Obra protegida por derechos de autor

Obra protegida por derechos de autor.
ISBN OC : 978-84-9981-705-7
Depósito legal: M-20243-2011

Tertuliano : ¿Defensor de las causas perdidas?

Si alguien merece capitulo aparte en los inicios de este siglo III ese es Tertuliano, uno de los grandes apologistas defensores del cristianismo no solo contra los enemigos del exterior, sino de las mismas influencias y decadencias de dentro. Tuvo y tiene tantos defensores como detractores, pero sus escritos en algunos casos aparentemente contradictorios, llenos de contrastes paradójicos han llegado en su mayoría hasta nuestros días. Y se puede decir que fue el último defensor del cristianismo puro y cercano al primitivo, aunque el mismo utilizase en ocasiones un lenguaje helenizado.
Nació hacia el año 160 E.C., en Cartago (África del Norte).

Al parecer, era un hombre instruido que estaba bien familiarizado con las escuelas filosóficas más importantes del momento. Fue un abogado de profesión en las cortes, ya que demuestra un alto conocimiento de los procedimientos y conceptos del Derecho Romano. Al parecer pudo tener contacto con el cristianismo a mediados de la última década del siglo II, (entre los años 193-196). Pero la rapidez de su progreso y entendimiento del cristianismo sorprende, ya en el 197, escribió varias de sus obras, un breve escrito "A los Mártires", y sus dos grandes obras apologéticas, "Apología contra las Naciones" y "Apologeticum". La primera de estas para debatir y desmontar las creencias y prejuicios populares de la gente contra los cristianos y la segunda similar en contenido, pero dirigido a los gobernantes, jueces y autoridades de su tiempo, usando un lenguaje mas complejo.

Tertuliano en sus escritos muestra repudio total a la cultura pagana, lo cual no quiere decir que sus propio estilo de expresarse no esté profundamente influido por la retórica y la filosofía de su tiempo, el utilizó el lenguaje y las expresiones de los filósofos, para escribir en su contra. Aunque sin caer en los errores de otros anteriores apologistas que se rindieron ante las formas filosóficas.

Su principal motivo o inspiración era la defensa frente a los enemigos externos e internos de la pureza del cristianismo. Famosa es su frase dirigida a todos los perseguidores : Pero de nada sirven cualesquiera de vuestras más refinadas crueldades; antes son un estímulo para nuestro camino. Nos hacemos más numerosos cada vez que nos cosecháis: semilla es la sangre de los cristianos". 

Tertuliano, era un cristiano convencido de sus ideas, muy ferviente y celoso defensor de estas, gracias a el, se conocen muchas de las costumbres de los cristianos de aquellos tiempos. Por ejemplo en su obra sobre el bautismo, se observa como para principios del siglo III, el bautismo se impartía solo a personas con sentido común, capaces de meditar y entender la decisión que tomaban, pues según describe : era conferido normalmente por el obispo, pero con su consentimiento podía también ser administrado por presbíteros, diáconos y aun laicos. El tiempo apropiado para conferirlo era Pascua y Pentecostés. La preparación se hacía ayunando, haciendo vigilias y oraciones. (De Baptismo) Eso indica que no se había instituido el bautismo de niños o bebes, y que esto se hacía en ocasiones especiales en los que el numero de testigos presenciales era numeroso, aún a pesar de algunos que pronto saldrían a defender el bautismo de neonatos, como ya lo hiciera Iginio décadas atrás, en cualquier caso Tertuliano no era partidario de impartir bautismo a alguien que no entendiera o aceptara voluntariamente el cristianismo. Otra celebre frase muestra la lógica de ese proceder : Tú (el alma) no eres cristiana, lo sé bien; porque el hombre se hace cristiano, no nace tal"(De anima cap 1)

En otra de sus obras, quizás la mas importante y donde se destaca su gran elocuencia, "Apologeticum" da detalles interesantes, sobre la forma y manera de algunas costumbres de los cristianos, cosa que por otro lado nos ayuda a ver, como se veían algunos asuntos en su época sobre todo, algunos aspectos de organización y formalismos.

