La fiesta de
cumpleaños, tan popular entre las familias de prácticamente cualquier continente,
se presenta como una inocente fiesta en la que se homenajea al niño, obsequiándole
regalos y soplando una tarta con las velas correspondientes a los años que
cumple. En muchos casos esta fiesta pasa a segundo plano o se abandona,
conforme van pasando los años. Pero hay personas que continúan haciendo algo especial
ese día, incluso organizando grandes fiestas para esa fecha o por lo menos esperando
que cónyuge, familiares y amigos cumplan, haciendo el regalo correspondiente o
sencillamente felicitando a la persona en cuestión. Se cataloga de raros a aquellos
que se niegan a celebrarlos, incluso de crueles si se trata de no festejar el
de sus hijos, como si se tratara de negarle un derecho que todo niño tiene por
el hecho de haber nacido.
La sociedad y las tradiciones
humanas nos imponen esta serie costumbres, que además van unidas a asignar un
signo zodiacal, relacionado con la fecha de nuestro nacimiento y en el mundo
católico a asignar un santo relacionado con el nombre que se elige para
nosotros. Son costumbres tan arraigadas y comunes, que nadie se plantea la
razón de por qué lo hacemos. Pero aparte de que en otras culturas, como en algunas
del Africa austral, tan solo se tiene en cuenta en determinadas edades para ser
celebradas, y hay otras en las que ni si quiera existe una fiesta como tal, hay
otros aspectos que en este artículo se va a considerar, como el origen histórico
de esto y las razones por las que durante siglos, el cristianismo se negó a
celebrarlos. Por otro lado, hay quien
defiende la teoría de que en realidad celebrar el nacimiento de alguien es
incosistente e inutil, pues el verdadero origen de nuestra vida no es cuando
vemos la luz, sino mucho antes.
En realidad, fisiológicamente
hablando, no empezamos a vivir cuando nacemos, sino cuando somos concebidos, es
decir el proceso se remonta a cuando nuestro padre logra introducir en nuestra
madre una cantidad adecuada de espermatozoides y luego cuando tras un largo
camino por las trompas, algunos de estos llegan con fuerzas suficientes para
que tras romper la gruesa película que protege el ovulo, uno de ellos penetre
en este y lo fecunde, convirtiéndose en un embrión. Pero no es del todo
correcto afirmar que la vida se inicia allí, sino que una vez fecundado, este
embrión debe llegar hasta el útero y entonces, pasados entre tres y cinco días,
anidar allí, donde se convierte en cigoto y empezar a producir una hormona
llamada gonadotrofina que, junto con la progesterona y los estrógenos,
posibilitan que el proceso siga su curso y empieza la multiplicación segundo a
segundo de las células guiadas por la información genética del ADN. En ese
instante si se puede decir que se inicia el ciclo de nuestra vida.
Por lo tanto es difícil establecer
cuando ocurre esto, salvo que seamos fruto de la inseminación in vitro, o de un
solo contacto sexual. Pero incluso así, no depende de nuestra voluntad, ni de
la voluntad de los espermatozoides de nuestro padre o del ovulo de nuestra
madre, sino del esfuerzo que ambas personas hayan puesto para que lleguemos a
ser. Porque incluso si se tratara de un embarazo no deseado, un accidente o una
violación, la continuidad de nuestra vida está en manos de la voluntad de
nuestra madre, quien en los países donde las leyes la amparan, puede decidir
descontinuar o no. En otros casos, puede que otro accidente, la mala vida de la
madre u otras circunstancias ajenas, provoquen la muerte prematura del feto.
Pero, en ninguno de los casos podemos hacer nada para que nuestra madre nos dé
a luz o nos aborte, nunca depende de nosotros.
Por eso, en realidad de celebrarse
el nacimiento, tendría que ser meses antes de ser alumbrados, por lo general
nueve, pero en muchísimos casos ocho, siete, incluso seis. Pocos son los que
pueden concretar una fecha exacta para su inicio en la vida.
