José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei
Lo que a continuación vamos a considerar, constituye
uno de los últimos capítulos sobre el resurgir de nuevas órdenes dentro de la
iglesia católica. Pero no se trata de órdenes al estilo de las iniciadas en la
edad media, sino verdaderos movimientos religiosos en el seno de la iglesia,
que en algunos casos se convierten en influencias catalizadoras en busca de poder
y control, a la vez que surgen como órganos que desde dentro, luchan por
mantener la posición preponderante de la iglesia en la política de algunos
países. Convirtiéndose otros en cultos casi independientes, en los que se ha
seguido la estela de personajes variopintos, que van desde sacerdotes ciegos
que se autoproclaman papas, hasta ancianas que afirman tener visiones y contactos
directos con santos y vírgenes; hasta extremos en los que asociaciones
juveniles se convierten en oscuros cultos.
Empezamos
por un famoso movimiento de gran influencia en la iglesia, sobre todo europea,
más concretamente en la española, una de las más importantes del mundo católico.
Se trata del conocido como Opus Dei, fundado en 1928 por un sacerdote llamado
José María Escrivá de Balaguer.
El
Opus Dei, término que significa Obra de Dios, en latín, se define como una
institución jerárquica de la Iglesia católica, que tenía como finalidad
contribuir a despertar la misión evangelizadora de la Iglesia, que según
entendía Escrivá, llevaba siglos dormida. Su propósito era hacer que los
miembros se sientan más involucrados y sepan defender con valor sus ideas católicas,
para ello buscan, no sacerdotes o personas ya integradas, sino a personas
dentro de cualesquier circulo, para que bajo su influencia puedan convertir a
más personas de su alrededor y hacer del catolicismo una religión más activa.
Su
propósito parecía noble, pero con el paso del tiempo se ha convertido en una
orden elitista, que crea suspicacias, tanto dentro como fuera de la iglesia, ya
que parece alzarse como una especie de cartel religioso que ansía el poder y la
dominación por encima de la sencillez cristiana.
José
María Escrivá de Balaguer, nació en Barbastro, municipio de Huesca, España,
esto fue un nueve de enero de 1902. Hijo de un comerciante de tejidos, llamado
José que dio a sus hijos una profunda educación católica. En 1915, debido a la
quiebra del negocio familiar el año anterior, se trasladan a Logroño, donde el
padre de familia, José Escrivá encuentra un nuevo empleo como dependiente en
una tienda. Fue en Logroño, pocos años después, en 1917 cuando según afirma
Escrivá de Balaguer recibe una especie de señal que marcará su vida para
siempre.
La experiencia que tuvo fue
cuando al parecer vio en la nieve unas huellas de pies descalzos, al seguirlas,
le condujeron a un monje de la orden de los “carmelitas descalzos”. Ver la
entrega y el sacrificio de ese hombre para demostrar su espiritualidad dejó una
honda impresión en el joven Escrivá. Por ello decide que para ser un buen
cristiano necesita hacer algo práctico, no solo la asistencia pasiva a misa.
Concluyó que cumplir con los sacramentos básicos no es suficiente para demostrar
al mundo su religiosidad. Está seguro que esa experiencia era una señal de que
Dios le pedía hacer algo, una misión especial para él, aunque no entendía bien de
que se trataba. Así que decidió desde entonces estudiar para ser sacerdote, su
padre si bien no se opuso a los deseos de su hijo, le animó también a estudiar
una carrera civil de Derecho.
Haciendo
caso a los consejos de su padre estudia derecho en la universidad de Zaragoza, y
aunque interrumpe temporalmente sus estudios para inscribirse en el seminario,
no lo abandona definitivamente.
Por
otro lado, en el seminario demuestra sus dotes especiales para la práctica
religiosa, tan solo unos meses después, en diciembre de 1922 recibió los grados
de ostiario y lector, junto con los de exorcista y acólito. Fue nombrado
Inspector del Seminario, es decir, encargado de mantener la disciplina entre
los seminaristas, tanto en clase como en los paseos, algo inusual y
extraordinario era que, tratándose de un seminario, no se asignara a un
sacerdote para este cargo, lo cual demuestra el grado de implicación y
liderazgo que ya poseía Escrivá.