Por ejemplo con respecto a las reuniones cristianas y algunas costumbres comunes en aquellos tiempos : Nos juntamos en asambleas y congregaciones para alabar a Dios con nuestras oraciones, como una actividad constante y cerrada. Esta actividad es a Dios grata. Oramos también por los emperadores, por sus ministros y por las autoridades, por el estado presente del siglo, por la paz del mundo, por la dilación del fin. Nos reunimos para recordar las divinas palabras, por si la índole de tiempos presentes nos obliga a buscar en ellas o premoniciones para el futuro o explicaciones del pasado. Es cierto que con esas santas palabras apacentamos nuestra fe, levantamos nuestra esperanza, fijamos nuestra confianza, estrechamos asimismo nuestra disciplina, inculcando los preceptos. En tales asambleas se tienen también las exhortaciones, los castigos, las reprensiones en nombre de Dios. (Apologeticum).

Con respecto a la costumbre de expulsar o disciplinar a los desordenados escribió: Porque entre nosotros se juzga con gran peso, ciertos como estamos en la presencia de Dios, siendo un terrible precedente para el futuro juicio, si alguien de nosotros hubiere delinquido de tal modo, que se le aleje de la comunión en la oración, de las juntas y de todo santo comercio. Aunque al parecer era de los que entendían la imposibilidad para el hombre de perdonar pecados de cierta gravedad, lo cual llevaba a extremos de no aceptar el arrepentimiento de asesinos, adúlteros y otros. Eso lo llevaría a enfrentarse con algunos dirigentes cristianos tendentes a ser indulgentes.

Al respecto del asunto económico de las congregaciones escribe : Presiden bien probados ancianos, que han alcanzado tal honor no con dinero, sino por el testimonio de su santa vida, porque ninguna cosa de Dios cuesta dinero. Y aunque exista entre nosotros una caja común, no se forma como una "suma honoraria" puesta por los elegidos, como si la religión fuese sacada a subasta. Cada cual cotiza una módica cuota en día fijo del mes, cuando quiere, y si quiere, y si puede, porque a nadie se le obliga: espontáneamente contribuye. De ninguna manera se observa en esto el uso de pagos obligatorios, diezmos, pagos para funerales, bodas, como es común hoy día en varias religiones cristianas de signo católico o protestante.

También trata de destacar, como algunas decisiones conciliares del primer siglo todavía se aplicaban en ese tiempo, no solo en la parte oriental, palestina y Asia menor sino en todas las provincias romanas mas occidentales. Entre algunas de estas costumbres o normas destaca un asunto, en el que al parecer se ponía a prueba a los cristianos en aquellos tiempos : Ruborícese vuestro error ante los cristianos, los que en nuestros suculentos banquetes ni siquiera admitimos sangre de animales y por esto mismo nos abstenemos de comer animales ahogados o muertos, para no contaminarnos con sangre alguna, aun de la que quedó dentro de las carnes. Uno de los medios que empleáis también para someter a prueba a los cristianos es presentarles unas botas [o, según otros traductores, morcillas] llenas de sangre, convencidos de que eso les está vedado y de que es un medio de hacerles salir del recto camino". También hay aquellos que, para curarse de la enfermedad comicial [la epilepsia], beben con avidez en los espectáculos del circo la sangre fresca que mana de las gargantas degolladas" Eso indica que al parecer el entendimiento de las decisiones conciliares registradas en el libro de Hechos apostólicos (Ver Hechos de Apóstoles Cap 15), era entendido literalmente.

En otra de sus obras "De Spectaculis", explica la imposibilidad para un Cristiano de asistir a algún espectáculo perverso, haciendo referencia a los circos romanos, aun a carreras o espectáculos teatrales, sin ya sea ofender su fe participando en idolatría o despertar sus pasiones violentas.
Alrededor del año 200 escribe "De Idolatría" en la que expone que la creación de ídolos está prohibida, y similarmente la astrología, la venta de incienso, y amuletos. Un maestro de escuela no puede eludir la corrupción. Un Cristiano no puede ser soldado. Son algunas de las aseveraciones de Tertuliano, mostrando lo que era costumbre en aquellos tiempos.

