La
idea de agrupar y unificar a todas las iglesias cristianas, para volver a su
unidad original, es el sueño que numerosos líderes religiosos han buscado y
señalan que ese es el único camino posible para superar con éxito los obstáculos
que la religión actual afronta.
Bien
es verdad que la Biblia habla de un señor, una sola fe, y un solo bautismo, tal
como decía el apóstol Pablo al escribir a los efesios allá por el año 60EC. Era
la meta, mantenerse unidos en la misma forma de pensar, en la misma enseñanza y
no lo que fue sucediendo décadas después. Así como ya consideramos al principio
de esta obra, para el siglo IV, se contabilizaban varios grupos de
cristianismos disgregados y separados a veces por tan solo una doctrina, en
otras tan solo por un procedimiento o norma. El caso es que lejos de encontrar
un cristianismo unido, para ese tiempo, había varios grupos de judaizantes,
otros tantos de sectas gnósticas, coexistían los maniqueos, marcionitas,
mesalianos, montanistas, novacianos, pablicianos, donatistas.
Curiosamente
uno de los primeros en intentar aglutinar a todas estas tendencias en una sola,
fue el emperador romano Constantino, quien en realidad le movía intereses más
bien imperialistas, pues le interesaba un imperio unido religiosamente y vio en
el cristianismo de su tiempo el canal adecuado para cumplir con su propósito.
Por ello fue por lo que quiso intervenir personalmente en el famoso concilio de
Nicea, a fin de unificar criterios entre atanasianos y arrianos, pero al final
se tuvo que conformar con apoyar a la tesis que ganó. Pero prueba de que no era
la solución buscada es que más adelante hizo guiños a los desterrados arrianos,
a fin de atraerlos, sin obtener los resultados esperados de unidad imperial.
Durante
los siguientes siglos, no hubo intentos de unión, salvo leves conversaciones
buscando el acercamiento de arrianos, nestorianos y monofisitas, pero solo se
trataba de absorción de parte de la iglesia mayoritaria. Las divisiones y
separaciones fueron surgiendo y durante la edad media, fueron brutalmente
perseguidas, en pro de una iglesia única, pero que no representaba al
cristianismo más puro. El cisma de oriente, propició el surgimiento de
numerosas iglesias ortodoxas nacionalistas, el anglicanismo y la posterior
reforma protestante, conllevó un crisol de decenas de grupos protestantes o
iglesias libres separadas.
Ya
llegados al siglo XIX, surgen movimientos en pro de la unidad de todos los
cristianismos, pero curiosamente provenientes de las divididas iglesias
protestantes, ortodoxas y del anglicanismo, cada rama por separado, fueron
formando asociaciones de iglesias con el fin de unificar.
Fue
alrededor del año 1844 cuando surgió como un movimiento caritativo, la YMCA,
una asociación juvenil que agrupaba a cristianos de diferentes iglesias
protestantes y que tenía el propósito de incentivar a la juventud en las buenas
obras, se formó también un equivalente femenino la YWCA. Dado el éxito en
aglutinar a juventud de distintos grupos religiosos protestantes y tras la
primera guerra mundial en la que muchos tomaron parte en la ayuda en conflictos
europeos en países de mayoría católica y ortodoxa, hicieron contactos con otras
religiones, si bien su propósito no era ecuménico, han logrado unificar
diferentes religiones con un fin común, la ayuda humanitaria y la prestación de
servicios a la comunidad. Uno de sus líderes, fue el metodista John Raleigh
Mott, y en 1910 fue promotor de una importante reuniones en Edimburgo y Constantinopla,
que provocaron un acercamiento a las iglesias ortodoxas por parte del protestantismo.
Desde entonces Mott presidio la Conferencia misionera Mundial, que tenía como propósito
intentar unificar la labor de misioneros en distintos países asiáticos y
africanos.
Esta
precisamente había sido una de las razones por las que se había suscitado una
división importante en el protestantismo. Desde que se estableció la USPG en el
siglo XVIII, se habían enviado a través de esta sociedad no lucrativa a muchos
misioneros a América y más tarde a otros continentes, pero aquello tuvo sus
efectos contraproducentes, pues a medida que el cristianismo protestante se
extendía, también crecía la división entre las diferentes facciones del protestantismo.
