La tradición
de peregrinar por tierras gallegas se inicia en la edad media y toma fuerza,
como otras tantas en el siglo XX. Esta idea se basa en la tradición de que el
apóstol Santiago estuvo en España y tras morir como mártir en Judea, sus más
allegados llevaron su cuerpo desde las costas de Palestina, hasta las tierras
gallegas y siendo enterrado en una tumba en la zona que hoy comprende la ciudad
de Compostela. El cambio de nombre del apóstol al que siempre se conocía como
Jacobo en varios idiomas, (Iacobo en latín, James en inglés, Iago en galaico),
surgió a raíz de la unión del término Sanct + Iago, de lo cual sale Santiago,
de tal manera que en castellano aparezca ahora en la Biblia así su nombre. Se
dice que durante la reconquista se gritaba a menudo “Por Sanct Iago” y de ello
derivó el actual Santiago.
La primera
mención de la tradición sobre la estancia temporal del apóstol en España fue
hecha por Isidoro de Sevilla, un peculiar historiador cristiano del siglo VI,
muy enérgico en la lucha para erradicar el arrianismo de la Hispania visigoda,
escribió en su tratado De ortu et Obitu sactorum Patrum, una especie de defensa
de la tradición apostólica romana en Hispania, en este incluyó una frase de la
que algunos extraen que Santiago estuvo en Hispania, al decir: Pedro recibió como parte Roma, Andrés Acaya
y Santiago Hispania". También de manera más clara lo deja caer en sus
“Etimologías” donde afirma lo siguiente: Santiago
Predica el evangelio en Hispania y en los
pueblos de las regiones occidentales donde lleva la luz de la prédica".
(Etimologías
– Isidoro de Sevilla) Sin embargo, Isidoro no hace referencia alguna a
que al cuerpo del apóstol se le diera sepultura allí, ni que se peregrinara
hacia su tumba, eso llegaría más tarde. Después a través de otros escritos
medievales del siglo XI, como el Códice Calixtino se dice que Jacobo predicó en
Muxia, en las proximidades del Finisterre, donde consiguió tan solo nueve
discípulos, después desalentado por el escaso éxito de su predicación, se
dirigió hacia el este y tuvo una aparición espectacular de María, la madre de
Jesús, que le infundió ánimo. Se le apareció sobre un pilar de mármol, y en
“carne mortal”, en la ciudad romana llamada Cesaraugusta, (conocida después
como Zaragoza), al nordeste de la península. La leyenda dice que cuando ella
partió, el pilar permaneció en su lugar y siglos más tarde se convirtió en un
santuario para peregrinos. Posteriormente el apóstol regresó a Palestina y murió
en Judea a manos de Herodes Agripa; después dos de sus discípulos, Atanasio y
Teodosio, trasladaron su cuerpo a través de las rutas marítimas romanas en un
barco que comerciaba piedras, hasta llegar a Galicia, donde milagrosamente
salvaron a un noble que había caído accidentalmente al mar y este salió
cubierto de conchas de vieiras y gracias a esto, que consideraron un milagro,
abrazaron el cristianismo y llamaron santo al que portaban, pues milagrosamente
había salvado al caballero, desde entonces se dispuso que todo aquel que fueran
a venerar al apóstol debía llevar una concha de vieira. Al penetrar en tierras
Galaicas pidieron a la reina Lupa, señora celta de las tierras romanas del Fin
del Mundo, permiso para transportar el cadáver desde la costa. Pero esta para
burlarse de ellos les dio dos toros bravos en vez de bueyes. Cuando los
animales llegaron ante el sepulcro se amansaron como bueyes, y llevaron el
cuerpo hasta donde se encuentra actualmente. Eso impresionó a la reina, que
permitió el entierro. Después, al parecer también fueron enterrados en el mismo
lugar los dos discípulos que le llevaron hasta allí.
