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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Hipatia de Alejandría ¿Fue realmente asesinada por sus ideas científicas?

 


Nadie pone en duda la existencia de esta gran científica, matemática, inventora, maestra neoplatónica y filosófa, que destacó en aquellos tiempos en los que pocas mujeres lo hacían, en un mundo grecorromano dominado por los hombres. Mucho de lo que sabemos sobre Hipatia se le debe a La suda, una enciclopedia bizantina de carácter histórico del siglo X.

          Claro que a raíz de una especie de revisionismo histórico, feminista por un lado, y cientificista por otro, se ha elevado a este personaje a la categoría de mártir de la causa feminista, liberal y científica. Se repite hasta la saciedad que fue asesinada cruelmente por sus ideas, por una turba de opositores cristianos que habían pasado de ser perseguidos a perseguir a todo aquel que no pensara como ellos. A la vez, se afirma que esta misma turba arrasó la biblioteca de Alejandría, que Hipatia defendió con todas sus fuerzas.

         Pero vamos a intentar ver qué hay de cierto en todas estas afirmaciones, no para derribar o denostar a una gran persona, si no para explicar la verdad o al menos quitar las añadiduras interesadas que manipulan y tergiversan la verdad.

           Hipatia, natural de Egipto, nace en Alejandría aproximadamente entre los años 355 a 370, no está firmemente establecida la fecha de su nacimiento, si bien sabemos que uno de sus discípulos, Sinesio de Cirene nació en el año 375, por tanto es más probable que ella naciera en las fechas más tempranas, vamos a considerar el 360 como el más acertado.

       Su padre, Teón de Alejandría, fue también matemático y astrónomo, y había sobresalido como gran escritor y divulgador en su época, destacó como editor de varias obras de Euclides, como “Óptica” o “Elementos”. Algunas fuentes indican que fue el último director y conservador de la legendaria biblioteca de Alejandría y que gracias a esto, pudo dar a su hija una educación completa en varias escuelas, como matemáticas, astronomía, filosofía. Se dice que se casó con otro filósofo llamado Isidoro, aunque no se menciona descendencia, según La Suda, fue un matrimonio muy particular, más parecido a un pacto de amigos.

        Pero es aquí precisamente donde encontramos la primera contradicción, pues también algunos le suelen atribuir a ella un papel excesivamente liberal, como si no necesitó la compañía de un hombre, por su amor a la ciencia y su dedicación a ella en cuerpo y alma. Pero si tuvo tiempo para el amor, si bien por alguna desconocida razón, no tuvo descendencia.

         Otro asunto que no correspondió a ella ni a su padre fue el cuidado de la biblioteca de Alejandría. Pues ni Teón, ni Hipatia conocieron en vida aquella biblioteca que ya no existía, pues su última destrucción fue causada por el ataque llevado a cabo por Aureliano en el año 272 contra la rebelión de la reina Zenobia del escindido imperio de Palmira, que había tomado la ciudad pocos años antes. Según los historiadores de la época, el ataque de Aureliano destruyó completamente el distrito de Brucheion, donde se encontraba la biblioteca, que además para esa época se encontraba en situación muy precaria, formando parte de un edificio de conservación del arte llamado Museion, también en declive tras varios incendios anteriores y la falta de financiación desde tiempos de Carcalla en el 215.



        Quizás la confusión se debe a que a principios del siglo IV se había establecido una institución conocida también como Museion, que no tenía que ver con el antiguo edificio que contenía la biblioteca, sencillamente había tomado su nombre en honor a aquella casa de la sabiduría. Pero la realidad es que probablemente el Museion al que Teón accediese como director haya sido tan solo una escuela de filosofía neoplatónica y donde se impartieran otras ciencias. Es posible que aquella escuela ocupase un lugar físico, Zacarías de Mitilene y Ezeas de Gaza mencionan que a finales del siglo V existía un lugar llamado Museion en la ciudad y recientemente algunos arqueólogos parecen haber descubierto restos de una especie de escuela filosófica con aulas. En esa escuela estudió Hipatia a los pies de su padre y luego, con el tiempo ella misma enseñó y posiblemente dirigió la escuela cuando su padre se retiró en el año 400. Pero no fue destruida esta escuela ni su biblioteca cuando ella murió, pues por los testimonios de Eneas y Zacarías señalan que por el año 490 aún existía. 

Es más que probable que de ser cierto, la destrucción de una biblioteca que el califa musulmán Omar mandó a quemar en el año 640 fuese la que contenía la escuela Museion o la heredera de esta. Aunque hay dudas de que esto fuese así, pues para ese tiempo la degradación de la ciudad era evidente y poco se sabe de la existencia de tal escuela.

