y Tomás dijo: “Vamos nosotros también, para que muramos con
él” (Juan 11:16). Tras la muerte de Jesús, se apartó un tiempo del grupo,
por ello no fue testigo de su resurrección en los primeros instantes. De ahí
las dudas que ocho días después se disiparon al ver y tocar al resucitado.
Posteriormente su labor principal bien pudo estar relacionada con la
recopilación de los dichos de Jesús. Si bien hay dudas con respecto a la
autoría, entre los textos de Nag Hammadi se encontró una copia completa del
evangelio de Tomás, es muy posible que fuera una copia manipulada de un texto
que realmente circulaba entre los cristianos de dichos, pues es lo
que se puede leer en este evangelio aprocrifo, frases atribuidas a Jesús, que
también aparecen ordenadas en los sinópticos y en Juan. Es muy posible que este
tipo de archivos, en forma de notas de dichos y hechos fueran las bases sobre
las que más adelante se elaboraron de manera más completa los evangelios. De
nuevo la leyenda sitúa años después a Tomás en Partia, Media, incluso más al
oriente, de hecho en la India existe un monte conocido como Monte de Santo
Tomás, donde supuestamente fue martirizado, pero de nuevo, no quedó registro de
tales hazañas.
Mateo, también llamado Leví, hijo de Alfeo, natural de Capernaum, era uno
de los más cultivados de los apóstoles, pues al dedicarse al trabajo de
recaudar impuestos requería saber leer y escribir, además de saber llevar las
cuentas. Cuando fue escogido como apóstol por Jesús lo celebró con una gran
comida en su casa, donde compartieron con Jesús y otros apóstoles, muchos
compañeros de Mateo, del gremio de los recaudadores de impuestos, algo
criticado por fariseos y otros judíos que despreciaban a quienes realizaban esa
labor, por considerarlos pecadores impenitentes al ser colaboradores con el
imperio romano. Sabía arameo y griego el lenguaje de comunicación común
internacional de aquel tiempo. Algunos afirman que tras la resurrección de
Jesús y la formación de un cuerpo gobernante de la iglesia que recaía en la sede
de los apóstoles, Mateo fue integrante de la parte redactora del mismo. Según
insinuó Papías de Hierapolis, Mateo compiló los dichos de Jesús en lenguaje
hebreo. Las pruebas grafológicas no señalan una traducción, pero si que los evangelios
de Mateo y Lucas se recopilaron en base a un boceto anterior, (lo que algunos
conocen como manuscrito Q) y luego lo copió y completó en griego. Como ya hemos
explicado anteriormente esta supuesta copia en hebreo del boceto o
protoevangleio de Mateo, junto con otros manuscritos sirvió de base a los
demás. Según notas que aparecieron en algunas copias del manuscrito del
evangelio de Mateo, señalan que fue escrito 8 años después de la ascensión de
Cristo. También se ha encontrado el códice p64 conocido como códice Magdalena
que contiene el capítulo 26 de Mateo, al compararlo grafológicamente con otros
documentos fechados en el año 66EC, se concluye que posiblemente dichos
fragmentos sean tan antiguos como esa fecha. Lo cual indica que Mateo quizás fuera
de los primeros en poner por escrito el evangelio, tal como los historiadores
cristianos y los maestros del siglo II consideraron a Mateo como el primero en
completarlo, aunque los eruditos suelen atribuir ese mérito a Marcos por ser
más sencillo grafológicamente. En cualquier caso, no hay duda de la atribución
y el trabajo de Mateo, como testigo ocular, pues menciona asuntos que para su
época eran conocidos (Mat 27:8; 28:15). Como también la ausencia de otros detalles
que desconocía pues no habían ocurrido a mediados de siglo. Algunas tradiciones
sitúan a Mateo años después en Etiopía, pero quizás de acuerdo con Epifanio de
Salaminas habría sido más bien Matías, el sustituto de Judas Iscariote como apóstol, quien
acabara sus días en aquella zona.