Tumbas o fosas descubiertas en Galicia
Para aclarar
la certeza o no de algunas de estas tradiciones y penetrar en el fondo
histórico de esta popular peregrinación, que atrae a miles de personas todos los
años, vamos a remontarnos a siglos atrás en la Galicia celta, romana, sueva, y
mozárabe, en donde encontraremos reminiscencias de muchas de estas culturas que
dejaron su legado en el famoso camino.
Peregrinaciones previas
La costumbre de peregrinar por aquellas tierras gallegas,
se remonta a la oscuridad celta, donde las rutas al Finisterre eran muy conocidas
y fueron establecidas, según se cree, porque se consideraba un punto espiritual
muy especial, el extremo en el que los dioses no permitían al hombre pasar, el
fin de la tierra. Si bien en Europa existen varios lugares a los que los
romanos y griegos llamaron “Finis Terrrae”, (Cornualles en Inglaterra, Bretaña
en Francia y el extremo norte de Galicia), si se sabe que había principalmente
en el Finisterre gallego las conocidas como marchas “Ara solis”, que desde el
mausoleo de Nerio, de alguna manera venían a celebrar la muerte del sol. Era
común la costumbre galaica de los nerios, una de las primeras tribus celtas que
habitaron aquellas tierras, darle importancia al momento de la muerte, por ello
existen tumbas a lo largo de aquellas tierras en las que se aprovechaba para
dar gloria a los dioses ancestrales. Un ejemplo de ello es la inscripción que
aparece en una lápida del siglo V AC que entre otras cosas dice: "Invocando a los Lugos del pueblo Neri, en
conmemoración a un noble de los kaaltee de Galtia, él descansa por siempre ahí
dentro. Invocacamos a todos los héroes. La tumba de Taśiionos lo ha recibido".
Al parecer, existía una ruta seguida por los druidas o sacerdotes celtas que
realizaban junto a sus aprendices, llamada “Camino de las estrellas”, que
llevaba desde Oviedo hasta Finisterre y pasaba por lugares considerados puntos
sagrados estratégicos, como Lugo y la zona que hoy es Compostela, que en ese
tiempo tan solo era un dolmen, como parada en el camino. Estos se guiaban por
las estrellas que forman parte de la Vía Láctea y que en noche clara se podían
seguir fácilmente.
En ese camino
o ruta se solían construir dólmenes coralinos, conocidos por el nombre celta de
“Nevet Mough”, que literalmente se puede traducir como “Piedra de Vida”. Se
trataba de una especie de monumento a los muertos en una forma que se conocía
como Navot, o cámara del renacimiento, pues se pensaba que los muertos morían,
pero nacerían en otro lugar, al igual que lo hacía el astro sol. Lugo era el
asentamiento principal de la zona y uno de los dioses más extendidos en la
península antes de su romanización, Lug, de allí su nombre. Sobresale entre las
deidades romanizadas el dios Mercurio, que es visto como el creador de todas
las artes, a este se le relaciona con Lug, al que posiblemente sustituyó y al
que se consideraba protector de aventureros, caminantes y comerciantes. Existía
otro mito en Cornualles, en Bretaña y entre los celtas atlánticos sobre barcas
de piedra, o “ártabros”, quizás en referencia a los primeros barcos tartesos
cargados de rocas de minerales que arribaban a las costas, aunque no se sabe
muy bien de dónde procede esta tradición. Pero se pensaba que las grandes
piedras eran expresión del espíritu, de la perdurabilidad, y que tenían ciertas
propiedades mágico-terapéuticas. Otros expertos afirman que aquellos barcos de
piedra, emulaban el mito universal del último viaje, el habitáculo idóneo para
la navegación de las almas por las temidas aguas que se extendían más allá del
fin de la tierra, hacia la isla de la eternidad, más allá del poniente.
Dios celta Lug, curiosa relación con el dios romano Mercurio, el Odín vikingo y con la ímágen de Santiago medieval.