Desde niños se impone la idea de
celebrar los cumpleaños, y pronto esa fiesta se convierte en el centro y la
meta de los deseos de cualquier infante. La felicidad parece depender de
recibir regalos de cumpleaños y está muy mal visto “privar” a los hijos de este
festejo, pues piensan que puede crear traumas infantiles. Convertirse en el
centro de atención y el protagonista de la fiesta gusta a cualquiera, pero
también alimenta el ego. La expectación
y el anhelo por los regalos que se crea en el niño hacen que su vida gire en
torno a ese momento crucial y la gran importancia que los padres le dan a esa
ocasión crea en esos hijos la idea de que ellos son el centro de todo. Hay
padres que se endeudan para hacer fiestas sonadas, incluso se alquilan lugares
especiales para celebrar dichos eventos.
Algunos sociólogos afirman que es posible que con esa obsesión por
dichas celebraciones se esté fomentando el egocentrismo de la sociedad actual,
otros opinan que quizás la forma en que se celebran estas fiestas en occidente
sea fruto de la visión materialista y de veneración al ocio que impera, pues
antaño eran fiestas más sencillas.
Origen de las
fiestas de cumpleaños
Las varias costumbres que la gente
observa hoy día al celebrar sus cumpleaños se remontan a mucho tiempo atrás en
la historia. Y lo que poco sabes es que nacen dentro del dominio de la magia y
la religión. En la antigüedad, las costumbres de felicitar, dar regalos y hacer
una fiesta, incluyendo algunos rituales como encender velas, tenían el
propósito de proteger de los demonios al que celebraba su cumpleaños, y de
garantizar su seguridad durante el año entrante.
En Egipto se conoce dicha celebración, no
solo por los relatos biblicos, al parecer hay registros que muestran como dicha
celebración se solía hacer en honor de los varones de clase alta o que
pertenecieran a la realeza. Los primeros registrados en la historia son los de
los faraones, alrededor de 3000AC. En estas ocasiones se ponían presos en
libertad para que trabajaran durante el periodo que duraban los festejos, pues
los sirvientes del palacio no eran suficientes. Se dice que Cleopatra organizó
una fiesta enorme para su amante Marco Antonio. Y en ella se les dieron
obsequios en forma de recordatorios a los invitados.
Los griegos, por ejemplo, creían que
toda persona tenía un espíritu protector, o daemon, que estaba presente el día
de su nacimiento y que cuidaba de ella durante su vida. Como ellos solían
asignar o dedicar casi a cada día a un determinado dios. Este espíritu tenía
una relación mística con el dios en cuyo día de cumpleaños la persona nacía.
Los romanos, poco originales en lo que a ideas o prácticas religiosas se
refiere, también aceptaron esa idea. Esas enseñanzas o tradiciones fueron
transmitidas al campo de las creencias humanas y han dejado sus residuos en la
idea del ángel custodio, el hada madrina y el santo patrón, que hoy siguen
siendo creencias habituales. La costumbre de rodear la tarta de velas también
tiene un origen en antiguas supersticiones, se dice que los griegos hacían
pasteles de miel redondos como la luna llena y los colocaban en el altar de
Artemis, la diosa de la Luna. Entonces colocaban una vela en medio del pastel,
la cual imitaba el brillo de la luna. Después de alguna manera a algunas
personalidades importantes se le dio también ese tipo de honores. También
algunos historiadores nos hablan de una costumbre relacionada en la que se
hacían círculos de velas como parte de un ritual que protegía al homenajeado de
los malos espíritus durante un año y se colocaban tantas velas como años
cumplía.
Fue durante la edad media, cuando la
costumbre se extendió, al parecer los alemanes celebraban lo que ellos llamaban
Kinderfests, con un tipo de pan de masa endulzada que estaba hecha en forma de
los envoltorios del niño Jesús. El Geburststagorten, el cual es un pastel más
dulce y en capas, también se utilizaba para los cumpleaños. Los alemanes eran
excelentes elaboradores de velas y las colocaban en medio del pastel para
representar "la luz de la vida". Las velas grandes tenían a menudo 12
marcas las cuales simbolizaban los años
del 1 al 12. La vela era quemada el tiempo suficiente para marcar la
edad de la persona en ese año.
Sin embargo podemos afirmar con
absoluta certeza que en el cristianismo las celebraciones de cumpleaños estaban
prohibidas durante los primeros siglos y no fueron aceptadas hasta muy entrado
el siglo IV. De hecho uno de los argumentos en contra de esta celebración, fue
mencionada por Orígenes, el gran maestro cristiano del siglo III, cuando citó,
al hablar de los cumpleaños que los únicos que se hace mención en la Biblia
fueron los del Faraón y los de Herodes,
y en ambos casos no salen muy bien parados por el hecho de coincidir con
muertes crueles en la celebración. Eso era suficiente para los cristianos
primitivos para rechazar dichas celebraciones.
