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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Joaquín de Fiore : El monje profeta del milenarismo


El ilustre monje cistercense Joaquín de Fiore, nacido en Celico (Calabria), en el 1135, en pleno auge de los movimientos cristianos pobres, fue un profeta del movimiento monacal. Es díficil entender que la iglesia de su época recelosa de todo aquel que enseñaba a su libre manera, no tomara medidas contra este y es más lo considerara posteriormente, casi un santo.

Estaba claro que para ese tiempo, Roma estaba perdiendo el control de los monasterios y eran muchos los movimientos u ordenes que iban saliendo. De muchas de estas ordenes monasticas se había dado vía libre para imponer sus propias reglas, normas, y en algunos casos enseñanzas., actuando en algunos casos, como la de los templarios, hospitalarios , casi como religiones independientes dentro del seno de la iglesia que supuestamente defendían. Surgieron algunos movimientos u ordenes de monjes para contrarrestar el auge de los movimientos pobres que estaban surgiendo por doquier, así surgieron las ordenes de mendicantes, que bajo el permiso de la iglesia, se dedicaban a deambular de un pueblo o aldea a otro, para estar de alguna manera cerca del pueblo, al que no siempre le era fácil asistir a iglesias, y con el fin de que los grupos heréticos no se introdujeran allí, como de hecho lo estaban haciendo por décadas, petrobrusianos, pobres lombardos, y los seguirían haciendo valdenses, cataros y otros.

A Joaquín de Fiore, podríamos definirlo como un visionario, alguien que tras un viaje a tierra santa, algunos dicen de peregrinación, otros que se adhirió a la segunda cruzada, en cualquier caso estuvo allí, y en aquellas tierras tuvo una experiencia mística, según el, que le hizo ver vislumbres de lo que sería el futuro. Aquello que pronto sonaría a nuevo iluminado que atraería a si y aglutinaría seguidores, al parecer no pretendía eso, aunque tampoco lo pretendían al principio Arnaldo de Brescia, ni Valdo.

La diferencia de Joaquín con los demás fue que este si tuvo el favor eclesiástico, pues no era su labor ir predicando sus cosas de casa en casa y por lo tanto no parecía un peligro a corto plazo. Su inspiración lo hizo aislarse primero en una cueva y después en un pequeño monasterio en Corrazo (Italia) alejado de la grandiosidad cistercense. Aunque volvería temporalmente a este en 1190, de nuevo se recluyó en el monte Petrolata en Italia y en 1192, en oposición al "capitulo General cistercense", órgano de gobierno de la orden de Cister, fundó su propio monasterio "San Giovanni in Fiore" o San Juan de Fiore, donde pronto tuvo un buen grupo de monjes discípulos base para la futura orden de Fiore.

Conoció el mensaje de Pedro Abelardo a través de su discípulo el otro Pedro, el Lombardo, el autor de las sentencias. Pero al parecer discutió con este sobre su forma de entender la tan llevada doctrina de la Trinidad, por la que Abelardo y Arnaldo de Brescia habían sido duramente criticados. En este caso Joaquín entendía la doctrina de una manera muy especial y realmente más difícil de entender que la propia doctrina nicenica. Básicamente venía a decir : Cada persona debía ser su esencia; y, además, la esencia misma tenía que ser subsistente aparte. Por consiguiente, las Personas divinas solo podían constituir una unidad moral o un colectivo. (cfr. DH 803). Según Joaquín, no podía pensarse que las Personas divinas fuesen accidentes o manifestaciones de la esencia divina, porque se incurriría en el modalismo, ni tampoco pensar que había tres personas y una esencia, sino entonces la esencia sería una cuarta parte y no sería trinidad. Quedaba solo una salida al dilema: que cada Persona divina fuese ella misma su esencia.

Visto así parecía contradecir de forma sustancial la doctrina enseñada por Roma, aunque después matiza, cuando trata de explicar las edades o etapas del mundo con las personas de la Trinidad, de manera que el mundo y su historia es una pero dividida en tres etapas, así como las personas de la trinidad siendo tres forman el mismo Dios. Entonces según el monje calabrés, la primera etapa fue la de Dios padre, la segunda Cristo y pronto, en 1260 según sus cálculos se entraría en la tercera etapa y final, la del Espíritu Santo. Similar a las ideas de Pedro Abelardo, quien en su última etapa fundara la escuela llamada "parakletos". O como los antiguos montanistas o con Tertuliano a la cabeza quienes también hablaron de esas etapas pero sin planteamientos trinitarios.

