Obra protegida por derechos de autor

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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
Depósito legal: M-20243-2011

Los Lolardos : La herencia de Wycliffe


El termino lolardo, ya parece haber sido utilizado a principios de siglo XIV en Holanda, donde se conoció como lollardos a los seguidores de un predicador valdense llamado Valter Lollard. Según algunos, es posible que de forma despectiva se usara ese mismo nombre para referirse a los seguidores de Wycliffe, por su espíritu evangelizador, tal como los valdenses, aunque no hay pruebas que los relacionen directamente. Otro posible origen del nombre fuera como ya apuntamos en otro capitulo, quizás una evolución del termino lollii o lolium, expresión en latín para referirse a las mala hierbas, de allí se tradujera al ingles como lolardo, haciéndo coincidir el nombre con los lollardos de Holanda. Varias fuentes apuntan sin embargo otro posible origen del termino, también curiosamente tomado del holandés, se trata de la palabra "lullen", termino que se relacionaba con el cantar o salmodiar, así en inglés se decía loller o lollardo, a aquel vagabundo desocupado que se dedicaba a cantar por las calles.
En cualquier caso, sea cual sea el origen que tuviese el término, el nombre fue utilizado para hacer referencia a los que se hacían llamar como "pobres predicadores", que definía más la obra que efectuaban estos. Estos fueron originalmente pupilos de Wycliffe, a los que adiestró y enseñó para ir de aldea en aldea y de ciudad en ciudad llevando el nuevo entendimiento que con la Biblia ahora traducida a su propio idioma podían tener del verdadero cristianismo o por lo menos del que Wycliffe entendió como mas cercano a sus orígenes.
Es interesante notar, como cierta obra de consulta explica la manera de predicar de estos intrépidos, valientes y convencidos lolardos, mostrando que con el tiempo llegaron a tener una organización muy bien preparada, dice así : Los predicadores lolardos viajaban mayormente a pie, y llevaban un palo pesado que les servía de protección y de ayuda al caminar. Limitándose por razones de mayor seguridad a las áreas rurales, llegaban a una aldea o pueblo pequeño, donde el asistente o escudero reunía a la gente para que ésta escuchara el mensaje, a menudo al aire libre, en cabañas o granjas, o en el pasillo de una casa más grande. Se repartía un pequeño manuscrito y una Biblia; a veces solamente uno o dos libros de la Biblia. Después que el predicador itinerante se dirigía a la siguiente aldea, estos manuscritos en forma de libros, se pasaban de una persona a otra, y se leían y consideraban con gran interés. En estas reuniones no solo se leía la Biblia, sino que se enseñaba a leer para que más personas pudieran tener acceso personal a las Escrituras. (WT1981 1.11, 26)
La traducción bíblica que utilizaban era una versión mejorada de la original de Wycliffe, a la que dieron un tono mas cercano al ingles común de la época. Varios seguidores de Wycliffe prestaron ayuda en esta obra y su compañero más allegado, John Purvey, parece haber tomado la delantera y fue el impulsor de esa mejora.
El prefacio o prólogo a la segunda versión de la Biblia de Wycliffe describe algunos de los principios que se usaron en la traducción: El texto latino no se aceptó sencillamente tal como estaba, pues los traductores se habían dado cuenta de que en el transcurso de los siglos se habían infiltrado furtivamente errores y corrupciones. Se recogieron y compararon tantas versiones antiguas como fue posible, "para hacer una Biblia latina más veraz; para luego estudiarla de nuevo, el texto con la glosa"... un método que era casi desconocido en aquellos días. Mientras buscaban lograr un texto latino más puro, los traductores también se esforzaron por encontrar los significados más correctos y precisos de las palabras y frases difíciles, y por entender algo de la gramática que se usaba. Finalmente, el traductor se apegaba "tan claramente como podía a la oración" y luego hacía que su trabajo fuera revisado y corregido.(—The English Hexapla, pág. 29)
Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos las copias manuscritas a los que algunos pocos tenían acceso, eran enormes volúmenes, poco manejables. Pero Wycliffe y su equipo se propuso hacer copias compactas, sin tantas florituras o adornos, pero practicas y manejables, y sobre todo económicas y portables. Por otro lado eran más fácil de esconder, dada la persecución a la que se veían sometidos los dueños de tales copias. Sobre todo teniendo en cuenta que 1401 en Inglaterra salió un decreto en el que se amenazaba con la hoguera a todo poseedor de una Biblia no autorizada y a su lectura, era el vano esfuerzo de la iglesia y sus apoyadores para quitar a ese molesto y creciente movimiento herético.