Recibe
la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925, ese mismo año comienza a
ejercer como sacerdote católico, primero en una parroquia rural y luego en
Zaragoza.
En 1927 se traslada a
Madrid, con permiso de su obispo, para poder obtener el doctorado en Derecho.
Una vez concluido su doctorado encuentra trabajo en una academia dando clases
de Derecho romano y canónico para sostener a su familia, al mismo tiempo ejerce
su servicio como sacerdote en el “Patronato de Enfermos”, institución benéfica
dirigida por las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón. En ese tiempo, trató
con personas de diferentes rangos sociales y culturales, pero se dio cuenta de
lo alejados que están los miembros pasivos de la iglesia, es decir, los legos,
de vivir la religiosidad. Piensa que todos los católicos, independientemente de
que sean parte del clero o sean legos, deberían vivir la espiritualidad y hacer
un servicio práctico y no pasivo.
El
2 de Octubre de 1928, tuvo otra experiencia que le dio la idea definitiva para
cumplir la misión que según creía, Dios le iba a encomendar. Según é l mismo
escribió: Dios se dignó iluminarme y tuve una visión mística sobre la Obra
de Dios y lo que el Señor quería hacer con ‘la obra’ a través de los siglos,
hasta el final de los tiempos"
Hay
pocos datos sobre cómo se desarrollo esa visión, solo se dice que aquel día se
encontraba en la Casa Central de los Paúles de Madrid, participando en unos
ejercicios espirituales junto con otros sacerdotes de la diócesis. Entonces asegura
haber tenido la visión, en esta pudo ver a personas de toda raza y nación, de
todas las culturas y mentalidades, corriendo, y según interpretó en el sueño o
visión, iban buscando a Dios y pudo ver como lo encontraban en su vida
ordinaria, en su familia, en su trabajo, en su descanso, en el círculo de sus
amistades y conocidos.
Se dio cuenta que se trataba
de personas con el afán de vivir aspirando a la santidad, de hecho él
consideraba a todos aquellos como santos en medio del mundo. Se trataba, ya no
de sacerdotes o religiosos, sino personas normales, civiles, que se esforzaban
por santificar su trabajo, por santificarse en su trabajo y por santificar a
los demás con su trabajo; vio como estos se esforzaban por cristianizar su
ambiente, entre sus parientes y amigos. Personas con un afán grande por llevar
la fe y el mensaje a todos los sectores de la sociedad.
De
nuevo tenemos que navegar en las escasas fuentes que tenemos para determinar la
clase de visión que afirmó haber experimentado. Es curiosa la cantidad de casos
en los que los iniciadores de determinados movimientos han afirmado recibir
visiones. Tenemos a Swedenborg, con sus
visiones angelicales, a José Smith, (mormones) y su visión de Dios y Jesús y
los muchos mensajes directos; Ellen G. Withe, (adventistas), con sus visiones
en imágenes o los mensajes y direcciones en su camino que afirmó haber tenido;
George Fox (cuáqueros), con los mensajes e iluminaciones recibidas; en todos
esos casos, los afectados no escondieron detalles de las visiones que afirmaron
tener. En el caso de Escrivá, él expuso la interpretación de lo que vio, o la
conclusión a la que le hizo llegar aquel sueño o visión, pero esto no lo llevó
a romper con la iglesia a la que pertenecía.
Por supuesto, cada uno debe sacar las
conclusiones referentes a cuál de todos aquellos que afirman haber tenido
visiones espirituales, y que después han formado tan dispares grupos, realmente
se dirigió Dios, si es que lo hizo con alguno. Pero con respecto al fundador
del Opus, encontramos pocas alusiones o muy vagas sobre los detalles de estas
visiones, y sus explicaciones sobre estas pretendidas comunicaciones divinas, parecen
tan solo interpretaciones que le da a estos
sueños.