Incluso
el intento por calcular el nacimiento de Cristo se vio mal durante siglos, pues
se consideraba como un sacrilegio participar en algo que celebraba un Faraón o
el asesino de Juan el bautista. Curiosamente en la tradición bíblica no se
muestra las celebraciones de cumpleaños como una costumbre inofensiva, sino
directa e indirectamente las condena, sobre todo al relacionarla con personajes
crueles y muy mal vistos, pero también por ciertas curiosas coincidencias.
Por ejemplo, el que la Biblia no
mencione, ni señale, el día en que nacieron los primeros hijos de la primera
pareja, Caín o Abel, es decir la fundación de la humanidad. Que tampoco se
mencione específicamente el día del nacimiento de personajes claves, con gran
simbolismo, como Melquisedeq o el propio Moisés. Pero más importante aún, que
tampoco se mencione el nacimiento de la principal figura del cristianismo,
Jesús. Nada aparece en la Biblia sobre día y hora de su nacimiento, apenas
haciendo una profunda investigación nos lleva a finales de septiembre o
principios de octubre, pero sin determinar una fecha concreta, lo cual es
indicativo de que no parecía ser importante para Jesús ese día, como tampoco
quería que fuese importante para sus seguidores. Curiosamente la única
celebración que Jesús si estableció y animó a celebrar a sus discípulos, fue la
que coincidía con la pascua y con su muerte, la cena del Señor, así lo declaró
al hablar sobre esto: “Seguid haciendo esto en memoria de mi” (Lucas 22:19).
Por otro lado, las palabras
siguientes marcaron la línea de entender la vida y la muerte en Israel y en el
posterior cristianismo: Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de
la muerte que el día en que uno nace. (Eclesiastés 7:1).
¿Qué pueden significar estas
palabras? Algunos teólogos consultados explican que esas palabras le hacían ver
a los judíos y cristianos que la vida imperfecta que recibimos cuando nacemos
no es realmente vida, la idea de un juicio final, de una vida después y cosas
por el estilo requerían una vida ejemplar. Por esa razón hacerse un buen
“nombre” con Dios era tan importante para judíos y cristianos. Si se ha pasado
la vida haciendo tal “nombre,” entonces, al final de una vida tan útil,
verdaderamente se puede decir que ‘el día de la muerte es mejor que el día en
que uno nació.
Los primeros seguidores de Cristo,
oprimidos, perseguidos y martirizados por judíos y paganos, y que creían que
los niños entraban en este mundo contaminados por el pecado original de Adán,
el mundo era un lugar duro y cruel, en el que no había razón para celebrar el
cumpleaños de nadie. Para Jesús, su muerte como mártir fue más importante que
su propio nacimiento, lo que evangelios y cartas apostólicas indican es que su propósito
al venir a la tierra era morir por todos, así que su nacimiento carecía de
importancia.
Basándose en esa premisa, los
cristianos de los siglos III en adelante empezaron a poner la fecha al nombre
de los santos en función del día en que morían, al principio solo a los que
morían como mártires, más adelante a todos los que la iglesia consideraba
santos. Así se asignó a cada día del año, uno o más santos coincidiendo con su
muerte, nunca con su nacimiento. Así fue como durante años el cristianismo
consideró que la celebración del cumpleaños era un ritual pagano.
Las cosas cambiaron a partir del
siglo IV d. C. cuando se empezó a difundir la fiesta de la Navidad como
cumpleaños de Cristo, y el emperador Constantino estableció el 25 de diciembre
en occidente, como fecha oficial del nacimiento. Posteriormente en la zona
oriental se escogió el 6 de enero como fecha de dicha celebración. Esto hizo
que, con el tiempo, también los cristianos festejaran sus propios cumpleaños
uniéndose al de su Salvador. Y entonces se recuperaron las costumbres paganas
ancestrales y se adaptaron a las nuevas celebraciones, un ejemplo de esto se
puede observar en esa antigua tradición alemana en la que ponía en las tortas
de cumpleaños la cantidad de velas que correspondían a la cantidad de años del
cumpleañero y se añadía además una vela grande que era la "luz de la
vida" o la "luz de Cristo".