Si hubo, una destrucción de una escuela pagana, la llamada Serapeum en el año 391 por orden de un obispo cristiano llamado Teófilo, en el contexto de la lucha contra el paganismo posterior a Juliano el apóstata. El Serapeum de Alejandría fue una especie de templo escuela fundado en el año 300AC por Ptolomeo I Soter. Varias veces destruido y reconstruido, para el siglo III y IV se había convertido en un centro de peregrinación de los adoradores de Apis y Serapis, además de una importante escuela neoplatónica jámbilica, que insistía en la búsqueda de la divinidad a través de la Teúrgia, una práctica esotérica que consistía en la invocación de poderes espirituales, utilizando rituales ancestrales. Se decía que durante muchos años albergó una gran biblioteca, pero en gran parte eran textos religiosos egipcios y de magia.

Existen serias dudas de que Hipatia tomara parte en la defensa del Serapeum, pues tanto su padre como ella, rechazaron las enseñanzas jambilicas, las consideraban meras supersticiones. La mente de Hipatia estaba más bien dirigida hacia las ciencias lógicas y exactas, aunque tomaba la parte filosófica neoplatónica de Plotnio como inspiración de sus ideas. Si bien no se le puede considerar atea, ni siquiera agnóstica, creía que el universo era el resultado de una serie de emanaciones de una realidad original, eterna inmaterial y divina. También aceptaba que de ese mismo principio divino conocido como el Nous, de donde proceden todas las almas.

Sin embargo, a ella le fascinaba descubrir cómo funcionaba el universo, aplicando la matemática a los cálculos astronómicos, logró mejorar instrumentos como el astrolabio, de tal manera que se lograse determinar con más precisión las posiciones de las estrellas y planetas. Inventó el Densímetro, una especie de cilindro de cristal hueco acabado en un bulbo pesado en uno de sus extremos y que servía para flotar en posición vertical, este instrumento servía para calcular la densidad relativa de los líquidos dependiendo del grado de hundimiento que se consiguiese, pues en uno de sus vástagos se marcaron líneas de medidas.

Tampoco se puede afirmar que Hipatia fuera una pagana militante enfrentada a los cristianos de su época, pues se le relaciona con varios de ellos a los que educó, pues Alejandría desde los tiempos de Clemente y Orígenes se consideró una importante escuela platónica cristiana, donde recibieron enseñanza muchos grandes maestros cristianos. Para el siglo IV seguía siendo una fuente de obispos de relevancia, a algunos como Sinesio de Cirene, fueron estudiantes en su escuela y siempre mostraron su agradecimiento y gran aprecio por su enseñanza. Durante toda su vida, Sinesio siguió sintiendo admiración por aquella sabia mujer, de hecho, gran parte de la información recogida en la Suda, cita del epistolario de Sinesio, donde a menudo hace referencia a las obras de Hipatia, y gracias a ese epistolario conocemos parte de los descubrimientos y obras de la célebre matemática a la que describe como madre, hermana, profesora y benefactora.

También entre sus discípulos estuvo Orestes, que con el tiempo ambicionaría el puesto de prefecto imperial en Alejandría. Este intentó sin lograrlo que aceptara el cristianismo que para ese tiempo ya se consideraba la religión mayoritaria en el imperio, y Alejandría también era mayoritariamente católica. Si bien había en aquella ciudad varias tendencias en pugna, como los arrianos, novacianos, donatistas y los origienistas. Pero Hipatia no quiso renunciar a sus ideas y no se dejó seducir por ninguna tendencia cristiana, quizás, en todo caso hubiese simpatizado más con los seguidores de Evagrio Póntico, contemporáneo suyo. Ese monje asceta le dio impulso a las enseñanzas y textos de Orígenes, un cristiano del siglo III que introdujo el neoplatonismo en el doctrinario cristiano.

Uno de los episodios de intolerancia más duros que pudo vivir Hipatia fue la destrucción del Serapeum por parte del las autoridades alejandrinas, influenciadas por el obispo copto Teófilo. En el año 391 obtuvo la orden por parte del emperador Teodosio de destruir los templos paganos como el Mitero y el Serapeo por considerarlos fuente de enseñanzas demoniacas, quemando sus bibliotecas.  Aquello provocó una rebelión y sangrientos disturbios entre facciones cristinas católicas y los paganos y hasta Teodosio tuvo que intervenir recortando privilegios al obispado. Curiosamente Hipatia evitó enfrentamientos directos con Teófilo y mantuvo su escuela intacta, al igual que la biblioteca que contenía. De hecho, tras aquellos disturbios hubo varios años de paz, poco comunes en aquella gran urbe, cuya historia estable repleta de tumultos sangrientos en su larga historia. Superando los cuarenta años se convirtió en la directora de la escuela Museiom, tras el retiro de su padre Teón y ya para ese tiempo se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos.