En cualquier caso, a él,
parece que le quedó claro que lo que sea que vio, venía de Dios, así después de
la visión declaró: Dios quería abrir un panorama vocacional en medio de la
calle para su Iglesia, dirigido a personas de todas las edades, estados civiles
y condiciones sociales. Era un nuevo horizonte eclesial que prometía frutos
abundantes de santidad y de apostolado en toda la tierra. Tenía yo veintiséis
años, la gracia de Dios y buen humor, y nada más. Y tenía que hacer el Opus
Dei”. (Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer)
De
esa manera, surge en la mente de Escrivá la idea de fundar una orden, pero no
una orden de las clásicas, compuesta por religiosos aislados en monasterios, ni
de sacrificados monjes que con sus vidas compensaran lo que otros no hacen. Ese
mismo año trabaja con todo su empeño en el desarrollo de la fundación que según
él entiende, es parte de una misión que Dios le pide. Por ello, sin descuidar
la labor que llevaba a cabo entonces, aprovechando precisamente esto para
buscar miembros entre las personas con las que se relaciona, no quiso denominar
a su asociación como “orden”, sino que la llamó “obra”.
Es
así como establece la obra llamada Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y del
Opus Dei, cuyos primeros estatus son los siguientes:
1) El Instituto, cuyo título es Sociedad
Sacerdotal de la Santa Cruz y del Opus Dei, es un Instituto Secular consagrado
a la adquisición de la perfección cristiana en el mundo y al ejercicio del
apostolado. La denominación de Opus Dei corresponde al Instituto en su
totalidad; sin embargo, hay en él una cierta agrupación de miembros, a la que
se da el nombre de Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, que consta de
sacerdotes del Instituto y algunos laicos que a juicio del Padre se consideran
mejor dispuestos para recibir en su día el sacerdocio.
3:1) El objetivo general de la finalidad
del Instituto es la santificación de los miembros por medio del ejercicio de
los consejos evangélicos y por la observancia de estas Constituciones.
3:2) Lo específico sea esforzarse con todo
empeño en que la clase que se llama intelectual y aquella que, o bien en razón
de la sabiduría por la que se distingue o bien por los cargos que ejerce, bien
por la dignidad por la que se destaca, es directora de la sociedad civil, se
adhiera a los preceptos de Nuestro Señor Jesucristo y los aplique in praxis; y
asimismo favorecer y difundir entre todas las clases de la sociedad civil la
vida de perfección en el siglo e informar a hombres y mujeres para el ejercicio
del apostolado en el siglo.
En definitiva, se intentaba hacer que desde los ámbitos empresariales,
el desarrollo laboral, y desde cualesquier actividad profesional, se pudiera
dar testimonio a la gente con la que los miembros de la Obra se relacionaran.
De alguna manera pretendía que, con el tiempo todos los católicos se
convirtieran en miembros practicantes y santos, dejando de ser meros asistentes
pasivos de las iglesias y llevaran el evangelio a otras personas no
practicantes.
Así lo expresaba Escrivá: mi
predicación ha sido que la santidad no es cosa para privilegiados, sino que
pueden ser divinos todos los caminos de la tierra, todos los estados, todas las
profesiones, todas las tareas honestas. A los miembros aceptados en la Obra
se les llamó numerarios y a estos se les pidió una disciplina y un compromiso
absoluto a la labor, tanto en sentido de tiempo como económico. En un principio
tan solo admitían a hombres en la obra, indicando que era ese el propósito de
Dios, de hecho el mismo Escrivá al parecer albergaba la idea de que la mujer no
era apropiada para llevar el evangelio y dar testimonio, por eso en uno de sus
principales libros, “Camino”, escrito desde 1925 y concluido en 1934, escribía
esto: Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios -ellas no
hace falta que sean sabias: basta que sean discretas- habéis de ser espirituales,
muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que
cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar;
expiar, expiar y expiar. (Camino 946 - Escrivá de Balaguer)
Él
entendía, como de hecho la iglesia sigue manteniendo, que el termino ministro
no puede ser aplicado a la mujer, pues esta no ministra, sin tener en cuenta
que la expresión ministro en griego, “diakonos”, en la Biblia también es
aplicable a la mujer, tal como se menciona en textos como Romanos 16:1 donde se
utiliza la palabra diaconisa para referirse a una tal Febe, celosa predicadora.