En cualquier
caso, coincide esto con diferentes tradiciones en esos lugares en los que
ciertos santos, como San Juan de Misarela, La virgen da Barba de Muxía,
viajaron en barcos de piedra, también existe una tradición medieval en la que
se decía que el cuerpo de Santiago llegó a las costas gallegas, desde
Palestina, en un barco de piedra. En algunos de estos ártabros celtas, aparecen
símbolos de conchas, que representaban la prosperidad, en algunos casos era
dibujada como una especie de espiral que representaban la eternidad o el ciclo
sin fin de renacimiento del sol. Pero también utilizaban la Vieira, un símbolo
sexual de fertilidad que recordaba a la diosa Venus. Hasta aquí lo relacionado
con los antiguos caminos celtas que pasaban por los mismos lugares del actual
Camino de Santiago, pero ¿qué podemos decir de la ciudad de Compostela? ¿Era
también celta? ¿Tenía algún significado especial para estos?
Historia de Compostela
En realidad,
como antes mencionamos los celtas no tenían ninguna población estable en aquel
lugar, era más bien un punto estratégico, un sencillo dolmen o Navot era lo que
allí había. Fueron los romanos quienes establecieron en el siglo I un
asentamiento conocido como Assegonión, que existió hasta el siglo V, y fue una
pequeña población en la parte donde hoy se encuadra la zona de la catedral
compostelana, al parecer fue una ciudad de paso, así aparece en la tablilla IV
del conocido como Itinerario de Barro, una guía de caminos o vías romanas del
noroeste peninsular, la conocida como “Via Lucu Augusti ad Iria”. Pero tras la caída y desintegración del imperio romano
de occidente, allá por el siglo V, la ciudad cayó en el abandono más absoluto.
No obstante, por alguna razón desconocida siguió habiendo enterramientos en la
zona sepulcral de la ciudad, probablemente proveniente de las ciudades circunvecinas.
Aquí es donde toma importancia un personaje que algunos señalan como el que
verdaderamente reposa en la tumba asignada tradicionalmente al apóstol
Santiago. Después hablaremos de ello.
Apóstol Santiago
Pero antes de
eso, vamos a profundizar en la figura de Santiago el mayor, el apóstol que
supuestamente fue enterrado en aquella pequeña ciudad gallega. Santiago era
según la biblia, hijo de Zebedeo y de Salomé, por tanto hermano del también
apóstol Juan, quien fuera el más longevo de entre los doce. Sin embargo, en el
caso de Santiago, este pasaba de los treinta años cuando conoció a Jesús y su
vida no fue tan larga como la de su hermano. Al parecer, era una persona de
carácter enérgico, fogoso y entusiástico. En una ocasión, por ejemplo, cuando
ciertos samaritanos no mostraron hospitalidad a Jesús y rechazaron su
mensaje, Santiago, solicitó a su maestro que se hiciera bajar fuego del cielo
para aniquilarlos. Aunque el relato menciona también a Juan en este incidente,
sin embargo tal vez este fuera influido por el carácter más agresivo de su
hermano, en cualquier caso a ambos se le puso el sobrenombre “Boanerges”, que
significa hijos del trueno, en relación a ese carácter impulsivo. En más de
alguna ocasión, Santiago hubo de ser corregido por su maestro, como cuando
junto con su hermano, pidió a Salomé su madre que hablara con Jesús y le
pidiera una posición a la derecha y otra a la izquierda en su reino. No sabemos
si pensaban en un reino humano, pues algunos todavía en el año 33, opinaban que
Jesús establecería un Reino en Jerusalén y se liberaría a Israel del yugo
romano. En cualquier caso, la actitud de Santiago y Juan, indignó a sus
compañeros, y el maestro les dijo en aquella ocasión: Vosotros sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de
ellas, y los grandes ejercen autoridad sobre ellas. No debe ser así entre
vosotros; antes bien, el que quiera llegar a ser grande entre vosotros tiene
que ser ministro vuestro, y el que quiera ser el primero entre vosotros tiene
que ser esclavo vuestro. Así como el Hijo del hombre no vino para que se le
ministrara, sino para ministrar y dar su vida por los demás. (Cita de Mateo 20:25,26). Esta
recriminación y otras de similar calado, tuvieron que hacer efecto en Santiago,
quien a partir de entonces, apenas es mencionado, y acompaño a Jesús en sus
últimos momentos con vida. Pero después fueron otros los que tomaron las
riendas de la iglesia cristiana, que se sepa, Santiago no escribió libro, carta
o ni evangelio en los once años que formó parte de la congregación cristiana.
