Nadie pone en duda la existencia de esta gran científica,
matemática, inventora, maestra neoplatónica y filosófa, que destacó en aquellos
tiempos en los que pocas mujeres lo hacían, en un mundo grecorromano dominado
por los hombres. Mucho de lo que sabemos sobre Hipatia se le debe a La suda,
una enciclopedia bizantina de carácter histórico del siglo X.
Claro que a raíz de una especie
de revisionismo histórico, feminista por un lado, y cientificista por otro, se
ha elevado a este personaje a la categoría de mártir de la causa feminista,
liberal y científica. Se repite hasta la saciedad que fue asesinada cruelmente
por sus ideas, por una turba de opositores cristianos que habían pasado de ser
perseguidos a perseguir a todo aquel que no pensara como ellos. A la vez, se
afirma que esta misma turba arrasó la biblioteca de Alejandría, que Hipatia
defendió con todas sus fuerzas.
Pero vamos a intentar ver
qué hay de cierto en todas estas afirmaciones, no para derribar o denostar a
una gran persona, si no para explicar la verdad o al menos quitar las
añadiduras interesadas que manipulan y tergiversan la verdad.
Hipatia, natural de Egipto,
nace en Alejandría aproximadamente entre los años 355 a 370, no está firmemente
establecida la fecha de su nacimiento, si bien sabemos que uno de sus
discípulos, Sinesio de Cirene nació en el año 375, por tanto es más probable
que ella naciera en las fechas más tempranas, vamos a considerar el 360 como el
más acertado.
Su padre, Teón de
Alejandría, fue también matemático y astrónomo, y había sobresalido como gran
escritor y divulgador en su época, destacó como editor de varias obras de
Euclides, como “Óptica” o “Elementos”. Algunas fuentes indican que fue el
último director y conservador de la legendaria biblioteca de Alejandría y que gracias
a esto, pudo dar a su hija una educación completa en varias escuelas, como
matemáticas, astronomía, filosofía. Se dice que se casó con otro filósofo
llamado Isidoro, aunque no se menciona descendencia, según La Suda, fue un
matrimonio muy particular, más parecido a un pacto de amigos.
Pero es aquí precisamente donde encontramos la
primera contradicción, pues también algunos le suelen atribuir a ella un papel
excesivamente liberal, como si no necesitó la compañía de un hombre, por su
amor a la ciencia y su dedicación a ella en cuerpo y alma. Pero si tuvo tiempo para el amor, si bien por
alguna desconocida razón, no tuvo descendencia.
Otro
asunto que no correspondió a ella ni a su padre fue el cuidado de la biblioteca
de Alejandría. Pues ni Teón, ni Hipatia conocieron en vida aquella biblioteca
que ya no existía, pues su última destrucción fue causada por el ataque llevado
a cabo por Aureliano en el año 272 contra la rebelión de la reina Zenobia del
escindido imperio de Palmira, que había tomado la ciudad pocos años antes.
Según los historiadores de la época, el ataque de Aureliano destruyó
completamente el distrito de Brucheion, donde se encontraba la biblioteca, que
además para esa época se encontraba en situación muy precaria, formando parte
de un edificio de conservación del arte llamado Museion, también en declive
tras varios incendios anteriores y la falta de financiación desde tiempos de
Carcalla en el 215.
Quizás la confusión se
debe a que a principios del siglo IV se había establecido una institución
conocida también como Museion, que no tenía que ver con el antiguo edificio que
contenía la biblioteca, sencillamente había tomado su nombre en honor a aquella
casa de la sabiduría. Pero la realidad es que probablemente el Museion al que
Teón accediese como director haya sido tan solo una escuela de filosofía neoplatónica
y donde se impartieran otras ciencias. Es posible que aquella escuela ocupase
un lugar físico, Zacarías de Mitilene y Ezeas de Gaza mencionan que a finales
del siglo V existía un lugar llamado Museion en la ciudad y recientemente
algunos arqueólogos parecen haber descubierto restos de una especie de escuela
filosófica con aulas. En esa escuela estudió Hipatia a los pies de su padre y
luego, con el tiempo ella misma enseñó y posiblemente dirigió la escuela cuando
su padre se retiró en el año 400. Pero no fue destruida esta escuela ni su
biblioteca cuando ella murió, pues por los testimonios de Eneas y Zacarías
señalan que por el año 490 aún existía.
Es más que probable que de ser cierto, la destrucción de
una biblioteca que el califa musulmán Omar mandó a quemar en el año 640 fuese
la que contenía la escuela Museion o la heredera de esta. Aunque hay dudas de
que esto fuese así, pues para ese tiempo la degradación de la ciudad era
evidente y poco se sabe de la existencia de tal escuela.