La fijación del horóscopo
Otro
aspecto relacionado con nuestro nacimiento tiene que ver con el uso y
asignación de los signos zodiacales. El consultar el horóscopo, determinar
nuestro signo del zodiaco en relación a la fecha de nacimiento y justificar
nuestro carácter por dichos signos es una costumbre muy arraigada en occidente,
pese a que con los avances de la ciencia y la astronomía, ha quedado del todo
probado la ineficacia de esa influencia en nuestras vidas o nuestro carácter.
En algunos países también existe la costumbre de asociar una piedra, sea
esmeralda, zafiro, etcétera, con el mes de nacimiento. Y esta idea tiene un
gran arraigo, no solo en occidente, sino en oriente, donde tenemos el famoso
calendario chino.
Fueron los babilonios quienes
introdujeron la idea de dividir el cielo visible en secciones o grupos de
estrellas y planetas que formaban un círculo en la esfera terrestre visible
desde su hemisferio. A estos grupos de elementos celestes que seguían una línea
clara de aparición según ciertos periodos de tiempo, los llamaron
constelaciones. Por supuesto, hoy queda probada que algunas de estas
constelaciones la forman estrellas que nada tienen que ver unas con otras, ni
en distancia ni en sistema planetario ni siquiera en Galaxia, sencillamente
coincidían en ser vistas desde los ojos de los astrólogos babilónicos las
estrellas superpuestas en el mismo plano orbital. Al principio eran 18 las
constelaciones, pero bajo el reinado de Nabucodonosor II de Babilonia (610-562
a.C.), esas 18 constelaciones zodiacales se redujeron a doce con el propósito
de igualar el número de constelaciones con el de meses lunares que ellos
seguían. De esa manera cada mes lleva asociada una constelación o signo
zodiacal.
Los nombres de esas constelaciones tenían
que ver con deidades y seres mitológicos babilónicos, como el Pastor celeste,
Girtab el Escorpión, Cabra-Pez, EA y otros. Los griegos fueron quienes
importaron muchas de estas y les atribuyeron cualidades animales, así nació la
llamada tabla de los signos del zodiaco, que básicamente significa: “circulo de
animales”, escogiendo principalmente criaturas de la naturaleza para representar
las diferentes constelaciones. Los romanos adoptaron la tradición helena y
latinizaron los nombres de las constelaciones, y así tenemos el actual sistema
de nombres de los signos del zodiaco. Como durante siglos el imperio romano
mantuvo el calendario babilónico como base, aunque adaptado al sol, el inicio
del año era en Marzo y su final en Febrero, después fue cambiado, pero los
signos zodiacales no, por lo que cambiaron el orden. Hay algunas otras teorías
relacionadas con el uso de los atributos y nombre de los signos que los romanos
y griegos impusieron.
Es interesante notar que la
astrología practicada antiguamente en China y Japón también divide el Zodiaco
en doce regiones y que además estas corresponden a doce animales de las
llamadas ramas terrestres: el perro, el gallo, el mono, la cabra, el caballo,
etcétera. Y se dice que cada uno de estos animales ejerce su influencia durante
cierto período de tiempo en función de sus características.
Pero existen otras teorías al
respecto de la adaptación del horóscopo babilónico al grecorromano y por tanto
al que se utiliza en occidente. Por ejemplo Isaac Newton propuso la teoría de
que los doce nombres de las primitivas constelaciones zodiacales helénicas
rendían homenaje al mito de Jasón y los argonautas y su viaje en pos del
vellocino de oro. Defendía esa teoría aduciendo por ejemplo que Aries hace
referencia al propio vellocino, Leo al héroe Heracles o Hércules romano, que
vestía la piel del león de Citerón, Géminis a los gemelos Cástor y Pólux, Virgo
a la sacerdotisa del templo donde se custodiaba el vellocino, y así por el
estilo. Podemos decir que en realidad también cabía la posibilidad que fuese al
revés, es decir que el mito de Jasón, Hércules, etc., se basara en los antiguos
signos astrológicos sumerios y babilónicos. En cualquier caso los astrónomos
romanos y griegos continuaron defendiendo la línea de doce constelaciones y por
tanto, doce signos del zodiaco y atribuyeron su influencia en las personas que
nacían en determinadas fechas coincidentes con esas constelaciones. Hubo
expertos que además leyendo en el firmamento podían pronosticar sucesos específicos
para las personas que estaban bajo la influencia de determinado signo. Es
curioso que en la Biblia, tanto a los israelitas como a los cristianos se les advirtiera
y prohibió acercarse o consultar a este tipo de adivinadores que consultaba a
las estrellas. Así el mandato era preciso: No debería hallarse en ti nadie
que haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, nadie que emplee
adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni
uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista
o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los
muertos. (Deuteronomio 18:10-12;)
De nuevo, en relación a quienes
miraban hacia el cielo en busca de respuestas: Te has fatigado con la
multitud de tus consejeros. Que se pongan de pie, ahora, y te salven, los
adoradores de los cielos, los contempladores de las estrellas, los que divulgan
conocimiento en las lunas nuevas respecto a las cosas que vendrán sobre ti.