El caso es que para llegar a ciertas conclusiones el de Fiore, buscó en las profecías de Daniel, y en el calculo de las generaciones registradas en el evangelio de Mateo, para concluir que algo importante ocurriría en el año 1260, la apertura del séptimo sello, la llegada del anticristo, para dar paso después al milenio pacifico y el fin de los tiempos. Así volvía a reabrir la idea de un milenio que siglos atrás Agustín de Hipona se había encargado de enterrar. Joaquín pensaba que la iglesia con los numerosos ataques y herejías que estaban surgiendo, estaba padeciendo el paralelo del cautiverio judío en Babilonia y pronto escaparía de esta Babilonia, a la que el aplicaba a los emperadores carolingios franceses.

Por aquella época se hablaba del emperador de los últimos días y eran muchos los que hablaban de ello, algunos asignaban ese titulo no a un monarca que liberaría ala humanidad sino como le anticristo, entre ellos el propio Fiore, pensaba así.
La idea de Joaquín queda resumida en esta explicación dada por un posterior seguidor de las enseñanzas proféticas de Joaquín, el cardenal franciscano Buenaventura, que en 1257 escribió lo siguiente : llegará también el tiempo de "la restitución de todas las cosas", que seguirá a la ruina y a la gran tribulación, en la que aún los escogidos caerían en el error; es también el tiempo de "la última paz", en que se cumplirá la profecía de Ezequiel, se reedificará la Ciudad como en el principio... -aludiendo evidentemente a Jerusalén, aunque no explicando si la ciudad según la veía Agustín, simbolica, representando a la iglesia o literalmente la ciudad de Palestina nuevamente reconciliada con Dios- Después añade : y cuando la Iglesia militante será, cuanto es posible en este mundo, conforme a la triunfante, cuando Babilonia haya sido derribada y haya sido "arrojada la bestia que sube del abismo", sólo después de lo cual se dará la paz

Se habría una nueva época escatológica en la iglesia, así aquellos tiempos se vivieron como un despertar espiritual, aunque cada cual lo hacía a su manera, unos acusando a la iglesia de Babilonia (Valdenses, petrobrusianos, cataros) y otros como Joaquín a una clase gobernante opresora.

El caso es que pese a que el entendimiento del Apocalipsis y otros libros proféticos de la Biblia, había estado oculto y había sido tema tabú, durante varios siglos después de Agustín, ahora parecían redescubrirse, ya habían surgido los llamado "sibilinos cristianos" que circularon durante esos años y que hablaban que el fin de los tiempos llegaría en una época dorada cristiana. Aunque pronto ese resurgir escatológico volvería a apagarse de forma casi total por lo menos en la iglesia católica. En el caso de Joaquín, el esperaba que para el tiempo del fin de la etapa representada por Cristo, tras el año clave 1260, vendría el milenio del Espíritu Santo, reinaría la paz a través de un mundo monástico, en el que abundarían las ordenes y la gente viviría en los monasterios. Para llegar al fin de los tiempos en los que el Diablo sería soltado y el mundo probado. Pero no interpretaba el monje que este milenio fuese compuesto por mil años literales sino por un periodo de tiempo determinado por Dios, y así llamado.

Para Joaquín, la verdadera felicidad radicaba en la vida contemplativa, el acercamiento a Dios por la oración silenciosa, la meditación y la paz de aquellos lugares de recogimiento.

Tras la muerte de Joaquín en 1202, su influencia no se apagó, de hecho es posible que incluso el famoso Francisco de Asís, fundador de la orden de los franciscanos fuera conocedor de su obra, y aunque no lo cite, pero si otros franciscanos le leyeran y aceptaran sus ideas milenarias.

Pero el pensamiento joaquinista también hizo surgir movimientos disidentes dentro de la cristiandad, era difícil que no pasara esto dada la licensiosidad y despotismo de esta durante el siglo XIII. De hecho se condenaron algunas de sus opiniones respecto a la Trinidad, la creación, la redención de Cristo y sobre los Sacramentos; sin embargo no se atacó a su persona, pues al parecer se había extendido la fama de santidad entre el pueblo. Algunos joaquinitas simplemente animaban a unirse a la orden afín de los franciscanos, surgida tras la muerte de Joaquín.