Este es un asunto que la mayor parte de las iglesias, no solo la católica, sino
muchas protestantes, han ignorado por años, la participación de la mujer.
Además se ha negado el término ministra religiosa hacia la mujer, sobre todo
porque esta, al no predicar, tan solo desempeña una labor pasiva en sus
iglesias, demostrando su religiosidad solo en obras benéficas o de especial
fervor festivo. Y no hacemos referencia a la actividad dirigente, es decir a la
obra asignada a pastores, o la de enseñanza en los templos, donde parece que si
hay instrucciones precisas sobre quién debía hacerlo y que de alguna manera si
es negado a la mujer. Curiosamente en este asunto, ciertas iglesias
protestantes, sobre todo de signo pentecostal, pasan por alto este mandato y
nombran pastoras, además de ser muchas las mujeres que lideran alguna iglesia.
El
mundo católico, más tradicional que el protestante, ha cerrado la puerta al
debate sobre si se debe nombrar sacerdotisas o si debe alguna mujer acceder a
puestos dirigentes en el sínodo de la iglesia, tal vez, eso fue lo que retuvo a
Escrivá de llamar a mujeres para su obra, pues esta conllevaba, enseñar a
otros.
Sin embargo, hubo un cambio
de parecer en la visión de Escrivá, pues tres años después, según él mismo
dijo, la Virgen se le apareció para pedirle que fundara la rama femenina de la
Obra. Aunque la labor que al parecer José María asignó a la mujer, no pareció
ser del agrado de todas, pues de aquellas primeras mujeres miembros, al poco
tiempo todas abandonaron. Según parece formó ciertos grupos de mujeres a las
que llamó “insirvientes”, quienes trabajaban en las llamadas casas del Opus,
donde se dan seminarios y se prepara a los numerarios. Pero en estos lugares,
las numerarias tan solo se encargaban de servir los alimentos y de la limpieza,
como si se tratara de empleadas de hogar. En todos los casos, Escrivá abogó por
una separación de sexos entre numerarios y numerarias, difícilmente entendible,
pero que a día de hoy sigue siendo signo identificativo de la Obra. La mujer
numeraria, puede llegar a desempeñar otra labor profesional en su vida, tal como
doctora, profesora, abogada y en el ejercicio de su labor profesional cumplirá
los requisitos de dar testimonio, pero dentro de las casas del Opus, la
sumisión es ley.
En
cuanto a doctrinas, tal como sucediera con otro visionario católico, Tomás de
Aquino, no vino a producir nuevas luces o entendimientos ni correcciones sobre
lo ya establecido, es más, en algunos casos han sido impulsores y defensores a
muerte de determinadas doctrinas tradicionales, tales como la veneración
mariana a la que prestan especial atención. Por ello, no tuvieron problema para
que en 1941, el Opus Dei, obtuviera la aprobación canónica por parte del obispo
de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay. Años después, en 1950, Roma también los
aprueba, fue el cardenal Pacelli, en su afán de detener al comunismo, vio en la
obra de Escrivá una oportunidad de luchar contra ese ateísmo comunista, ya conocemos
su actitud tibia ante el fascismo europeo, del llamado papa Pio XII, quien vio
también esto como un camino para detener aquella “maligna influencia”.
De esa manera, se pudo constituir como
instituto secular, rigiéndose por estatutos propios, aunque con dependencia y
bajo dirección de ministros religiosos, es decir, solo podía ser gobernado por
un sacerdote oficial. En 1946 comienza la labor del Opus Dei en Portugal,
Italia, Inglaterra, Irlanda y Francia. Desde su establecimiento en Roma, se
comienzan a fundar varios centros de enseñanza del Opus Dei, entre los que
destacan el "Colegio Romano de la Santa Cruz", uno de los principales
seminarios de prelatura de la obra. Luego en 1953 se funda también en Roma, el
"Colegio Romano de Santa María", dedicado exclusivamente a la
preparación de mujeres numerarias.