El libro
bíblico conocido como “Carta de Santiago”, fue escrita alrededor del año 62,
por un pariente de Jesús, llamado Santiago el justo, posiblemente uno de sus
hermanos, que pronto tomó relevancia en el cristianismo, pues a menudo se le
relaciona con la sede de los apóstoles, pero nada que ver con el de Compostela. De Santiago, del
que estamos hablando en este estudio, se dice que corrió peor suerte, pues ocurrió lo siguiente con él: Por aquel mismo tiempo, Herodes el rey extendió
las manos para maltratar a algunos de la congregación. Con la espada eliminó a
Santiago hermano de Juan. Como vio
que esto fue del agrado de los judíos, prosiguió a arrestar también a Pedro.
(Sucedió que eran aquellos los días de las tortas no fermentadas) (Hechos de los Apóstoles 12:1-3) Este
suceso se puede fechar alrededor del año 44 o antes, pues el relato afirma que Herodes
murió el mismo año en el que ejecutó a Santiago y encarceló a Pedro. No se sabe
si María, la madre de Jesús vivía o no para ese tiempo, pero poco probable es
que se le apareciera esta y no el propio Jesús. Ahora bien ¿Pudo darle tiempo a
Santiago a viajar y a evangelizar las distantes tierras de Galaica y llegar al
Finisterre?
Difícilmente
se puede defender esa tesis, primero porque existen pruebas que indican que los
territorios gallegos no fueron oficialmente romanos hasta el año 74, cuando se
les concedió a aquellas tierras el “Ius Latii” o el derecho latino. Antes de
esa fecha era un territorio en guerra contra los celtas o Iberos y territorio
hostil a cualquier penetración extranjera, por muy pacífica que fuera. Por
tanto, sería difícil que un grupo de cristianos llegara para cristianizar la
zona en época anterior. Tampoco los viajes en aquellos tiempos eran fáciles, y se
dice que los apóstoles mantuvieron la sede en Jerusalén, de la cual no salieron
ni en los peores momentos de persecución, y se mantuvieron dirigiendo la
iglesia desde allí durante varios años, al menos hasta el 49, cuando se celebró
un sínodo o concilio cristiano, el primero del que se tiene constancia en
aquella ciudad. Solamente años después se les puede ver fuera de Jerusalén, lo
cual no significa que no hayan realizado viajes puntuales, pero no para
evangelización, para eso mandaban misioneros, ellos sólo salían para visitar y
estimular a cristianos en lugares con iglesias establecidas.