Pero indirectamente los escritos de Joaquín también se hicieron eco entre algunos disidentes de la época, tenemos el caso de Amalrico o Amaury de Bene, quién al parecer fue contemporaneo del de Fiore, aunque no hay constancia de que tuviesen contacto alguno. De hecho en principio sus filosofías estaban bastante alejadas, pues Amaury destacó por adaptar la filosofía panteísta del filosofo irlandés Escoto Erigena, su idea se plasmaba en que Dios está en todo, por ello criticó el que se dijera que durante la eucaristía el pan se convierta en cuerpo de Cristo, ya que en realidad según su idea está en todos los panes. No sabemos si es el mismo Amelrico al que hace referencia John Foxe en El Libro de los Mártires, tomo IV, donde se cita lo siguiente :...en el siglo decimotercero un arudito llamado Almerico, y seis de sus discípulos, fueron quemados en París por afirmar que Dios no estaba más presente en el pan sacramental que en cualquier otro pan; que era idolatría construir altares o santuarios a los santos, y que era ridículo ofrecerles incienso. (Libro de los Mártires de Foxe, Cap. IV, 11). El caso es que tras su muerte en 1206, sus obras que pasaron desapercibidas para los guardianes de la Iglesia, fueron cuidadosamente copiadas por sus seguidores. Y fue cuando añadieron a su ideología los escritos de Joaquín de Fiore, cuando despertaron el recelo de la Iglesia. Al parecer les atrajo la teoría joquinista de la esencia de las persona de la trinidad, añadiendo que los humanos también partimos de esa esencia. Muchos de los seguidores de Amaury fueron brutalmente quemados en Paris.

Camino distinto tomarían algunos de sus seguidores, por ejemplo una tal Gillelma de Bohemia, quien fundara una especie de orden femenina en 1260 en Milán y cuyos seguidores pensaban que había sido concebida por Espíritu Santo, incluso se le atribuyen milagros y fue considerada como la que abriría la puerta a la tercera etapa o edad predicha por el de Fiore. Así fue una mujer, la primera con permiso de Maximilia la de Montano, en liderar un grupo cristiano alternativo, aunque el empuje de su movimiento surgió realmente tras su muerte. Es curioso que pese a su enseñanza, en el que su movimiento liderado por mujeres, lograría convertir a musulmanes y judíos al cristianismo y liberaría a las mujeres de sus ataduras, tras su muerte en Milán en 1281 u 82, todavía no se tiene muy claro este punto, es enterrada en olor de multitudes y tal si fuera una santa en el monasterio cistercense del lugar. Dando pie a peregrinaciones hacia ese lugar y sus seguidores empezaron a predicar la vuelta a la resurrección de esta en el año 1300.

Pero las seguidoras de esta, llamadas guillelminas, fueron mas allá y se organizaron nombrando sacerdotisas, cardenales mujeres, incluso se habla de una futura papisa, llamada Manfreda, quien fuera prima del representante imperial en Milán. Era la rebelión femenina, poco papel habían tenido estas en el largo periplo de criatianismos e ideas cristianas, pero ahora en esos siglos de despertar de las ideas, surgían con fuerza. Aunque no fueron las primeras feministas, pues también hubo la orden de las beguinas, de las que hablaremos en otro capitulo. Pero las guillerminas basaban su enseñanza adaptando las profecías de Joaquín a su modo de pensar, incluso tuvieron sus escritos, se dice que hasta escribieron nuevos evangelios, mas feminizados. Se empieza a atacar a la iglesia y sus líderes, por ejemplo el papa Bonifacio VIII, es tachado de usurpador al igual que sus cardenales.

Y fue precisamente este quien por medio de la instaurada inquisición mandara a dar muerte a las seguidoras del movimiento, entre ellas a la supuesta papisa Manfreda, incluso se ordenó desenterrar los restos de Guillelma y estos fueron quemados en acto público, junto a un buen nutrido numero de líderes, que fueron quemados en esa ocasión. Aquello significó el fin de las guilleminas, algunas fueron absorbidas mas tarde por las beguinas, que hasta ese tiempo gozaban todavía del amparo eclesiástico.