Si hubo, una destrucción de una escuela pagana, la
llamada Serapeum en el año 391 por orden de un obispo cristiano llamado
Teófilo, en el contexto de la lucha contra el paganismo posterior a Juliano el
apóstata. El Serapeum de Alejandría fue una especie de templo escuela fundado
en el año 300AC por Ptolomeo I Soter. Varias veces destruido y reconstruido,
para el siglo III y IV se había convertido en un centro de peregrinación de los
adoradores de Apis y Serapis, además de una importante escuela neoplatónica
jámbilica, que insistía en la búsqueda de la divinidad a través de la Teúrgia,
una práctica esotérica que consistía en la invocación de poderes espirituales,
utilizando rituales ancestrales. Se decía que durante muchos años albergó una
gran biblioteca, pero en gran parte eran textos religiosos egipcios y de magia.
Existen serias dudas de que Hipatia tomara parte en la
defensa del Serapeum, pues tanto su padre como ella, rechazaron las enseñanzas
jambilicas, las consideraban meras supersticiones. La mente de Hipatia estaba
más bien dirigida hacia las ciencias lógicas y exactas, aunque tomaba la parte
filosófica neoplatónica de Plotnio como inspiración de sus ideas. Si bien no se
le puede considerar atea, ni siquiera agnóstica, creía que el universo era el
resultado de una serie de emanaciones de una realidad original, eterna
inmaterial y divina. También aceptaba que de ese mismo principio divino
conocido como el Nous, de donde proceden todas las almas.
Sin embargo, a ella le fascinaba descubrir cómo
funcionaba el universo, aplicando la matemática a los cálculos astronómicos,
logró mejorar instrumentos como el astrolabio, de tal manera que se lograse
determinar con más precisión las posiciones de las estrellas y planetas.
Inventó el Densímetro, una especie de cilindro de cristal hueco acabado en un
bulbo pesado en uno de sus extremos y que servía para flotar en posición
vertical, este instrumento servía para calcular la densidad relativa de los
líquidos dependiendo del grado de hundimiento que se consiguiese, pues en uno
de sus vástagos se marcaron líneas de medidas.
Tampoco se puede afirmar que Hipatia fuera una pagana
militante enfrentada a los cristianos de su época, pues se le relaciona con
varios de ellos a los que educó, pues Alejandría desde los tiempos de Clemente
y Orígenes se consideró una importante escuela platónica cristiana, donde
recibieron enseñanza muchos grandes maestros cristianos. Para el siglo IV
seguía siendo una fuente de obispos de relevancia, a algunos como Sinesio de
Cirene, fueron estudiantes en su escuela y siempre mostraron su agradecimiento y gran aprecio por su enseñanza. Durante toda su vida, Sinesio siguió sintiendo
admiración por aquella sabia mujer, de hecho, gran parte de la información recogida en
la Suda, cita del epistolario de Sinesio, donde a menudo hace referencia a las obras de Hipatia, y gracias a ese epistolario conocemos parte de
los descubrimientos y obras de la célebre matemática a la que describe como
madre, hermana, profesora y benefactora.
También entre sus discípulos estuvo Orestes, que con el
tiempo ambicionaría el puesto de prefecto imperial en Alejandría. Este intentó
sin lograrlo que aceptara el cristianismo que para ese tiempo ya se consideraba
la religión mayoritaria en el imperio, y Alejandría también era
mayoritariamente católica. Si bien había en aquella ciudad varias tendencias en
pugna, como los arrianos, novacianos, donatistas y los origienistas. Pero
Hipatia no quiso renunciar a sus ideas y no se dejó seducir por ninguna
tendencia cristiana, quizás, en todo caso hubiese simpatizado más con los seguidores de
Evagrio Póntico, contemporáneo suyo. Ese monje asceta le dio impulso a las
enseñanzas y textos de Orígenes, un cristiano del siglo III que introdujo el
neoplatonismo en el doctrinario cristiano.
Uno de los episodios de intolerancia más duros que pudo
vivir Hipatia fue la destrucción del Serapeum por parte del las autoridades
alejandrinas, influenciadas por el obispo copto Teófilo. En el año 391 obtuvo
la orden por parte del emperador Teodosio de destruir los templos paganos como
el Mitero y el Serapeo por considerarlos fuente de enseñanzas demoniacas,
quemando sus bibliotecas. Aquello
provocó una rebelión y sangrientos disturbios entre facciones cristinas
católicas y los paganos y hasta Teodosio tuvo que intervenir recortando
privilegios al obispado. Curiosamente Hipatia evitó enfrentamientos directos
con Teófilo y mantuvo su escuela intacta, al igual que la biblioteca que
contenía. De hecho, tras aquellos disturbios hubo varios años de paz, poco
comunes en aquella gran urbe, cuya historia estable repleta de tumultos
sangrientos en su larga historia. Superando los cuarenta años se convirtió en
la directora de la escuela Museiom, tras el retiro de su padre Teón y ya para
ese tiempo se había convertido en líder de los neoplatónicos alejandrinos.