Símbolo y escudo del Opus Dei-------->
Desde 1947 se escribe una
especie de “catecismo de la Obra”, un tratado que contiene todo lo que un buen
numerario del Opus debe saber y pensar sobre la obra, este catecismo se ha ido
actualizando a lo largo del tiempo, siendo la más actual la versión del 2003.
Luego hay algunos libros que son exclusivamente para los numerarios, el primero
es el manual inicial, conocido como “Programa de formación inicial”, (B10),
después otros libros también solo para los numerarios, tales como “De spiritu
et de piis servandis consentudinibus”, en latín, en el que se encuentran las
normas y los procedimientos ascéticos que deben practicar los miembros. Lo
mismo que la “Regla interna para las administraciones”, donde se pormenoriza la
forma y los detalles que deben cumplir las casas del Opus.
Es curioso que gran parte de
este libro, trate sobre la estricta separación entre miembros de diferentes
sexos, y en esta misma línea interna se encuentra el “Vademécum del gobierno
local”, sobre la organización de los centros de prelatura. Luego hay otros
tantos escritos de enseñanza y sobre ejercicios espirituales, entre los que
destacan los seis tomos de Meditaciones, que marcan los diferentes
procedimientos en cuanto a oración y meditación que deben cumplir los
numerarios. Aparte de esto, hay infinidad de documentos internos que apenas son
conocidos, solo para algunos miembros importantes de la obra.
Poco
tiempo después, en la década de los cincuenta y sesenta, el Opus Dei llega a
tener reconocimiento mundial. Se ve como una orden de elite entre los católicos,
de hecho, era todo un honor ser un numerario de la obra. Con el paso del tiempo
la visión que los miembros del Opus llegaron a tener sobre las demás personas,
también católicos como ellos, se convirtió en un sentimiento de superioridad en
sentido espiritual. Es así como ven a los demás católicos que no sean del opus,
ni de otra orden, como personas perdidas, es decir, como almas a las que
rescatar.
De alguna manera, el propósito
de estos ya no es convertir, predicar y evangelizar, a los protestantes,
ortodoxos o musulmanes, sino a los mismos católicos. Así lo expone Escrivá al
decir lo siguiente: Qué pena dan esas muchedumbres -altas y bajas y de en
medio- sin ideal! -Causan la impresión de que no saben que tienen alma: son...
manada, rebaño..., piara. Jesús: nosotros, con la ayuda de tu Amor
Misericordioso, convertiremos la manada en mesnada, el rebaño en ejército..., y
de la piara extraeremos, purificados, a quienes ya no quieran ser inmundos (Camino,
914; Escrivá de Balaguer). Aunque su propósito original era
convertir al mundo, pronto se dio cuenta que iba a ser un trabajo casi
imposible, su viaje a Grecia y a la zona de mayoría ortodoxa le hizo ver lo
complicado de la labor, observó que las iglesias ortodoxas estaban casi intrínsecamente
unidas al carácter patriótico de aquellos países y predicar algo distinto a su
religión nacional era ir contra su tierra. Es una realidad contra la que llevan
luchando muchos grupos religiosos duramente perseguidos y despreciados por las
autoridades de aquellos países, incluido la actual Rusia. Eso y el mundo
musulmán, desalentaron de alguna manera a Escrivá de dirigir su obra por el
camino de los misioneros meramente predicadores, sino que prefirió dirigirá su
atención a predicar y convertir a los de casa.
Otras frases atribuidas a
Escrivá venían a indicar cosas como las siguientes: "el día que
pongamos a Cristo en la cúspide de todas las actividades humanas, Dios atraerá
el mundo hacia Él, y esto, según él, solo seria por medio la obra que el
Opus se proponía realizar. Estaba convencido Escrivá, que el Opus Dei sería la
manera de convertir el mundo a Dios. Algunos critican sus métodos de
predicación o captación de numerarios, pues lo consideran agresivo. Se decía
que iban visitando a ciertas escuelas católicas, donde escogían a jóvenes a los
que adoctrinaban para su causa, los llevaban convencidos de que era una manera
de triunfar en la vida. Así eran invitados a realizar excursiones en grupo, como
si se tratara de “Boys Scouts” o de la YMCA y con esa promesa de formar parte
de algo interesante, les hacían realizar ejercicios espirituales, algunos
afirman que estas sesiones eran sesiones de adoctrinamiento y coacción.