También en el fatídico año 1260 surgió de la herencia profética del de Fiore, un excéntrico personaje llamado Gerardo Segarelli, quien imitando a los movimientos pobres del siglo anterior empezó a predicar el fin de la iglesia y del papa, al que acusaba de ser el verdadero anticristo. Parece que su primer discípulo fue un sirviente de los franciscanos de la ciudad de Parma. Su vida austera y rigurosa le hizo ganar la amistad o al menos la protección del obispo de la misma ciudad, además antes de hacerse mas radical en sus posturas, mantuvo también contactos con los franciscanos, al menos se detenía a escuchar, rezar y meditar en su Iglesia.

El grupo de Segarelli estaba imbuido de su misión predicadora, y su afán de imitar la vida de Cristo y sus apóstoles, los llevó a practicar una vida de mendicidad, vistiendo un hábito casi araposo y reuniéndose en casas en las que el «pater» Gerardo, los aleccionaba incitándolos a hacer penitencia. Iban por casas y plazas, clamando por la realización de una vida de pobreza y arrepentimiento ante la segura llegada del fin del mundo, al grito de «Penitenciágite», una extraña adaptación del latino «Penitentiam Agite». (Agitacion de la penitencia).

El éxito del movimiento, los llevó a querer convertirse en institución, para ello se dirigieron a las autoridades eclesiásticas quienes designaron al abad cisterciense de Fontevino para esta misión. Pero el abad en vista de las pauperrimas apariencias del grupo, les insta que no hagan vida conventual ni se congreguen en casas, sino que vayan por el mundo pidiendo hospitalidad y mendigando y dando testimonio de su fe, tal como las ordenes mendicantes.

Más a partir del concilio de Lyon en 1274, se pone freno a las numerosas ordenes mendicantes, sobre todo porque la iglesia se da cuenta que estas ordenes están tomando mucho poder e influencia y son focos de herejía según ellos. Comenzaron a aparecer contra los seguidores de Segarelli, las típicas acusaciones de herejía: simulación de santidad, reuniones ocultas en las que se mezclan hombres y mujeres con deshonestos própositos, predicación contra la Iglesia Romana, etc.. Curiosamente fueron los franciscanos los más hostiles contra este a quien acusaban de loco perturbado, de practicar sodomía y otras blasfemias, acusaciones por cierto, totalmente sin fundamento.

Así para el año 1300, el mismo año en que se ajusticiaron a las guilleminas, el otro reducto del joaquinismo también cayó, ya que cuatro seguidores de Gerardo fueron condenados. Su líder, es elude la hoguera y es condenado a cárcel perpetua gracias a la intervención de su antiguo protector, el obispo de Parma, Obizzo Sanvitali, pero tras pasar éste a la sede de Rávena, y otro ocupar el lugar de Sanvitali, Segarelli es también condenado a la hoguera pocos meses después, en el mismo año 1300.

Pero ya había un sucesor para Gerardo Sevarelli, este era llamado Dolcino de Novara, según algunos historiadores, su verdadero nombre era Davide Tornielli, hijo ilegitimo de un cura, fue cuidado y educado en Novara y con el tiempo se unió al grupo liderado por Segarelli, siendo uno de los ideólogos del movimiento religioso.

Dolcino era más culto que Segarelli, pues al parecer por influencia de su padre cursó estudios eclesiásticos y pudo profundizar en los escritos y preceptos bíblicos y las enseñanzas de los llamados padres de la iglesia, eso le hizo ser gran conocedor de la historia de esta y sabedor de los cambios doctrinales sufridos a lo largo de los siglos. El espontáneo mensaje de pobreza y penitencia de éste, se amplía con nuevos mensajes todos ellos basados en los escritos joaquinitas.

