Obra protegida por derechos de autor

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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
Depósito legal: M-20243-2011

Pelagio : Predicador del libre albedrío.

En plena crisis doctrinal de la iglesia nicenica y coincidiendo con el periodo dorado de la iglesia arriana, veía la luz en uno de los extremos del imperio, en Britania, un pensador cristiano que llegó de ser un gran idealista y erudito de los textos sagrado. Alguien pasó de ser considerado un bien reputado erudito o como dijo de el Agustín, un santo varón, a ser tratado pocas décadas después como un despreciado hereje, tanto por la iglesia nicenica, como por la arriana. Hombre de buena familia y buenos estudios, hablaba griego y latín con fluidez, además de haber estudiado teología.
En el año 400 viajó a Roma y allí dio a conocer sus tesis sobre la teología de la Gracia divina a la que culpaba de la situación relajada de la comunidad cristiana. Bajo su opinión quienes por pensar que por el sacrificio de Cristo ya toda alma se salvaba sin más esfuerzo personal que reconocer dicho sacrificio, estaban en serio peligro espiritual.
Alguno de su escritos fueron De fidi Trinitatis libri III, escrito del que pese a no encontrarse ningún resto, en su día al parecer era utilizado o recomendado como libro iniciatico para los que querían acercarse al cristianismo o los estudiantes. Eclogarum ex divinis Scripturis liber unus, una colección de citas bíblicas por temas y por otro lado su Commentarii in epistolas S. Pauli, del que se extrae sobre todo su doctrina sobre la salvación individual alcanzada por méritos y no solo por gracia, se estuvo usando en Irlanda hasta muy entrado el siglo VI.
La doctrina de la redención de Cristo, según la entendió Pelagio, estaba limitada al efecto de su enseñanza en el individuo que se acerca a su palabra y al ejemplo de Cristo por su vida y muerte, así Jesús fue salvador en el sentido de superar el mal ejemplo y enseñanza de nuestro primer padre Adán y hacer que por medio de esto los que siguieran esta enseñanza y ejemplo alcanzasen la salvación que Adán no tuvo. Alegaba Pelagio : "Por justificación mediante la sola fe hemos sido indudablemente limpiados de nuestros pecados personales" de esa manera por medio de la fe individual y personal en su palabra y el seguir su ejemplo se puede adquirir la salvación y la vida eterna. No aceptaba por ello el bautismo de infantes, pues según el, los niños nacidos, no tenían mas pecado que el de Adán antes de su caída en desgracia, por lo tanto no necesitaban limpiarse de pecados, salvo los que cometieran después en su vida, además los neonatos no podían, por carecer de voluntad propia, demostrar fe alguna.
En realidad no se puede decir que Pelagio fundara ninguna clase de cristianismo, ni siquiera que pretendiese crear una corriente de pensamiento dentro de este, solamente vino a defender un dogma que no sería aceptado hasta los días de Lutero y la venida del protestantismo según cierta fuente su filosofía consistía en esta idea : la fuerza moral de la voluntad humana cuando está fortalecida por el ascetismo, es suficiente en sí misma para conseguir el ideal de la virtud. El valor de la redención de Cristo estaba limitado a la formación y al ejemplo que el Salvador puso como contrapeso frente al mal ejemplo de Adán, de manera que la naturaleza mantiene la habilidad de someter al pecado y ganar la vida eterna aun sin la ayuda de la gracia. Por justificación mediante la sola fe hemos sido indudablemente limpiados de nuestros pecados personales pero este perdón no implica una renovación interior de la santificación del alma.
Era la primera vez que se ponía en duda el papel redentor de Cristo, limitando este a su enseñanza, pero negando que muriera para la salvación de la humanidad.
Pese al aprecio como persona que Agustín tenía hacia Pelagio, este fue unos de los principales luchadores contra la causa pelagiana. Sobre todo ahora defendidas por un tal Celestio, quien escribió una tesis de sus doctrinas que se resumen así : Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto. El pecado de Adán lo perjudicó sólo a él, no a la humanidad entera. Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída. La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a través de la resurrección de Cristo. La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio. Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado (Celestio Contra traducem peccati")
Tras muchas controversias entre los seguidores de Pelagio y los católicos, se dio la razón a estos últimos, en el Concilio de Cartago, donde se acepta las tesis mas cercanas a Agustín al determinar lo siguiente :Quienquiera que dijere que la gracia de Dios, por la que el hombre es justificado por medio de Jesucristo nuestro Señor, vale solo para la remisión de los pecados que ya han sido cometidos, pero no como auxilio, para que no se cometan, sea anatema
En el 416 Pelagio publicó un nuevo trabajo, ahora perdido, "De libero arbitrio libri IV" que, en su formas y expresiones se acerca a la concepción de Agustín sobre la gracia y el bautismo de los infantes, aunque no se aleja del todo de su anterior punto de vista, Pelagio afirma que les debe ser administrado en la misma forma que a los adultos, no para limpiar a los niños del pecado original, sino para asegurar su entrada "en el reino de Dios". Los pequeños no bautizados, afirmaba, podrían ser excluidos del "reino de Dios" después de su muerte, pero no de la "vida eterna". Hablando de la gracia cristiana, Pelagio no sólo admite la revelación divina, sino que además se refiere a un tipo de gracia interior, algo así como una iluminación de la mente (por medio de los sermones, la lectura de la Biblia, etc.) añadiendo, sin embargo, que esta última no sirve para que sea posible hacer obras que salven, sino sólo para facilitar su realización.
Después de Pelagio y Celestio entre el movimiento, sobresalió Julián de Eclana, quien entre el 419 hasta la muerte de Agustín, se dedicó a defender el pelagianismo, frente a este, contestando a cada uno de los escritos del maestro católico, aunque se tuvo que refugiar en Cilicia bajo la protección de un tal Teodoro de Mopsuestia.
A raíz del concilio de Calcedonia del año 451 surge el Traducianismo una doctrina relacionada que afirma que el alma personal que cada ser humano posee, es resultado del acto de la generación, lo mismo que su cuerpo, derivando del alma del padre o de los padres.
Las luchas ideológicas contra el pelagianismo, continuaron hasta entrado el siglo VI, después como muchos de los grupos surgidos en estos primeros siglos desaparecieron

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