Según algunos numerarios, en
ocasiones se dice que los dirigentes del Opus, les animaron a utilizar métodos
de captación, cuanto menos peculiares, por ejemplo se dice que en los años 50,
en España los jóvenes del Opus Dei pretendían, por medio de flirtear con
muchachas jóvenes, atraerlas a la orden. Así, cuando estaban casi enamoradas de
ellos, estos les explicaban que eran miembros del Opus Dei y que no podían
casarse con ellas, pero a cambio, las invitaban a que formaran parte del Opus.
Algo así como el flirty fishing de los niños de Dios, solo que sin llegar a los
extremos de estos.
Si bien, son asuntos que no
están confirmados, y contradicen en parte la estricta separación de sexos que
estos promueven, parece que algunos lo hicieron así. Lógicamente si sus
esfuerzos se han dirigido a la captación de jóvenes para sus fines, sería
normal que si no se trata de llevarlos al sacerdocio, los convirtieran en
predicadores en su entorno, incluyendo novias o esposas, tal vez en esa
dirección iban encaminados aquellos consejos. Aunque queda corroborado por la
importancia que dan al celibato y la soltería, que no van contra las costumbres
católicas de castidad y no daban prioridad al matrimonio. Estos asuntos, de flirtear
para atraer mujeres, no obstante, son acusaciones de miembros salientes, cuya
percepción tal vez fuera esa, pero no he logrado encontrar documentos que lo
acrediten.
Dentro de las costumbres comunes en los
miembros del Opus, está la práctica de la mortificación, pero esta no se limita
a la tortura de los flagelantes de la edad media o ciertos rituales de Semana
Santa de algunas iglesias locales filipinas, sino que implica toda la gama de
sacrificios ya abandonados en el catolicismo, entre otros, los ayunos y la
abstinencia, la privación de alimentos, las duchas frías. Estas prácticas de
auto mortificarse según entendía Escrivá, son parte de las formas de castigo al
cuerpo rebelde y proclive al pecado, aplicando el texto de Pablo, cuando dijo: golpeo
mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte
yo mismo descalificado. (1 Corintios 9:27).
En algunos casos, la búsqueda
de la espiritualidad sentida, choca con el sistema litúrgico al que se someten
los miembros, por ejemplo, se anima a estos a buscar una relación personal con
Dios por medio de la oración, sin embargo la oración personal es casi condenada
por el propio Escrivá quien escribe esto: Tu oración debe ser litúrgica.
-Ojalá te aficiones a recitar los salmos, y las oraciones del misal, en lugar
de oraciones privadas o particulares. (Camino, 86 - Escrivá de
Balaguer)
Uno
de los principios importantes dentro del Opus Dei, es el compromiso con la
causa, tal es el caso que prácticamente llegan a sentirse como si de una religión
independiente se tratase. Como antes señalamos, ven a todos los demás, incluso
a los católicos no numerarios, como extraños a los que habría que convertir.
Escrivá llegó a decir que no
buscaba miembros que obedecieran porque sí, ni que fueran sumisos porque sí,
sino porque ellos desearan obedecer y ser sumisos. De esa manera aboga por una
forma de convencimiento total y que su labor, por muy restrictiva que fuera, se
haga de buena gana. Se dice que entre las órdenes internas del Opus Dei, está
el llamado "juramento promisorio". Este juramento, hecho sobre la
Biblia, lleva como consecuencia, bajo pena de perjurio en caso de no cumplirlo,
el que los numerarios del Opus siempre consulten con los superiores, cualquier
asunto relacionado con su vida social y profesional. Esto incluye lógicamente
también los asuntos que tengan que ver con la política, la asistencia a
congresos, el tipo de votos, incluso si una persona puede aceptar un ministerio
o no, toda decisión que tenga algún efecto en lo social, debe ser consultada.