Algunos ponen en duda que el cristianismo de la época de Tertuliano haya sido tan estricto en lo relacionado con la no pertenencia al ejercito, citan de cierto relato difundido por el historiador cristiano Eusebio, quien hablando de Apolinar de Hierapolis, el cual viviera alrededor del año 160 a 180, y de quien se dice escribió al emperador mostrando como gracias a los soldados cristianos habían logrado triunfar, y por ello afirma Eusebio, Marco Aurelio suavizó la persecución a tal grado que incluso llegó prohibir que se les castigara. Sin embargo los hechos dan la razón a Tertuliano, ya que durante el reinado del emperador Marco Aurelio (161-180) la persecución lejos de menguar se endureció, por lo menos en Asia menor y África, donde fueron condenados en Roma el apologista Justino, y en Esmirna el obispo Policarpo, que fue discípulo de Juan y otro grande de aquellos tiempos, Ireneo de Lyon.

Sobre asuntos doctrinales también nos ha llegado abundante material de este infatigable escritor, por ejemplo en "De anima", fue el primero que plantó cara al platonismo que se iba infiltrando poco a poco en las cabezas pensantes de aquellos momentos. A partir de la doctrina cristiana de la resurrección Tertuliano defiende la dignidad de la carne y del cuerpo humano, que ha de servir a Dios juntamente con el alma, y que con ella ha de recibir el premio de la vida futura, sin ambas cosas juntas no habría vida. El pecado original es una corrupción inicial y culpable de la naturaleza que se transmite con la transmisión de las almas a los individuos. Pero en muchos casos en sus defensas, también cae en ciertas maneras contradictorias que satisfarían y tal vez molestarían a tendencias opuestas. En ese mismo tratado, Tertuliano se inclina por lo que mas tarde se llamó traducianismo, es decir, por la explicación según la cual el alma se transmitiría y se multiplicaría a través del semen paterno en el acto de la generación. Es decir como si el alma fuese algo que forma parte de la vida, pero a la vez independiente que se pueda transmitir, no proveniente del exterior, sin embargo al parecer independiente del cuerpo. Aunque no con ello aceptaba la idea del alma como un espíritu pensante con vida propia e independiente del cuerpo.

Algo parecido sucede con el asunto de la identificación o unicidad entre Jesús y Dios, que algunos como los modalistas o monarquianistas de Teodoto ya habían planteado años atrás, Tertuliano los rechaza categóricamente y escribe para refutar esas ideas : El Padre se diferencia del Hijo (otro), pues es mayor; porque el que engendra difiere del que es engendrado; el que envía difiere del que es enviado". También dijo: "Hubo un tiempo en que el Hijo no existía[...] Antes de todas las cosas, Dios estaba solo". ... 

Estaba clara la idea de una diferenciación entre hijo y Padre, sin embargo en otro pasaje de este mismo escrito contra Praxéas menciona lo siguiente para indicar la relación entre Dios, Jesús y ahora añade al Espíritu : No hay más que un solo Dios, es decir, una única substancia divina; sin embargo, en el seno de su unidad puédese descubrir un misterio familiar, que organiza la unidad en trinitas : Padre, Hijo y Espíritu Santo. No porque los tres sean tres por su esencia, sino que son tres según los grados, según los que se les contempla (es decir, que están jerarquizados). No son tres por la substancia, sino tres debido a sus forma; no tres por su poder, que es único, sino tres según sus relaciones propias. Pero sus palabras no fueron entendidas adecuadamente en tiempos posteriores, porque parece sentar las bases para la futura doctrina de la Trinidad al hablar de una sola sustancia y al uso del termino Trinitas, termino que ya utilizara Teófilo anteriormente, pero esta vez Tertuliano la aplicaba, no a periodos de tiempo, sino a funcionamientos de estos tres elementos claves de Dios. No trataba de establecer una idea de igualación, de hecho indica que no son tres por su esencia o persona, sino porque guardan una relación especial, pero identificativamente distinta. Al hablar de sustancia, sencillamente quería indicar que tanto Jesús, como el espíritu santo, provenían de la misma sustancia que Dios, lógico por otro lado pues como ya explicaba el mismo antes, Dios los creo, así pues provienen de El.