No fue hasta
la aparición de los primeros misioneros que el cristianismo se extendió fuera
de Palestina, como por la obra de Felipe en el norte de África y sobre todo de
Pablo, que en el año 36 empezó a extenderse más allá de las fronteras de Judea
y Samaria, formando comunidades incluso en Roma. La primera mención de España
la tenemos cuando el apóstol Pablo escribió una carta a los cristianos de Roma
en el año 56 y allí menciona que pensaba realizar un viaje a España pasando por
Roma, indicando la ruta que le llevaría hasta allí. Según los datos históricos,
los principales puertos marítimos de las rutas comerciales en el siglo I, eran
Cartago Nova y Gades, (la actual Cadiz) o Tarragona. Y en el extremo occidental
no fue hasta muy avanzado el siglo I que se construyó el puerto de Brigantium,
en Finisterre, cuyo faro terminado en el siglo II. Difícilmente sería ese el
puerto al que llegaría Pablo de haber realizado dicho viaje. Por otro lado, ni
en el libro de Hechos, ni en ninguna otra carta se indica que llegara a
realizar tal viaje. Alguna tradición habla de su llegada al puerto de Tarragona
donde consiguió algunos discípulos. En el caso de haber llegar a Hispania, esto
solo pudo haber sido posible hasta el año 63, no antes, por tanto lejos quedaba
la formación de un núcleo cristiano antes de esa época. Las primeras iglesias
mencionadas en Hispania fueron las de Mérida o Astorga. De lo que no hay
rastro, ni mención es de la presencia de Santiago en tierras hispánicas, en los
primeros cinco siglos de establecimiento cristiano en la península.
Prisciliano de Compostela
Sin embargo, si prosperaron algunos movimientos
cristianos considerados heréticos por los católicos, allí echó raíces el
montanismo, el donatismo, el arrianismo y algunas corrientes maniquéas. Pero
entre estos grupos de disidentes, cabe destacar el liderado por un gallego de Aseconia,
llamado Prisciliano, que se convirtió en obispo de Ávila, y cuya predicación
efectuada en el siglo IV, dio inicio a un movimiento casi asceta que logró gran
éxito allá por el año 375, en especial entre ciertas clases alejadas del poder
eclesiástico. Su forma de ver el cristianismo atrajo la atención del pueblo, que
lo veían como un iluminado de Dios. El trato flexible y comprensivo hacia los
más humildes, incluso para con las mujeres, entre las que fomentó una
participación más activa en la iglesia, también habló de cosas tan lejanas para
ese tiempo, como la abolición de la esclavitud, eso hizo que pronto alcanzara
gran notoriedad y muchos de entre la capas más humildes se le unieran.
No tardaron
algunos líderes católicos en verter duras acusaciones contra estos. Entre otras
cosas se decía que los seguidores de Prisciliano predicaban rituales mágicos
que incluían danzas nocturnas, peregrinaciones descalzos y la práctica de la
astrología cabalística. Algunos quizás confundiendo a estos con ciertos grupos gnósticos,
afirmaban que sus enseñanzas, aderezadas con connotaciones romanizadas, se
mezclaban con el paganismo celta y maniquéo. Se decía que estipulaban el ayuno
los domingos, el retiro a las montañas y la búsqueda de la espiritualidad
interna, que hablaban de los poderes del cosmos y su influencia en las almas,
usando el zodíaco como referencia. Que realizaban danzas y oraciones públicas
donde los asistentes estaban desnudos y cosas por el estilo. Tras muchos
intentos fallidos, fue juzgado en Tréveris y condenado a ser decapitado, por el
emperador Máximo a instancias de dos influyentes obispos católicos, Hidacio e
Itacio. Junto a él otros dos de sus más afamados discípulos, Silvano e
Instancio, fueron ajusticiados ese mismo día y sus cuerpos fueron enterrados
allí.
Pero como si
una maldición recayera sobre los que martirizaran a Prisciliano, poco a poco
sus enemigos fueron cayendo. En el año 388, Máximo es depuesto y condenado a
muerte por su sucesor, Teodosio. Itacio también es excomulgado por falsas
acusaciones en el juicio contra Prisciliano y acaba sus días, desterrado. Mientras el movimiento iniciado por aquel
prospera, se sabe por la mención en los documentos del concilio de Toledo que
para el año 400, la mayoría de los obispos de Galicia eran priscilianos.