14 ¡Mira! Se han hecho como rastrojo. Un fuego mismo ciertamente los
quemará por completo. No librarán su alma del poder de la llama (Isaías
47:13,14).
En otras ocasiones las escrituras
muestran la inutilidad de tales procedimientos, la ciencia y la astronomía
moderna le han dado la razón. Por ejemplo,
visto desde la óptica astronómica, se conoce que el paso de los signos
zodiacales no le corresponde la misma duración de tiempo, ya que dichas
constelaciones tienen diferentes tamaños y, por lo tanto en su visionado desde
la esfera terrestre aparece en un número de días distinta cada una. Así, en
realidad dichas constelaciones no deberían estar divididas arbitrariamente para
abarcar equitativamente el periodo de un año. Por otro lado se sabe que en la
franja del cielo llamada zodiaco, por la que el Sol transita, existe una
decimotercera constelación, llamada Ophiuchus (Ofiuco), al igual que cada
cierto periodo de tiempo al año lunar se le añadía un mes, cada cierto tiempo
se debería añadir un signo zodiacal cada cierto periodo de tiempo, para
mantener la concordancia en el año natural. Si a ello se suma el hecho de que
el eje de la Tierra se desplaza cada año, luego de transcurridos cerca de tres
mil años desde que se fijara el primitivo zodiaco tendríamos que atrasar el
horóscopo un signo completo. Todo eso deja en muy mal lugar a todos aquellos
que defienden que son de un determinado signo y que eso determina su
comportamiento y su forma de ser, y mucho menos adivinar el futuro o el
presente diario consultado su horóscopo.
Fueron los seguidores de Manes, los
primeros grupos cristianos que aceptaron el zodiaco dentro de sus enseñanzas y
rituales y estos fueron bajo la influencia del zoroastrismo. Si bien varios grupos gnósticos como los docetistas y otros de
tendencia judeocristiana también admitieron el zodiaco y la consulta de los
astros, que según decían afectaban a los humanos por medio de lo que ello
conocían como eones. Pero posteriormente este tipo de prácticas fue eliminado
de todas las ramas del cristianismo, solo nuevamente aceptado por los
practicantes de la nueva teosofía.
Es curioso que pese a que prácticamente
todas las religiones cristianas rechazan y hablan contra el uso del horóscopo,
son precisamente los miembros de esas iglesias las que más consultan a estos.
Por otro lado, en esta era indiferente en materia religiosa, incluso no creyentes,
consultan y conocen su signo zodiacal. En el fondo las supersticiones relacionadas
con el nacimiento siguen implantadas en la sociedad.
Bueno: por ahí dicen que no es conveniente alegrarse en cumpleaños porque después de todo es un año más que uno se acerca a la muerte. Aunque se les puede dar un sentido distinto y agradecer a Dios por haber concedido un año más de vida. De cualquier modo hay que tomar en su justa medida los antecedentes paganos y mitológicos de algunas celebraciones. No se olvide al respecto que muchos consideran que el cristianismo en realidad es una conjunción de antiguos cultos como Osiris, Buda, Baco y hasta Zarathustra y Mitras.
ResponderEliminarAlgunas menciones. La palabra griega "daimos" en español se ha traducido por demonio. Lo curioso es que tiene el mismo significado de ángel, es decir, enviado, en su significado más literal o relacionado con intermediario. Claro: un enviado en la Biblia no es idéntico a uno de la mitología griega aunque se los identifique con el mismo vocablo.