Con el tiempo, ya en la segunda década del siglo XV, los predicadores lolardos no desplegaban la perspicacia, gentileza y el tacto que manifestó en sus escritos el propio Wycliffe. Ellos de forma mas rotunda y contundente denunciaron las peregrinaciones, las supersticiones, las indulgencias, el uso de imágenes de santos, los lugares sagrados, el comercio de las reliquias de supuestos mártires. Y aunque durante un tiempo se mantuvieron dentro de la Iglesia, gradualmente, muchos lolardos prominentes se dieron cuenta de que ya no podían permanecer allí después de entender las cosas como ahora las entendían.
Al principio no obstante, algunos todavía temían ser perseguidos o torturados y cuando se les capturaba, renunciaban a sus nuevas creencias por temor a la excomunión, aunque luego volvían a su obra. Ese fue el caso de John Purvey, quién fuera el secretario personal de Wycliffe, cuando en 1401 fue juzgado, se retractó por temor a morir quemado en la hoguera, hizo un acto de abandono de sus ideas. Incluso fue asignado como sacerdote en la vicaría de West Hythe, en Kent. Pero años después recapacitó, viendo el trato tan injusto que otros estaban sufriendo por mantener y defender sus creencias, dos años después en 1403 dimitió de la vicaría y volvió con los lolardos, siendo en 1421, capturado de nuevo, juzgado y enviado a prisión por orden del entonces Arzobispo de Canterbury, Henry Chicheley.
Para el año 1412, se prohibieron los escritos de Wycliffe y dos años después en 1414, al propio teólogo ya muerto, se le acusó de herejía, al igual que a sus seguidores. Y en 1428, tras la absurda decisión de quemar los restos del originador, con el solo motivo de producir terror entre sus seguidores, la persecución se intensificó. La persecución de las autoridades hizo del lolardismo un movimiento clandestino
Algunos miembros prominentes pronto se tuvieron que enfrentar a la potente orden de la Inquisición, fue el caso de William Sawtry, quién en el juicio rehusó retractarse de sus ideas, entre otras cosas su rechazo por la transubstanciación, según el mismo explicó: después de la consagración por el sacerdote, el pan seguía siendo pan literal y no pasaba por ninguna transubstanciación. Al cabo de dos días de discusiones, Sawtry fue quemado en la hoguera en el mercado ganadero de Smithfield, en Londres.
Uno de los más destacados defensores del lolardismo, fue sir John Oldcastle, quien fue juzgado en 1414 bajo el estatuto de De Haeretico Comburendo, de nada le sirvió la amistad que tenía con el futuro rey Enrique V, aquello significaba un gran golpe contra el movimiento lolardo. Oldcastle logró escapar de su juicio en la Torre de Londres, y sus apoyadores se levantaron en armas para defenderlo. Este fue uno de los errores más graves que cometieron, puesto que habían renunciado a la guerra porque estaba en contra de los principios del cristianismo. Cuando fracasaron en su intento por secuestrar al rey en Eltham, cerca de Londres, marcharon hacia St. Giles' Fields en Londres para unirse a otros grupos. Pero todos fueron capturados y vencidos. Aunque Oldcastle escapó y evitó la captura por tres años más, finalmente fue arrestado y quemado en la hoguera en 1417. Los lolardos ingleses nunca más volvieron a intervenir por fuerza de las armas ni entraron en la esfera política.
Pero por muy dura que fuera la persecución contra estos, mayor era el aumento en sus filas, hasta el grado que sobrevivieron por lo menos durante todo el siglo XV y parte del XVI, en Inglaterra, donde se abrieron escuelas para enseñar a leer y escribir, y los lugares de reunión no autorizados florecieron. En parte por la ruptura del rey Enrique VIII con la iglesia católica, instaurando el llamado anglicanismo, mas tolerante con los disidentes católicos.
Con la llegada del protestantismo de Lutero y sobre todo de John Knox a Inglaterra, en la época de la reforma, el grueso de los lolardos se unieron al movimiento por encontrar allí similitudes en su mensaje. De esa manera se puede decir que lo lolardos fueron precursores de la revolución religiosa que significaría el presbiterianismo ingles.
Y en la parte continental, sobre todo en Bohemia, el mensaje de los lolardos fructificó de manera diferentes pero mas contundente. Tal fue así que en pocos años se convirtió casi en mayoritaria y en la religión oficial del pueblo. Sobre todo gracias a un ferviente defensor de las ideas de Wycliffe, Jan Hus, que remodeló y revolucionó a los lolardos bohemios, convirtiendoles en lo que mas adelante se llamaría los husitas. Pero de eso trataremos en un capitulo posterior.

3 comentarios:

  1. por sus frutos los conocereis, no toda adoracion conduce al todo poderoso mateo 2:21-23 pero las escrituras nos muestran que debemos hacer juan 17:3 y juan 17:17 la iglesia catolica atraves de los siglos a revelado que ella representa la mala hierba por todos los desastres cometidos comtra la humanidad asesinatos saqueos persecuciones enriquecimiento ilicito la santa inquisicion y los escandalos actuales lo demuestran

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