Incluso por los escritos de Sulpicio Severo se sabe que varios de los
discípulos viajan hasta Tréveris, con el permiso del emperador para exhumar el
cuerpo del mártir y trasladarlo hasta su ciudad natal, Aseconia, como se
conocía para ese tiempo la aldea Gallega, algunos afirman que junto a él
también llevaron los cuerpos de los otros dos mártires priscilianos. Un grupo
de sus discípulos continúo su obra durante al menos dos siglos más, la caída de
Roma y la llegada de los suevos a la zona de Galicia, los protege de alguna
manera de las persecuciones de la iglesia. Por ello, es posible que fueran sus
seguidores quienes mantuvieran el cementerio de aquella ciudad, entonces
abandonada, pero cuyas tumbas fueron creciendo, posiblemente el lugar de reposo
de su líder se convirtiese en punto de encuentro y de peregrinación
prisciliana. Con respecto a los suevos, poca influencia tuvieron en las
tradiciones religiosas gallegas, si bien importaron la adoración a Nerthus, la
tierra madre pronto, cuando el empuje visigodo obligó a aceptar e estos el
cristianismo arriano, es decir opuesto al católico en cuanto a la doctrina de
la trinidad.
Esto fue así hasta el año 589, cuando Recaredo el rey
visigodo se convirtió al catolicismo romano y forzó a la nación a seguirle,
convirtiendo a España en país católico. Fue entonces cuando se aplastó
definitivamente a las minorías priscilianas, prohibiendo sus rituales y
peregrinaciones. La oscuridad a la que se sometió a la península durante los
siglos siguientes, sobre todo tras las guerras contra los árabes, fue la
puntilla para esconder aún más la tradición de peregrinar a Finisterre, aunque
no del todo.
Con la llegada de los árabes, muchas comunidades judías
se establecieron en la diáspora del imperio musulmán. En la zona ya repoblada
que corresponde a Compostela, había un importante barrio judío, curiosamente
dos calles detrás de la famosa catedral compostelana, llevan el ancestral
nombre judío, Algalia de Arriba y Algalia de Abajo, que al parecer según
algunos estudios, proviene del nombre “alcabala”, que era el nombre arabizado
de la Cábala, pues al parecer grandes maestros místicos judíos eran visitados
allí.
Surge la leyenda
Fue precisamente en el siglo IX cuando se cambió el
nombre a la ciudadela, coincidiendo con el hallazgo del supuesto sepulcro y con
la llegada al reino astur de mozárabes huidos de las zonas dominadas por los
musulmanes, y que buscaban poder practicar sus creencias religiosas libres de
la presión musulmana, que recelaba de la idolatría y por tanto privaba a estos
de venerar sus imágenes de santos y vírgenes libremente. Todo sucedió de manera
poco precisa, faltan muchos datos fiables y existen ciertas contradicciones. Al
parecer, el descubrimiento de la tumba de Jacobo fue entre los años 820-830, en
el reinado de Alfonso II y cuando era obispo de Iria Flavia Teodomiro. La
tradición cuenta que unos personajes de notoria presencia narraron a Teodomiro
cómo veían de noche unas luminarias en el bosque y éste, acercándose al lugar,
descubrió entre la maleza una casita que contenía en su interior una tumba de
mármol, la de Santiago Zebedeo. Se lo notificó inmediatamente al rey Alfonso el
Casto y restauraron la Iglesia en honor de tan gran apóstol. Teodomiro trasladó
la sede episcopal desde Iria Flavia a este lugar.
Otro relato menciona por
nombre a un ermitaño llamado Pelayo o Paio, como el que tuvo la experiencia del
encuentro. En este caso se habla del año 812, cuando Pelayo afirmó haber visto
o una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó al obispo
Teodomiro, obispo de Iria Flavia, en las cercanías de Padrón. Cuando fueron
allí, descubrieron en la espesura una antigua capilla, donde había un
cementerio, que por alguna razón concluyeron que era de la época romana. En
cualquier caso se empezó a hablar del lugar al que hasta ese tiempo llamaban Liberum
Donum, y empezaron a conocerlo como Arcis Marmoricis, (Arca Marmorica), por el
encuentro del cementerio y de las lápidas hechas de mármol, donde no
encontraron textos que indicasen que fueran las tumbas de Jacobo, Teodosio y
Atanasio, al menos los nombres escritos hubiesen sido pruebas irrefutables. En
cualquier caso, al poco tiempo se estableció una comunidad eclesiástica que se
quedó al cuidado de los restos funerarios. Pasando a ser conocido el lugar como
Campus Stellae, que significa Campo de estrellas, refiriéndose a la leyenda de
la visión de la estrella que llevó hasta el apóstol y cuyo nombre que
evolucionó a la actual “Compostela”.
