De este insigne historiador nacido en el siglo I, en cuanto a lo personal nos han llegado muy pocos datos, tanto es así que se cree que en realidad Tácito era un apodo familiar y ni siquiera era su nombre personal, sin embargo es sumamente apreciado y considerado por los historiadores actuales, como también lo fue en vida, favorecido por varios de los emperadores de su época, como Vespasiano, con quien inició su vida política, después prosperó como cónsul suffectus, bajo Tito, Domiciano y Trajano.
Algunas cosas
de su vida las conocemos gracias a la correspondencia con Plinio el joven, del
cual fue contemporáneo. Plinio menciona que compartían intereses y trabajo,
aunque reconoce la experiencia mayor de Tácito, pues siendo él un jovenzuelo,
Tácito ya era un reputado personaje. Sabiendo que Plinio nació en el 62, es
posible estimar la fecha de nacimiento de Tácito, al menos siete años antes, en
el 55. La relación con Plinio fue fructífera, pues la recopilación de cartas
“Plinianas” estaban dirigidas a él, con el fin de documentarle sobre la
erupción del Vesubio en Pompeya y otros datos sobre su antecesores, sus
explicaciones técnicas y científicas sobre el suceso ayudaron a Tácito a
exponerlo de manera más completa.
Según una
inscripción hallada en Mylasa, Cornelio actúo como Proconsul de la provincia de
Asia, bajo el imperio de Trajano, alrededor del año 112. Aunque antes había
llevado a cabo labores como magistrado de alto rango o cónsul suffectus bajo Nerva. Se sabe que se
dedicó a la historia desde el año 97, tras la muerte de Domiciano. Está
demostrado que su actividad política y como funcionario del imperio tuvieron
que ejercer influencia en sus obras, siempre proclives a defender la supremacía
de Roma.
Es en su obra
Anales, donde aparecen referencias directas a los cristianos, y aunque no de
manera favorable, pero los menciona. A través de él conocimos que fueron
perseguidos por Nerón al ser acusados del incendio de Roma, veamos como lo
expone Tácito: Y Mas ni con socorros
humanos, donativos y liberalidades del príncipe, ni con las diligencias que se
hacían para aplacar la ira de los dioses era posible borrar la infamia de la
opinión que se tenía de que el incendio había sido voluntario. Y así Nerón,
para divertir esta voz y descargarse, dio culpados de este y comenzó a castigar
con exquisitos géneros de tormentos a unos hombres aborrecidos del vulgo por
sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue
Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio
Pilato, procurador de la Judea y aunque por entonces se reprimió algún tanto
aquella perniciosa superstición tornaba otra vez a reverdecer, no solamente en
Judea, origen de este mal, pero también en Roma, donde llegan y celebran todas
las cosas atroces y vergonzosas que hay en las demás partes.(…) A la hora de su
muerte se recurrió además a burlas, de tal manera que, cubiertos con pieles de
alimañas, perecían desgarrados por los perros, o bien, clavados a maderos y, tras
prendérseles fuego, eran quemados para ser usados como antorchas de noche. (…) Y
así, aunque eran culpables estos y merecedores del último suplicio, movían con
todo eso a compasión y lástima grande, como personas a quien se quita tan
miserablemente la vida, no por provecho público, sino para satisfacer a la
crueldad de uno solo. (Anales, libro
XV, 44)
Hay una recopilación de 14 cartas en latín, de una supuesta correspondencia entre el apóstol Pablo y Seneca, el maestro de Nerón, que si bien no es un documento aceptado por la unanimidad de los eruditos, si guarda similitud a la escritura del apóstol, y en las respuestas de Séneca, este menciona a Pablo y a Teófilo. Curiosamente en las cartas no aparece el titulo de cristianos, ni cristianismo, pero se intuye que se habla de ello. En este caso también menciona lo del incendio, y en una de dichas cartas el interlocutor de Séneca parece solicitar a este que muestre cuidado de no enseñar su correspondencia a Nerón, por causa de su esposa y su aversión a los cristianos. Se sabe por Flavio Josefo, que Popea, la esposa de Nerón era conversa judía, y en más de una ocasión intercedió a favor de estos, eso explicaría el odio hacia los cristianos al que hace referencia el documento antes citado (y supuestamente de Pablo) y que coincidiría perfectamente con la actitud de Nerón hacia estos, influenciado tal vez por su esposa.
Aunque esa correspondencia no tuviese como autor a Pablo, como parecen indicar varios eruditos, está claro que si hace referencia a hechos de ese momento y en ese tono de un cristiano pidiendo ayuda discretamente a un influyente personaje, esto indica que el escrito se atiene a las circunstancias del momento y corrobora el comentario de Tácito sobre la persecución hacia los cristianos por parte de Nerón.
Otro detalle
al que hace referencia Tácito es a la destrucción de Jerusalén por el ejército
romano en el año 70, comandado por el general Tito. En su libro “Historia”, lleva
a cabo un brevísimo relato de los judíos desde Moisés hasta sus días, con
algunas opiniones desde su percepción personal. No obstante deja caer un
interesante dato sobre lo sucedido tras la muerte de Herodes el grande. Dice: a la muerte de Herodes, sin aguardar ninguna
decisión del César, un tal Simón usurpó el título de Rey y recibió su castigo a manos de Quintilio
Varo, que gobernaba en Siria; también en represalia, la población fue repartida
en tres gobiernos asignados a los hijos de Herodes (Historias Libro 5.9
Cornelio Tácito).
Es interesante que mencione ese detalle sobre la división
del gobierno de Herodes en una especie de tetrarquía, pues así lo hace también
el evangelio de Lucas en el capítulo 3, cuando menciona que en el año 15 de
Tiberio, Herodes era gobernante de Galilea, su hermano Filipo lo era de Iturea
y Lisanias de Abilene, queda confirmado que el escritor del evangelio conocía
bien ese detalle que solo lo mencionan Tácito y Josefo décadas después. Además,
se conoce una inscripción hallada en Abila, relacionada con la dedicación de un
templo durante el reinado de Tiberio, en la que aparece el nombre de Lisanias el
tetrarca.
No menciona a los cristianos en esa ocasión, pero si da
detalles como plataformas, parapetos y toda clase de invención desde lo antiguo
a lo más moderno para el asedio, utilizadas por Tito para la invasión final,
como también hace referencia al tiempo transcurrido entre el primer intento de
invasión por Cestio Galo y la toma de la ciudad por Tito, cuatro años en total.
Según los historiadores cristianos ese tiempo, sobre todo el año tercero fue
aprovechado por los cristianos para huir de Jerusalén y Judea y escapar de la
matanza anunciada por Jesús.
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