Por último, respecto de los gnósticos. Ellos creían que Dios era un ser demasiado supremo para comunicarse de modo directo con los humanos y por lo tanto sostenían que lo hacía a través de varias emanaciones (eones), cada una surgida e inmediatamente inferior a la anterior, en una idea tomada del neoplatonismo tardío (Plotino, Amonio Sacas, Porfirio...). La última de ellas, en un acto fallido, dio origen al mundo, al que Jesús habría llegado no con el propósito de una salvación universal, sino para ubicar y ayudar a quienes recibieron los restos de la iluminación divina. Entre algunos gnósticos, que salieron de los llamados judaizantes, fue popular la teoría de que este último eón era Yavé, efectuando una curiosa disociación entre el Dios supremo y su creación. El gnosticismo se fragmentó en una gran cantidad de movimientos, entre quienes se encuentran los docetistas y los maniqueos, que deben el nombre a su fundador, Manes.
Gracias amigo Galo Nomez, aunque es importante tener en cuenta lo que pensaban los cristianos de los primeros siglos sobre este tipo de celebraciones y no salen bien paradas a mi modo de ver.
ResponderEliminarGracias por estos datos tan interesantes. "Es mejor el día que uno nace que el día que uno muere". Así la historia de nuestra vida tiene sentido.
ResponderEliminarEfectivamente, ha llegado a una buena conclusión.
EliminarImportante conocer el hecho de que esta celebración se relacione tanto con el horóscopo (Deuteronomio 18:10, 12), hecho que no es para nada irrelevante.
EliminarPor supuesto, gracias por su aportación.
ResponderEliminarQuiero agradecer de todo corazon a quien esta detrás de este blog. Tengo apenas un par de semanas de haberlo descubierto y no he parado de leerlo casi a diario. He empezado a leerlo en orden cronológico, y me ha parecido que detrás de la redacción hay un esfuerzo sincero por presentar la información de una manera honrada y libre de prejuicios. La investigación es profunda y es de calidad. Soy un estudioso ávido de las Santas Escrituras. Y para mi es vital acudir al cristianismo del siglo primero como una fuente de guia en materia de enseñanza y de conducta. Sin embargo, siempre resulta interesante comprender a cabalidad el cumplimiento profético de la parábola del "trigo y la cizaña". Sobre todo, es un gran placer contemplar que nuestro amado Señor Jesús no se equivocó cuando predijo la aparición de la gran apostasía que dominaría el escenario del mundo por los siguientes siglos. También es un placer observar que, a lo largo de la historia, siempre a habido personas que son "trigo auténtico", y que han amado la Palabra de Dios, y que han estado dispuestos a ir contra la corriente, y que han estado dispuestos a morir siendo leales a sus convicciones religiosas. Siempre es de beneficio conocer la historia del cristianismo, porque al conocer su pasado podemos llegar a entender mejor el presente... Aprecio sinceramente la ardua labor de investigación y de redacción que se presenta en este blog. En verdad veo un esfuerzo sincero por presentar las cosas de una manera imparcial y apegado a las fuentes de información disponibles.
ResponderEliminarLa información que aquí se presenta NO HA CAÍDO EN SACO ROTO!!
Muchísimas gracias por su excelente aportación!.
Muchas gracias por sus comentarios y me alegra saber que esta información le haya sido útil a alguién. Le informo que todo el contenido de este blog está editado, corregido y ampliado en varios libros que están a la venta en papel y en digital, con sus correspondientes referencias y bibliografía. No obstante, el autor no tiene inconveniente en tener algún detalle con sus lectores mas apreciados.
ResponderEliminarlerssoft@gmail.com
Me sumo a las felicitaciones. Hace un par de años sigo el blog y me ha servido mucho para entender el trasfondo historico de los diferentes movimientos y doctrinas. Utilizo mucha información de este blog para mi propio estudio de la Biblia. Estimado LERS ¿es posible compartir via email algunas cosas producto de mi propio estudio e investigación? Saludos. DG.
ResponderEliminarMuchas gracias DG por su interés. Por supuesto sientase libre para ello. El correo de contacto es: lerssoft@gmail.com
ResponderEliminarexcelente..
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