Esto
nos lleva a otro asunto que también ha sido controvertido en el caso del Opus
Dei, es el tema de la política y la neutralidad. Cabe mencionar que a José María
Escrivá, le tocó vivir y sufrir la guerra civil española y las consecuencias de
los extremismos de la época. Él fue testigo de los ataques a las iglesias por parte
de anarquistas y algunos comunistas, por ello, como sucedió con la iglesia
católica en general, se alío con los sublevados militares.
Aunque a su favor hay que
decir que él no tomó parte directa en esa guerra, más bien la sufrió, pues en
1936, se encontraba en Madrid. La persecución religiosa y la crispación
reinante, le obliga a refugiarse en diferentes lugares. Decide mantener su
labor pero lo hace clandestinamente, pues por desgracia para él, le toca la
zona republicana. Durante la contienda, la situación para él y los suyos se torna
cada vez difícil, hasta que por fin logra salir de la capital. Después de
atravesar media España bordeando la frontera de ambos contendientes, llega al
norte, donde le espera una travesía por los Pirineos hasta adentrarse al sur de
Francia. De allí se traslada a Burgos, pero ya en zona franquista. Así, esas
experiencias de alguna manera marcaron su modo de ver los asuntos y la postura
política que iba a tomar.
Esto se observa cuando
justifica de alguna manera la guerra, y muestra así ese sentir: La guerra!
-La guerra tiene una finalidad sobrenatural -me dices- desconocida para el
mundo: la guerra ha sido para nosotros... -La guerra es el obstáculo máximo del
Camino fácil. -Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe
amar sus disciplinas (Camino 311)
Se
puede decir que la experiencia durante la guerra lo empujó en una dirección
política, aunque no era ese su propósito. El defendió durante su vida, una y
otra vez, la estricta neutralidad de su orden, pero vio en la política un medio
para llegar a un fin más sublime, evangelizar y desde ahí, llegar a todos los
niveles sociales. Por eso se animó a que los numerarios que pudiesen, se
acercaran por medio de la política al poder, de tal manera que instalados en
este, pudieran educar espiritualmente a la sociedad. Está claro que se trata de
una utopía en la que ya habían caído otros personajes en la historia de la
cristiandad, no habiendo conseguido nunca esa cristianización real que buscaba
la Obra.
Escrivá de Balaguer escribió
en el Camino: El fervor patriótico, indudable, lleva a muchos hombres a
hacer de su vida un "servicio", una "milicia". No me
olvides que Cristo tiene también "milicias" y gente escogida a su
"servicio" (Camino, 905; Escrivá de Balaguer)
Otro caso que llama la
atención sobre las ingentes cantidades de dinero que manejan algunas órdenes,
fue cuando en el año 2012 el Dean de la catedral de Santiago de Compostela dimitió
por el escándalo ocurrido cuando cierto electricista robó un manuscrito
antiguo, junto con varios “millones” de euros, sustraídos del templo. La prensa
se hizo eco de tal cantidad de dinero que manejaba un centro religioso, y que
en realidad se había convertido en un lucrativo negocio, pues cobrando por
visita, por oración, encendido de velas, aparte de los numerosos “platillos”
que se pasan a mansalva, entre misa y misa, solo aquella catedral había
obtenido pingües beneficios.
Las
instituciones de la Iglesia a menudo han buscado maneras impresionantes de
amasar fortunas, por lo cual, criticar al Opus por hacer que sus numerarios
ofrezcan sus beneficios empresariales para la causa, debe ser considerado lo
menos obsceno en lo que a manejo de dinero se refiere. Por otro lado, y también
hay que decirlo, se ha criticado a los seguidores del reverendo Moon, por
financiar su iglesia con empresas y ventas de cualesquier tipo de productos y ahora
resulta que el Opus Dei y otras órdenes católicas han hecho lo mismo, sin que
nadie levantara un dedo para acusarles de utilización ilícita o fraudulenta de
fondos. Quizás a algunos no les guste la comparación, pero el desarrollo de esta
obra ayuda a ver más claro las similitudes existentes en los métodos utilizados
por unos y por otros, en la financiación de su obra religiosa.