Pero tres años después de la muerte de Teófilo en el 412, accedió al obispado de Alejandría otro personaje más intolerante que Teófilo, su sobrino Cirilo, esta situación fue criticada por muchos, pues olía a nepotismo. Cirilo, además de impulsor de nuevas doctrinas como el monofisismo o defensor de la Theotokía, en oposición a Nestorio, fue un azuzador de los fanáticos opositores al paganismo, antisemita y sobre todo enemigo acérrimo de los novacianos, a quienes despojó de todos sus templos y posesiones. Por otro lado, estaba Orestes, amigo y antiguo alumno de Hipatia, quien también era cristiano recién convertido y ostentaba la prefectura imperial en la provincia de Egipto. Orestes no aceptaba las tesis de Cririlo, ni sus métodos, por eso se vio obligado a informar de los abusos y excesos de celo de Cirilo al emperador, intentando conseguir que este impusiera el desterrado a aquel, aunque sin lograrlo.   

El odio hacia los judíos colmó la paciencia de Orestes y gracias a su intervención se evitó una masacre de judíos a manos de los fanáticos seguidores de Cririlo, aunque muchos tuvieron que emigrar a otras zonas más tranquilas. Cririlo intentó buscar un acercamiento a Orestes, pero este no le guardaba simpatías y deseaba buscar la manera de expulsarle de Alejandría y que se nombrara a alguien más allegado a sus intereses. Hay que tener en cuenta que pese a todo Cririlo era una persona muy astuta y manipuladora, y disfrutaba de una gran popularidad entre los alejandrinos, además hizo venir a un grupo de monjes cercanos a sus tesis, los monjes de Nitra que formaron el núcleo duro de sus seguidores.   

Fue bajo estas circunstancias cuando sucedió el trágico asesinato de la célebre científica. Orestes no era bien recibido por las huestes fanáticas de Cirilo, en ocasiones hasta lo atacaron con piedras, mandando a torturar y matar a Amonio uno de los principales acusados de aquel atentando, lo cual no hizo sino encender más la ira de los fanáticos. Estaba claro que Orestes no tenía la popularidad de Cririlo y eso le irritaba. Hipatia si gozaba de cierto prestigio y el hecho de haberse mantenido neutral en los asuntos religiosos y políticos la protegió de los problemas, su escuela funcionaba con normalidad y tampoco sufrió ataque alguno. Pero su simpatía por Orestes y sus intentos por un acercamiento entre este y Cirilo le supuso colocarse en el centro de la diana de los fanáticos exaltados seguidores de las tesis de Cirilo.



El caso es que en el año 415, una turba de alborotadores dirigida por los monjes de Nitria y encabezada por un tal Pedro, atacaron a Hipatia en plena calle, la sacaron de su carruaje, la arrastraron, la desnudaron, luego le lanzaron piedras y tejas, en un ataque brutal. Según algunos informes, llegaron a despedazarla y a quemar sus restos en el exterior de la ciudad. Ante tan vil crimen, Orestes decidió abandonar la ciudad y dejar vacante la sede de la prefectura.

 No hay prueba de que Cirilo estuviese informado, ni que mandase a atacarla, a pesar de su carácter ambicioso y dominador, era una persona culta, conocedor de muchas obras tanto de cristianos como autores no cristianos, además su propia esposa, Eudocia, había sido una maestra filósofa en Atenas, tal como lo era Hipatia en Alejandría y mostraba respeto por la enseñanza filosófica. Pero no cabe duda que todos estos sucesos fueron promovidos por su intolerancia, predicada desde su pulpito, contra judíos y sobre todo contra sus adversarios políticos. Hipatia tampoco estuvo opuesta al cristianismo, no se enfrentó a Cirilo de manera directa, ni se menciona que hubiese ataques a la escuela de Hipatia, ni a otras de similar calado, pero el odio que algunos profesaban por Orestes fue redirigido a los que de una u otra forma le apoyaron.   

Así, podemos concluir que el asesinato de la ilustre científica Hipatia, no se debió a una persecución contra la ciencia, ni contra sus ideas, fue más bien por asuntos meramente políticos, víctima de las ambiciones de unos y otros, tampoco se trataba de una jovencita rebelde, era una mujer madura, de la alta sociedad alejandrina y respetada por todos, cercana a los sesenta. Fue Carl Sagan, quien erróneamente señaló a aquella científica como mártir por la ciencia, si bien no fue el primero, luego Amenabar con su película “Agora”, quien reviviera la vida de la tristemente célebre matemática, basándose en las tesis de Sagan y por tanto errando en varios relatos históricos que no ocurrieron en su época y que no se aferran a los hechos.

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