Poco a poco, se fue formando una población civil, sobre
todo a raíz del mandato de Ordoño II, quien en el año 915 hizo el llamamiento a
todo aquel que permanecía más de cuarenta días en la zona se le daba la
ciudadanía de Compostela. El primero en conseguirlo fue el francés Bretenaldo
Franco en el año 955. Se construyó una catedral en el centro de la población. Y
posteriormente ya en el año 969 se fortificó en defensa de las incursiones
árabes. De poco sirvieron los gritos en invocación a Santiago, pues en el año
997, Almanzor destruyó la ciudad y se llevó las campanas de la iglesia para la
construcción de la mezquita de Córdoba.
Una vez recuperada de las manos árabes, se construyó la
catedral románica y se instituyó el llamado Camino de peregrinación a Santiago,
que atrajo el interés de cientos de europeos de la alta sociedad. El primero de
ellos fue Alfonso II el Casto, rey de Asturias, quien viajó con su corte al
lugar, alrededor del año 840. Pero tras el llamamiento de Ordoño, se popularizó
la ruta. Se establecieron albergues, pozos, avituallamientos para los
peregrinos. La aparición del Códice Calixtino, que era una especie de guía del
peregrino, lo convierte en un camino sagrado cargado de espiritualidad y devoción. La ruta jacobea
gozó de esplendor en los siguientes siglos, hasta el XIV. Las guerras contra
los árabes incentivaron en los católicos medievales realizar el supersticioso
ritual para que el Santo les diera la victoria, conseguida esta Santiago se
convirtió, según la tradición en el Santo de la España cristiana.DE esto surgió la imágen de Santiago matamoros, como el santo que les otorgó la victoria contra los moros.
Caída y auge del camino
Pero coincidiendo
con el cisma de occidente en el año 1378 divide a la cristiandad y el
entusiasmo por esta ruta decae. Hasta el grado que en el siglo XV, las guerras,
la peste negra y otros acontecimientos acaban por ahogarlo en el olvido.
Incluso el libro de guía, el códice Calixtino perdió interés, se descuidó,
algunas de sus páginas desaparecieron o fueron arrancadas y se le perdió el
rastro. Apenas algunos pocos se preocupan por seguir la tradición de peregrinar
por el camino, de tal manera que el último de los albergues históricos fue
cerrado en ruinas poco después de la guerra civil española.
Aunque parezca
extraño, no fue hasta muy avanzado el siglo XX que se recuperó la llamada
peregrinación a Santiago. Uno de los primeros primeros intentos de
revitalización se produjo en 1962 cuando se anunció que se iba a señalizar el
camino original. Así, el 29 de marzo de este año, la prensa publicó que 14
maestros estaban peregrinando desde Roncesvalles con el objetivo de
"actualizar la antigua marcha de los peregrinos por el camino
jacobeo". Aunque estas primeras iniciativas apenas tuvieron éxito. Ya a
finales del siglo XX se establecieron años jacobeos, y días especiales, como el
25 de Julio, y cuando esta fecha cae en domingo se dice que es año jacobeo y se
lleva a cabo una fiesta especial, eso se hace en periodos de una serie de
6-5-6-11 y esto fue desde 1993 fue dando más ímpetu, hasta el día de hoy.