Solo en América del Norte se habían multiplicado por diez el número de iglesias
en menos de un siglo, aquello se considera una gran tragedia para el
cristianismo protestante y anglicano, pues a raíz de aquello surgieron
numerosos grupos metodistas, anglicanos, bautistas, todos ellos divididos y esparcidos,
con profundas separaciones doctrinales y organizativas.
Por
ello se empezaron a convocar cada cierto tiempo conferencias para unificar criterios
en enseñanza, traducción de la Biblia, educación y otros conceptos que los
separaban, a fin de establecer una base común. En 1921 se funda el Consejo
Misionero Internacional, aglutinando a diferentes conferencias misioneras de
diferentes grupos religiosos. Sin embargo parece que el objetivo fijado por
este movimiento y sus conferencias, solo han logrado sus objetivos a medias,
pues si bien varias iglesias se han unido a este consejo, lo hacen para obtener
un respaldo a sus obras evangelizadoras, pero la dispersión religiosa y la
división en el protestantismo han continuado, son muchos los misioneros
enviados por distintas iglesias que acaban formando la suya propia y convirtiéndose
en pastores estrella, sobre todo desde mediados del siglo XX. Quizás el único
logró importante obtenido por estas conferencias y consejos de iglesias, sobre
todo en los inicios, fue acercar al anglicanismo más hacia el protestantismo.
En
paralelo a esto hubo algunas iniciativas, como la que propició la llamada
alianza mundial para la amistad Internacional a través de las iglesias, que en
Diciembre de 1914 convocó una reunión en Lausana a la que distintas iglesias
buscaron la manera de contribuir a la paz y la concordia de los pueblos. Un fin
loable, pero a la luz de los hechos, no parece que lograran sus objetivos, pues
en plena guerra mundial no evitaron que sus propios feligreses se mataran
durante cuatro años en la más grande guerra conocida hasta ese entonces, la
primera guerra mundial.
Pero
lo que sí está claro es que desde aquellas conferencias, fueron surgiendo ideas
que se encaminaban a buscar una manera de unificar a las iglesias para una
lucha común frente a los peligros que significaban el auge del comunismo,
primero, de las enseñanzas evolucionistas y de la apatía en general.
Surgieron
movimientos como Fe y constitución, Vida y Acción, que se alinearon al Consejo
misionero mundial y estas asociaciones resultaron ser el germen del futuro
Consejo Mundial de Iglesias. Fe y constitución fue una idea surgida en las filas
de la Iglesia Anglicana de EEUU, más conocida como la iglesia Episcopal, desde
su separación allá por 1789 de la autoridad del obispo de Canterbury. Uno de
sus líderes, el obispo Charles Brent, fue el impulsor de la idea de buscar un
dialogo en el que, en base a las creencias comunes, buscaran la comprensión de
las enseñanzas divergentes entre las diferentes confesiones, sin necesidad de
ceder y eso crearía un ambiente de unión y una motivación para actuar en
unidad.
En
paralelo a este movimiento, estaba Vida y Acción, encabezado por el arzobispo
luterano, el sueco Nathan Sóderbiom, quien fuera uno de los impulsores de la reunión
por la paz en 1914. Este hombre como teólogo, entendía las diferencias que
separaban las distintas tendencias del protestantismo, que en muchos casos eran
más nacionales o políticas que religiosas, en 1920 fue promotor de una reunión
a la que invitó a miembros prominentes de las diferentes iglesias luteranas de
Europa. Luego aceptando la propuesta del líder ortodoxo, en 1925, intenta
exponer su meta a ortodoxos, anglicanos y católicos.
Un
punto de inflexión de estos movimientos ecuménicos, fue una conferencia
celebrada en Edimburgo en 1910, la que puede considerarse como el punto de
partida para otras conferencias de similar calado, en ella se creó una especie
de órgano o comité que se encargaría de continuar la labor y de alguna manera
convocar las siguientes conferencias. En 1920 fueron las iglesias ortodoxas las
que entraron a luchar por la unidad de todas las confesiones cristianas,
iglesias que por otro lado habían intentado ya desde el siglo XIX unificar en
un solo cuerpo consultivo las directrices de todas las diferentes confesiones.