Pero tres años después de la muerte de Teófilo en el 412,
accedió al obispado de Alejandría otro personaje más intolerante que Teófilo, su
sobrino Cirilo, esta situación fue criticada por muchos, pues olía a nepotismo.
Cirilo, además de impulsor de nuevas doctrinas como el monofisismo o defensor
de la Theotokía, en oposición a Nestorio, fue un azuzador de los fanáticos
opositores al paganismo, antisemita y sobre todo enemigo acérrimo de los
novacianos, a quienes despojó de todos sus templos y posesiones. Por otro lado,
estaba Orestes, amigo y antiguo alumno de Hipatia, quien también era cristiano
recién convertido y ostentaba la prefectura imperial en la provincia de Egipto.
Orestes no aceptaba las tesis de Cririlo, ni sus métodos, por eso se vio
obligado a informar de los abusos y excesos de celo de Cirilo al emperador,
intentando conseguir que este impusiera el desterrado a aquel, aunque sin
lograrlo.
El odio hacia los judíos colmó la paciencia de Orestes y
gracias a su intervención se evitó una masacre de judíos a manos de los
fanáticos seguidores de Cririlo, aunque muchos tuvieron que emigrar a otras
zonas más tranquilas. Cririlo intentó buscar un acercamiento a Orestes, pero
este no le guardaba simpatías y deseaba buscar la manera de expulsarle de
Alejandría y que se nombrara a alguien más allegado a sus intereses. Hay que
tener en cuenta que pese a todo Cririlo era una persona muy astuta y
manipuladora, y disfrutaba de una gran popularidad entre los alejandrinos,
además hizo venir a un grupo de monjes cercanos a sus tesis, los monjes de
Nitra que formaron el núcleo duro de sus seguidores.
Fue bajo estas circunstancias cuando sucedió el trágico asesinato de la célebre científica. Orestes no era bien recibido por las huestes fanáticas de Cirilo, en ocasiones hasta lo atacaron con piedras, mandando a torturar y matar a Amonio uno de los principales acusados de aquel atentando, lo cual no hizo sino encender más la ira de los fanáticos. Estaba claro que Orestes no tenía la popularidad de Cririlo y eso le irritaba. Hipatia si gozaba de cierto prestigio y el hecho de haberse mantenido neutral en los asuntos religiosos y políticos la protegió de los problemas, su escuela funcionaba con normalidad y tampoco sufrió ataque alguno. Pero su simpatía por Orestes y sus intentos por un acercamiento entre este y Cirilo le supuso colocarse en el centro de la diana de los fanáticos exaltados seguidores de las tesis de Cirilo.
El caso es que en el año 415, una turba de alborotadores
dirigida por los monjes de Nitria y encabezada por un tal Pedro, atacaron a
Hipatia en plena calle, la sacaron de su carruaje, la arrastraron, la
desnudaron, luego le lanzaron piedras y tejas, en un ataque brutal. Según
algunos informes, llegaron a despedazarla y a quemar sus restos en el exterior
de la ciudad. Ante tan vil crimen, Orestes decidió abandonar la ciudad y dejar
vacante la sede de la prefectura.
No hay prueba de
que Cirilo estuviese informado, ni que mandase a atacarla, a pesar de su
carácter ambicioso y dominador, era una persona culta, conocedor de muchas
obras tanto de cristianos como autores no cristianos, además su propia esposa,
Eudocia, había sido una maestra filósofa en Atenas, tal como lo era Hipatia en
Alejandría y mostraba respeto por la enseñanza filosófica. Pero no cabe duda
que todos estos sucesos fueron promovidos por su intolerancia, predicada desde
su pulpito, contra judíos y sobre todo contra sus adversarios políticos. Hipatia
tampoco estuvo opuesta al cristianismo, no se enfrentó a Cirilo de manera
directa, ni se menciona que hubiese ataques a la escuela de Hipatia, ni a otras
de similar calado, pero el odio que algunos profesaban por Orestes fue redirigido
a los que de una u otra forma le apoyaron.
Así, podemos concluir que el asesinato de la ilustre
científica Hipatia, no se debió a una persecución contra la ciencia, ni contra
sus ideas, fue más bien por asuntos meramente políticos, víctima de las
ambiciones de unos y otros, tampoco se trataba de una jovencita rebelde, era
una mujer madura, de la alta sociedad alejandrina y respetada por todos,
cercana a los sesenta. Fue Carl Sagan, quien erróneamente señaló a aquella
científica como mártir por la ciencia, si bien no fue el primero, luego
Amenabar con su película “Agora”, quien reviviera la vida de la tristemente
célebre matemática, basándose en las tesis de Sagan y por tanto errando en
varios relatos históricos que no ocurrieron en su época y que no se aferran a
los hechos.
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