Obra protegida por derechos de autor

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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
Depósito legal: M-20243-2011

Cornelio Tácito comentando sobre el cristianismo del siglo I

 


De este insigne historiador nacido en el siglo I, en cuanto a lo personal nos han llegado muy pocos datos, tanto es así que se cree que en realidad Tácito era un apodo familiar y ni siquiera era su nombre personal, sin embargo es sumamente apreciado y considerado por los historiadores actuales, como también lo fue en vida, favorecido por varios de los emperadores de su época, como Vespasiano, con quien inició su vida política, después prosperó como cónsul suffectus, bajo Tito, Domiciano y Trajano.

Algunas cosas de su vida las conocemos gracias a la correspondencia con Plinio el joven, del cual fue contemporáneo. Plinio menciona que compartían intereses y trabajo, aunque reconoce la experiencia mayor de Tácito, pues siendo él un jovenzuelo, Tácito ya era un reputado personaje. Sabiendo que Plinio nació en el 62, es posible estimar la fecha de nacimiento de Tácito, al menos siete años antes, en el 55. La relación con Plinio fue fructífera, pues la recopilación de cartas “Plinianas” estaban dirigidas a él, con el fin de documentarle sobre la erupción del Vesubio en Pompeya y otros datos sobre su antecesores, sus explicaciones técnicas y científicas sobre el suceso ayudaron a Tácito a exponerlo de manera más completa.

Según una inscripción hallada en Mylasa, Cornelio actúo como Proconsul de la provincia de Asia, bajo el imperio de Trajano, alrededor del año 112. Aunque antes había llevado a cabo labores como magistrado de alto rango  o cónsul suffectus bajo Nerva. Se sabe que se dedicó a la historia desde el año 97, tras la muerte de Domiciano. Está demostrado que su actividad política y como funcionario del imperio tuvieron que ejercer influencia en sus obras, siempre proclives a defender la supremacía de Roma.

Es en su obra Anales, donde aparecen referencias directas a los cristianos, y aunque no de manera favorable, pero los menciona. A través de él conocimos que fueron perseguidos por Nerón al ser acusados del incendio de Roma, veamos como lo expone Tácito: Y Mas ni con socorros humanos, donativos y liberalidades del príncipe, ni con las diligencias que se hacían para aplacar la ira de los dioses era posible borrar la infamia de la opinión que se tenía de que el incendio había sido voluntario. Y así Nerón, para divertir esta voz y descargarse, dio culpados de este y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres aborrecidos del vulgo por sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato, procurador de la Judea y aunque por entonces se reprimió algún tanto aquella perniciosa superstición tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en Judea, origen de este mal, pero también en Roma, donde llegan y celebran todas las cosas atroces y vergonzosas que hay en las demás partes.(…) A la hora de su muerte se recurrió además a burlas, de tal manera que, cubiertos con pieles de alimañas, perecían desgarrados por los perros, o bien, clavados a maderos y, tras prendérseles fuego, eran quemados para ser usados como antorchas de noche. (…) Y así, aunque eran culpables estos y merecedores del último suplicio, movían con todo eso a compasión y lástima grande, como personas a quien se quita tan miserablemente la vida, no por provecho público, sino para satisfacer a la crueldad de uno solo. (Anales, libro XV,  44)


         Algunos revisionistas de la historia afirman que es posible que esta parte del texto haya sido un añadido posterior, claro que se intenta limpiar la imagen tiránica y extravagante de Nerón. Y para ello aluden al detalle de que nadie más se haya hecho eco de este suceso, es decir del hecho de que se culpara a los cristianos del incendio de Roma. Ni Suetonio, Tito Livio, ni Flavio Josefo, ni otros historiadores mencionan tal circunstancia, pese a que hablan del suceso del incendio de Roma. Sin embargo, por una cita de este párrafo de Tácito que hace Sulpicio Severo, un monje aquitano del siglo V, parece ser que ya circulaba en ese tiempo el texto de Tácito con esa supuesta adulteración. Expertos en textos antiguos aseguran que el texto en cuestión no difiere en estilo, ni en la manera de exponer los detalles a como lo hace Tácito en otras partes de su obra y casan perfectamente en su escrito. Por otro lado, Suetonio, que si se hace eco del incendio, también hace referencia a la posible culpa de Nerón, y la búsqueda de falsos culpables, aunque no dice nada de la persecución de los cristianos por esa causa.