El
caso es que, en años posteriores, la situación se ha ido torciendo
desfavorablemente en algunos países, sobre todo en España, donde el control por
parte del fisco, dificulta que haya ese tipo de trasvases oscuros, entre
empresas, política y religión. Por ello, la obra ha caído en una especie de
crisis de sentido. Son fuertes pero no han logrado los propósitos, y la
vocación, que antaño era todo un honor, ahora se está perdiendo.
El
26 de junio de 1975, José María Escrivá fallece en Roma. La dirección de la
obra queda en manos de Álvaro del Portillo, un hombre de confianza de Escrivá.
En ese momento pertenecen al Opus Dei unas 60.000 personas de 80 nacionalidades
distintas. Ahora, 35 años después se habla de canonizar, paso previo a
convertir en santo a Escrivá, por lo que muchos católicos del Opus ya llaman a
Escrivá: San José María Escrivá.
Esta es una santificación no
exenta de polémica, por la implicación de la obra en asuntos poco santos. En
dicha canonización, se notó el poder del Opus, pues en el sistema de elección
se apartó a los opositores, entre ellos a ex miembros, algunos de los que
conocieron de cerca a Escrivá y que podían dar un testimonio más cercano sobre
la persona. Es curioso porque entre estos opositores a la canonización estaban
María del Carmen Tapia y el sacerdote Vladimir Feltzman, quienes si bien han
salido del Opus, no han salido de la Iglesia y siguen siendo católicos
practicantes. No obstante, son vistos como enemigos, casi demoniacos, por parte
de los numerarios del Opus. Lo cual indica, la independencia y el poder
otorgado a la obra, que hasta pueden forzar al Vaticano a nombrar a alguien de
su interés, como un Santo y esa al parecer es una de las luchas que más
esfuerzo y atención está requiriendo de la obra del Opus en los últimos tiempos.
(Más información sobre este y otros movimientos religiosos modernos en el Trigo Ahogado Tomo V)
No sé qué puede faltarle al Opus Dei para ser considerado una secta. Cumple con todas las características -grupo hermético al menos medianamente, que se proclama único poseedor de la verdad y que obedece de modo ciego a un líder al extremo de que incita a los interesados a entregar sus posesiones y dejar a su núcleo afectivo (para mayor demostración ver la película "Camino"- que los mismos sacerdotes le atribuyen a las iglesias evangélicas independientes. Debe ser por la muñeca negociadora de Escribá, que le permitió sentarse a la diestra de papas como Wojtyla, el mismo que excomulgó a un sujeto igual de extremista como Marcel Lefebvre, sólo porque decidió actuar en consecuencia, a rostro descubierto y sin hacer concesiones en materia de doctrina, tal como procedió Jesús.
ResponderEliminar"cada santo tiene un pasado,cada pecador tiene un futuro"-Oscar Wilde
EliminarEste tipo de situaciones han ocurrido en muchisimas ocasiones, discrepantes de la iglesia que se han mantenido dentro y han sido nombrados santos y otros que han querido hacer cumplir más los preceptos de esta y mejorarla han sido tildados de herejes y excomulgados. Solo depende de que no se ataque al papa. Lefebre hizo esto último y le costó la expulsión, mientras Escrivá se apostó como paladin en la defensa de este, aunque en el fondo ha ido casi por libre.
ResponderEliminarGracias por su comentario
Dios les bendiga. Nunca había leído en este blog, y me parece excelente la posición de su autor, leer para tener un conocimiento original sobre aspectos religiosos, como operan. Por lo menos me ha sido útil para afianzar más mi propia identidad, mi inclinación espiritual y saber elegir correctamente de acuerdo a mi pensar. Gracias
ResponderEliminarMe alegro que le haya sido útil este trabajo. no siempre es fácil encontrar las fuentes para realizar este estudio, pero entiendo que más difícil es elegir que camino seguir. Saludos
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