Notas finales:
Curiosamente en 1885 el erudito
Georg Schepss encontró un códice datado en el siglo V, que reproduce algunas de
las enseñanzas de Prisciliano, y sorprendentemente se encontró en su enseñanza
detalles mucho más cercanos a la ortodoxia, contradiciendo todo lo que sobre él
se dijo en el momento de su martirio. Si bien no es seguro el lugar de su
sepultura, si hay testimonios que fue en la zona cercana a Asaconia, y que fue llamada Os Martiros, como al
parecer se hacían llamar los priscilianos, Los mártires.
Pero la discusión
continúa, pues recientemente cierto catedrático de letras, el profesor Enrique Alarcón, de la
universidad de Navarra, aseguró que encontró interpolado en la supuesta tumba
el nombre de Santiago. Según él, entre la expresión Atanasio Martyr en griego, le pareció ver las
letras que forman el nombre de Jacobo en hebreo. Pero no cabe duda que se trata de
una interpretación de lo más curiosa y subjetiva que tiene además muchos
detractores, la datación de los huesos aportaría más luz, pero es algo a lo que
la iglesia se niega. Por otro lado cada vez más historiadores dan por hecho que el cadáver
que podría estar dentro del ataúd bien podría ser el de Prisciliano o de
cualquier otro, pero bajo ningún concepto el del apóstol. Esto ha hecho que en los discursos más recientes, se haya
eliminado la palabra tumba de Santiago, sobre todo a partir de los últimos
papas, desde Juan Pablo II, que habló del «memorial del santo Santiago», sin
usar la palabra «reliquias», y de Benedicto XVI que dijo simplemente que la
catedral de Santiago de Compostela: está vinculada a la memoria de Santiago.
El interés cultural
y espiritual que esta ruta está teniendo en los últimos años, hace que se haya
despertado la ambición de muchos comerciantes, políticos y de la misma Iglesia, la
cual mueve millones en recaudaciones directas, limosnas y explotación de los
centros de interés. Para hacernos una idea de esto, tan solo en un año como el 2011 se calcula que recaudó 4,3 millones de euros libres de impuestos y de control. El escándalo saltó cuando se descubrió que un electricista había robando el Códice Calixtino, al realizar la investigación la policía encontró en su casa 1,7 millones de euros, que ni el abad, ni ningún responsable de la Iglesia había echado en falta, lo cual es muestra de la falta de control y el exceso de dinero que se recoge a costa de los fieles seguidores del camino, que van en busca de la espiritualidad y de buena gana colaboran con su tributo, con la seguridad de que van a venerar al santo patrón de España.
Aparte de eso, tenemos que contar los ingresos por hostelería, tiendas de recuerdos, souvenirs y todo lo relacionado con la ruta y el prestigio que le da la internacionalidad de tal evento a la ciudad, convertida en capital de la comunidad y sede del gobierno gallego. Por ello ni a políticos, ni a comerciantes, ni a los religiosos, interesa esclarecer si en realidad están o no los restos del apóstol en aquel lugar, ni si realmente lo que se conoce como las diferentes vías o caminos son realmente las que tomaron los primeros peregrinos medievales, o sin importar si estos caminos eran realmente las rutas que los druidas celtas establecieron para ir al finisterre a venerar a sus muertos.
Aparte de eso, tenemos que contar los ingresos por hostelería, tiendas de recuerdos, souvenirs y todo lo relacionado con la ruta y el prestigio que le da la internacionalidad de tal evento a la ciudad, convertida en capital de la comunidad y sede del gobierno gallego. Por ello ni a políticos, ni a comerciantes, ni a los religiosos, interesa esclarecer si en realidad están o no los restos del apóstol en aquel lugar, ni si realmente lo que se conoce como las diferentes vías o caminos son realmente las que tomaron los primeros peregrinos medievales, o sin importar si estos caminos eran realmente las rutas que los druidas celtas establecieron para ir al finisterre a venerar a sus muertos.
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