El razonamiento puramente montanista, hacía entender que había una serie de etapas o tiempos, (trías), que tenían que ver con el propósito de Dios y por su voluntad. Así al igual que en Tiempo de Israel, estuvo Dios directamente relacionado con ellos, posteriormente vino Jesús, que fue enviado por Dios, para continuar la siguiente etapa y formar el cristianismo. Y posteriormente fue enviado, tal como indicó el propio Jesús el Parácletos o Espíritu Santo, el que, culminaría la última etapa que nos llevaría al fin de los tiempos, por ello los montanistas, daban tanta importancia a los dones del espíritu y de alguna manera le atribuyen la idea de una persona, tal como ahora lo hace Tertuliano, pero sin llegar a ser Dios mismo. Como el mismo explica en otro escrito contra Hermogenes, es como los rayos del sol, aunque provienen del mismo Sol, no se puede decir que son el mismo sol. Es muy posible que Tertuliano estuviese pensando en esa idea al elaborar esa frase, pero con su lenguaje tan complejo y latinizado creo esa confusión. Pero al leer su obra completa, lejos estaba el de declarar su creencia en una trinidad, tal como se elaboró posteriormente por Atanasio.

Su apología no quedó solo para los de afuera, pronto, quizás poco tiempo después de ser nombrado obispo o por lo menos presbítero, emprendió una lucha contra el conformismo y comodismo de alguno cristianos, sobre todo de las altas esferas. Algunos obispos, empezaban a vivir de modo poco ejemplar, algunos abogaban por vivir de la propia congregación. Por otro lado, aun no predicando el ascetismo, censuró los excesos y la búsqueda de riquezas de algunos, sobre todo en vista de la urgencia de los tiempos.

Algunos afirman que Tertuliano para el año 207 abandonó las enseñanzas la iglesia central, que apostató, y se hizo sectario abrazando las creencias de los montanistas e hizo apología contra sus antiguas creencias.

La realidad, quizás sea un tanto distinta, si observamos algunos detalles importantes y ciertos acontecimientos de la época, nos podemos dar cuenta que la historia ha tratado injustamente a Tertuliano, no fue el quién cambio de bando, mas bien podríamos decir que fueron los que debían ser cabeza de la congregación o iglesia los que le dieron la espalda y tomaron un rumbo diferente que condujo a la exclusión del movimiento mas tarde conocido como montanismo, por razones mas de adaptación, acomodación y acercamiento al imperio, que por razones de enseñanza. (Mas información en el libro El Trigo ahogado tomo I)

El incansable Tertuliano también denunció algunas conductas o costumbres paganas que empezaban a infiltrarse entre las filas cristianas. un ejemplo de ello es la siguiente cita : Nosotros, que desconocemos los sábados, los novilunios y las fiestas, en otro tiempo aceptables a Dios, ahora frecuentamos las saturnales [y otras fiestas paganas], llevamos regalos de un lado a otro [...] y participamos en deportes y banquetes con alboroto". Es curioso, como algunas de estas cosas denunciadas por Tertuliano, con el tiempo se cristianizaron y se convirtieron en celebraciones católicas, sobre todo las saturnales romanas.

Por otro lado en su obra De Virginibus velandis, muestra algo tal vez desde nuestro punto de vista actual un tanto excesivo celo por la moralidad, animando a las mujeres vírgenes a colocarse velo sobe la cara. Quizás llevando al extremo la costumbre implantada desde tiempos de Pablo del velo sobre la cabeza para las mujeres al enseñar, (1 Corintios 11:1-11). También sobre la limpieza moral de la congregación al rechazar el perdón para los pecadores impenitentes y los relacionados con el asesinato, lo cual parece que era una controversia en no pocas congregaciones. En sus escritos posteriores al año 206, en los que algunos reconocen su adopción del montanismo, (De fuga in persecutione, De monogamia, De Ieiunio adversus psychicos, De pudicitia, De virginibus velandis) desde luego, defiende los postulados rigoristas con un lenguaje quizás mas duro y extracto que antes. Anima a morir como mártires y aboga por la prohibición de huir en la persecución, presenta el matrimonio único como mandato del espíritu santo, pero niega las segundas nupcias: «secundae nuptiae-adulterium» (De monogamia, 15). Sobre todos los ataques van en la contra la práctica de la Penitencia, que no era otra que se rebajaba la disciplina contra los que cometían pecados graves, a cambio de ciertas penitencias o labores a favor de la congregación. Tertuliano veía en eso una relajación que con el tiempo llevaría a admitir y mantener en el seno del cristianismo a toda clase de delincuentes, personas con crímenes de sangre, inmorales, etc.

Hay mucho más que considerar sobre la obra de Tertuliano y sus escritos, para poder conocer a fondo estos y otros detalles del maestro cartaginés, le animamos a leer el libro El trigo ahogado tomo I, donde se ahonda más en el tema




No hay comentarios:

Publicar un comentario