Santiago Alfeo, aunque tiene el mismo nombre de padre que Mateo, Alfeo no era su
hermano, otros evangelios mencionan que su padre se llamaba Clopas y su madre
María, pero no se debe confundir como algunos hacen emparentandole con Judas
Tadeo. En primer lugar, porque en ese
caso tendríamos que emparentar a este Santiago con el medio hermano de Jesús,
cuyos hermanos fueron Santiago, Simón, José y Judas. Sin embargo, cuando se
habla de la familia de este Santiago (Alfeo o hijo de Clopas) llamado el menor,
se le diferencia claramente de los hermanos de Jesús, pues se dice que durante
el tormento de Jesús se encontraba Maria la madre de Jesús, con otras mujeres,
entre ellas Salomé y otra Maria, la madre de Santiago el menor y de Josés.
(Marcos 15:40). Eso también descarta que fuera hermano del otro apóstol llamado
Judas y que por tanto ese Judas tampoco fuese quien escribió la carta con su
nombre, donde menciona a un tal Santiago como su hermano. En definitiva,
Santiago el menor, fue conocido así para diferenciarlo del otro apóstol
Santiago Zebedeo quien probablemente era más alto de estatura o mayor en edad
que él. Se descarta por tanto que este Santiago sea el que algunos escritores
cristianos mencionan como Santiago el justo, el escritor de la carta de
Santiago y que se reconoce como medio hermano de Jesús, pues como ya vimos solo
se le menciona a un hermano suyo, Joses.
Judas Tadeo, conocido coomo Ledeo, Tadeo, o como hijo de Santiago. La confusión
con respecto a su identidad proviene de la traducción que algunas biblias hacen
el término hermano o hijo de. Puesto que en ocasiones el griego no distingue bien
el parentesco y de manera literal el evangelio dice: Judas “el de Santiago”. Esto bien puede
hacer referencia a un pariente conocido como a su padre. El contexto debe pesar
más a la hora de interpretar lo que dice. En este caso, lo más natural es que se refiera a que era hijo de, por
pertenecía, pues en Lucas 6:14-16 que es donde aparece esta cita al hablar de
la lista de apóstoles, cuando se refiere a hermanos, lo indica claramente en el
caso de Pedro y Andrés al que menciona como “hermano de este”. Pero en el caso
de Judas no lo indica igual, cuando unos versículos antes menciona a Santiago
el menor, que de haber sido el hermano menor de Judas debería aparecer su
nombre después de este y no antes. Una vez aclarado esto, se sabe poco más de
este apóstol, su única frase atribuida a él es cuando realizó la siguiente
pregunta cuando Jesús les estaba tratando de explicar que el mundo dentro de
poco ya no lo vería más, mientras que ellos si seguían siendo fieles podrían
volver a verlo, pues el se mostraría abiertamente. Entonces Judas, no el
Iscariote, le preguntó: Señor ¿qué ha pasado? ¿Por qué vas a mostrarte
abiertamente a nosotros y no al mundo? Quizás su pregunta tuviese que ver con
la esperanza que mantenían la mayoría de los discipulos de que Jesús, de que él
se presentara como libertador de Israel y no entendían muy bien por qué tenía
que desaparecer sin más. Junto a Simón el cananita se considera a Judas como de
los más judaizantes dentro de los apóstoles. Aunque no hay mención de él, ni de
su actividad posterior. Queda descartado que Judas Tadeo sea el escritor de la
carta que lleva ese nombre, primero porque al identificarse se refiere a si
mismo como esclavo del señor, pero no como apóstol, como lo hizo Pedro, Pablo u
otros. En su caso, menciona el detalle de que es hermano de Santiago, pero
lógicamente hace referencia a Santiago el justo, del cual hablaremos más tarde,
por la misma razón que ya explicamos antes al tratar sobre Santiago el menor. Según
algunas tradiciones judas quizás muriese en el puerto marítimo de Beirut en
Libano en el año 62, y antes predicase en Persia y Armenia, como siempre se
trata de tradiciones o leyendas sin base histórica.
Existen muchas leyendas y tradiciones postreras, como podemos apreciar, en la que se habla de que cada uno de los apóstoles murieron martirizados, pero lo cierto es que, salvo el caso de Santiago Zebedeo, poco más sabemos sobre la muerte de estos, debió ser paulatina, siendo el último de estos primeros discípulos escogidos, Juan Zebedeo que murió cerca del año 100EC, con él acabó la vida de los que fueron testigos oculares de los hechos y milagros de Jesús.