        Que Nerón persiguiera a los cristianos tampoco debería sonar extraño, sencillamente su antecesor Claudio ya había iniciado la persecución de estos, quiso expulsarles de Roma según muestra el libro de los Hechos de los apóstoles, por tanto no sería nada extraño acusar a aquellos que ya estaban señalados y perseguidos. El apóstol Pablo se despidió de su compañero Timoteo en una carta escrita para el tiempo de Nerón, alrededor del año 64EC. En ella habla de que sería sacrificado como libación, indicando tal vez no una muerte natural, si no en ejecución tras un juicio.

         Hay una recopilación de 14 cartas en latín, de una supuesta correspondencia entre el apóstol Pablo y Seneca, el maestro de Nerón, que si bien no es un documento aceptado por la unanimidad de los eruditos, si guarda similitud a la escritura del apóstol, y en las respuestas de Séneca, este menciona a Pablo y a Teófilo. Curiosamente en las cartas no aparece el titulo de cristianos, ni cristianismo, pero se intuye que se habla de ello. En este caso también menciona lo del incendio, y en una de dichas cartas el interlocutor de Séneca parece solicitar a este que muestre cuidado de no enseñar su correspondencia a Nerón, por causa de su esposa y su aversión a los cristianos.  Se sabe por Flavio Josefo, que Popea, la esposa de Nerón era conversa judía, y en más de una ocasión intercedió a favor de estos, eso explicaría el odio hacia los cristianos al que hace referencia el documento antes citado (y supuestamente de Pablo) y que coincidiría perfectamente con la actitud de Nerón hacia estos, influenciado tal vez por su esposa. 

Aunque esa correspondencia no tuviese como autor a Pablo, como parecen indicar varios eruditos, está claro que si hace referencia a hechos de ese momento y en ese tono de un cristiano pidiendo ayuda discretamente a un influyente personaje, esto indica que el escrito se atiene a las circunstancias del momento y corrobora el comentario de Tácito sobre la persecución hacia los cristianos por parte de Nerón.  

Otro detalle al que hace referencia Tácito es a la destrucción de Jerusalén por el ejército romano en el año 70, comandado por el general Tito. En su libro “Historia”, lleva a cabo un brevísimo relato de los judíos desde Moisés hasta sus días, con algunas opiniones desde su percepción personal. No obstante deja caer un interesante dato sobre lo sucedido tras la muerte de Herodes el grande. Dice: a la muerte de Herodes, sin aguardar ninguna decisión del César, un tal Simón usurpó el título de Rey y recibió su castigo a manos de Quintilio Varo, que gobernaba en Siria; también en represalia, la población fue repartida en tres gobiernos asignados a los hijos de Herodes (Historias Libro 5.9 Cornelio Tácito).

         Es interesante que mencione ese detalle sobre la división del gobierno de Herodes en una especie de tetrarquía, pues así lo hace también el evangelio de Lucas en el capítulo 3, cuando menciona que en el año 15 de Tiberio, Herodes era gobernante de Galilea, su hermano Filipo lo era de Iturea y Lisanias de Abilene, queda confirmado que el escritor del evangelio conocía bien ese detalle que solo lo mencionan Tácito y Josefo décadas después. Además, se conoce una inscripción hallada en Abila, relacionada con la dedicación de un templo durante el reinado de Tiberio, en la que aparece el nombre de Lisanias el tetrarca.

         No menciona a los cristianos en esa ocasión, pero si da detalles como plataformas, parapetos y toda clase de invención desde lo antiguo a lo más moderno para el asedio, utilizadas por Tito para la invasión final, como también hace referencia al tiempo transcurrido entre el primer intento de invasión por Cestio Galo y la toma de la ciudad por Tito, cuatro años en total. Según los historiadores cristianos ese tiempo, sobre todo el año tercero fue aprovechado por los cristianos para huir de Jerusalén y Judea y escapar de la matanza anunciada por Jesús.


         Que un historiador romano, defensor de lo suyo, enemigo de las minorías y nada proclive ni conocedor de las enseñanzas de Cristo, mencione a los cristianos y corrobore datos que aparecen en las escrituras cristianas es cuanto menos indicación de que en su tiempo, (años 55-120) aquellos seguidores de Cristo eran bien conocidos. 




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