Dolcino fue considerado como un profeta enviado por Dios para anunciar la inminente llegada de los Últimos Tiempos. Dulcino dejó escritas sus ideas en una serie de cartas enviadas a los Apostólicos entre el 1300 y el 1307. Entre otras cosas en sus cartas decía : Los cristianos deben tomar una decisión: o bien se mantienen en esa realidad histórica de signo negativo que está absolutamente corrompida y llegando a su fin, o bien se convierten a la realidad positiva que resiste a la corrupción y está a punto de afirmarse universalmente con la llegada de la nueva era del Espíritu. A la «congregación espiritual» de los apostólicos que viven en pobreza imitando la vida de Jesús y sus discípulos y que se rige por un vínculo de solidaridad interno y no formal o externo -sin sumisión a ninguna regla por tanto- se le unirán todos los «espirituales» que están en otras órdenes; para el resto es tiempo de castigo y exterminio: los poderosos y tiranos, pero también muchos del pueblo, el clero secular y todos los regulares, especialmente los mendicantes que por sus riquezas pertenecían a la Iglesia camal y corrupta.

Este denuncia también el poder y la ambición material de la iglesia, que según este había empezado a corromperse en el en el siglo IV, desde Constantino. El anuncio de este inminente fin le hace escribir este llamamiento que va dirigido los miembros del movimiento, a quienes llama "Hermanos apostólicos", nombre que al parecer usaban desde el tiempo de Segarelli.
Según Dulcino, en base a las ideas joaquinitas, adaptando algunas de sus tesis, la historia de la humanidad constaba de cuatro períodos:
-El del Viejo Testamento, caracterizado por la multiplicación del género humano.
-El de Jesucristo y los Apóstoles, caracterizado por la castidad y pobreza.
-El iniciado por el emperador Constantino y el Papa Silvestre I, caracterizado por una decadencia de la Iglesia a causa de la acumulación de riquezas y ambiciones.
-El de los apostólicos, caracterizado por el modo de vivir austero, en pobreza y castidad, que se prolongaría hasta el fin de los tiempos. Dolcino de Novara, lider espiritual de los Hermanos apostolicos

Hubo varios papas que murieron en circunstancias anómalas durante el periodo que va desde Bonifacio VIII, hasta la llegada de Clemente V, algunos pretenden atribuir a los hermanos apostólicos la culpa de esto, pero nada mas lejos, estos más bien se acercan a valdenses en su mensaje de pacifismo, solo esperando que Dios ponga las cosas en sus sitio, el único problema es que no era el tiempo para ello.

Se lanzó una cruzada contra ellos para el año 1306 y millares de Hermanos apostólicos fueron masacrados en las montañas de Piamonte donde se refugiaron.
En 1307 se detiene a Dolcino a su mujer y a otro líder Longino di Bérgamo, que son torturados brutalmente para después de eso obligar a Dolcino a presenciar la quema en la hoguera de su esposa Margarita y su gran amigo Longino.
Se dice que tanto durante este cruel acto y en su posterior martirio y quema en la hoguera, Dolcino demostró una entereza impresionante, ni un gemido ni un grito desesperado ni un tratar de soltarse, aquello dejó sorprendido a todos los presentes.

Eran tiempos duros en los que era prácticamente imposible que cualesquier movimiento religioso prosperara más allá de unas cuantas generaciones, pues tarde o temprano acabaría por sucumbir ante el impresionante poder que la iglesia ostentaba.

Joaquín nunca fue sin embargo acusado de herejía, ni condenado como tal, aunque como ya dijimos algunas de sus ideas si lo fueron y como vimos los que siguieron sus profecías terminaron mal parados. ¿Significaba esto que Joaquín y sus seguidores estaban equivocados o que la iglesia había tenido poder de cambiar o impedir la realización de la voluntad divina?

Las ideas joaquinitas sobre las etapas del hombre y sobre el milenio volverían al tiempo debido, y esta vez nadie impedirá su difusión y su cumplimiento, pero mientras tanto era vital que surgieran pequeños brotes de en medio de la maraña, algunos tan confundidos como la propia mala hierba.

3 comentarios:

  1. lo mas sintetico y compresible para hoy. felicitaciones

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  2. hola
    estoy buscando las cartas de dolcino traducidas al castellano, ¿sabrías indicarme?
    gracias y ánimo con el proyecto

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  3. Las citas de las cartad de Dolcino de Novara son sacadas de una revista de historia, llamada Medieval, solo he encontrado fragmentos como los que se citan en el el articulo, no está en digital pero intentaré ver sus fuentes. En cuanto sepa algo aquí mismo lo pongo. Gracias Nedilo.

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