Recordemos que la rama ortodoxa, está dividida en por lo menos 14 facciones, es
decir se habla de Iglesia ortodoxa rusa, la de Constantinopla, la griega, la
serbia, rumana o búlgara como las más importantes, pero también de una
infinidad de conatos divididos en diferentes iglesias autocefalas, e iglesias
regionales. Por supuesto, la separación existente en esas iglesias es menor que
en el protestantismo, pues desde siempre tiene más que ver con el gobierno o
patriarcado que las dirige, y no en sentido doctrinal o ceremonial, donde prácticamente
no hay diferencias. Casi todas reconocen al patriarca ecuménico de
Constantinopla, como la máxima autoridad, aunque sea solo a titulo honorifica,
pues tan solo se encarga de promover concilios o reuniones entre iglesias, sin
intervenir en los asuntos internos de estas. Aunque ello, no significa que no
existan cismas en el seno de las iglesias orientales, pues hay otras 20
iglesias ortodoxas mas, dentro y fuera de Europa, que son secesiones de las
principales, a menudo movidas por los conflictos étnicos y surgidas muchas de
ellas a partir de la caída del bloque soviético.
Pero
volviendo a 1920, en ese año, mientras tras la muerte de Germano V la sede del patriarcado
de Constantinopla queda vacante, surge la necesidad de buscar alianzas para
luchar contra el peligro común de todo el cristianismo, la expansión del
comunismo; acababa de estallar la revolución bolchevique y los efectos en Rusia
ya se habían notado, el poder de la iglesia ortodoxa mas grande, la Rusa, se
tambaleaba pues muchos de sus bienes fueron confiscados y la autoridad de sus líderes
mermada por un sistema de gobierno laico al principio, pero ateo radical después.
También en cierto modo porque observaron la división nacionalista que había
facilitado el enfrentamiento bélico en la recién acabada Guerra mundial, que
sus iglesias divididas no habían podido evitar. Por ello convocan un
llamamiento a todas las iglesias de la cristiandad, no solo del rito oriental,
sino del lado protestante, católico y anglicano para unificarse en la lucha común.
Así publican una encíclica en la que proponen la creación de un sínodo que
agrupe a los distintos movimientos ecuménicos que se estaban fraguando. Y van
más allá, en paralelo a la liga o sociedad de Naciones, (predecesora de la
ONU), que los estados políticos habían formado por aquel año, la encíclica
proponía crear una Liga de Iglesias.
Lógicamente,
se invitaron a los diferentes movimientos que habían surgido en esa misma línea,
como los anteriormente mencionados de Fe y constitución y Vida y Acción. A
aquella primera reunión no acuden demasiados líderes, pero los asistentes se
sienten motivados para volver a convocar otra importante conferencia en 1925.
Hasta ahora, el movimiento por la unión parecía volcado en las agrupaciones que
mas disparidad tenían, el protestantismo y las iglesias orientales, aun faltaban
anglicanos y católicos.
En
las filas de la iglesia anglicana, también hubo interés por buscar una unidad
de acción en la cristiandad, desde 1833 hubo intentos por un acercamiento a
otros movimientos, formando movimientos internos, como la sociedad de Amigos de
las Iglesias y el movimiento de Oxford, liderado por J.H Newman, E.B. Pussey y
J. Keble, este último tras descubrir a la iglesia católica, escribió un sermón
en el que reconocía a su iglesia como una apostasía nacional y si bien no se salió
de esta, buscó la manera de volver a sus raíces, y ese fue el camino perseguido
desde entonces. Por ejemplo se habla de las conferencias de Lambeth que dese
1867 se efectuaban cada diez años, en los que los obispos se reunían en un
conclave especial para tratar los problemas de la iglesia, desde sus inicios se
empezaron a abordar el tema de la unidad del cristianismo, quedando más patente
esa preocupación en 1888, cuando se intenta un acercamiento con las iglesias
que rechazaban el episcopado, planteando la base para la unidad, en ese
conclave se establecieron los cuatro puntos cardinales sobre los que debería
buscarse la unidad, a este documento se le llamó el cuadrilatero de Lambeth,
donde se exponen los cuatro principios:
1º La Sagrada Escritura es la revelación de
Dios y contiene lo necesario para salvarse a través de la gracia y la fe. Es la
regla suprema y última instancia de la fe.
2º El credo niceno: es el adecuado y
suficiente de la fe cristiana. El credo apostólico se establece como símbolo
bautismal.
3º Los sacramentos bautismales y la cena del
Señor se celebran según fueron instituidos por Cristo.
4º El episcopado histórico es el más
importante del ministerio de la Iglesia.
Por
supuesto el cuarto punto, no fue bien visto por todos los movimientos
disidentes, sobre todo por congregacionistas y presbiterianos, por su oposición
al nombramiento de obispos. En ese informe además se menciona por primera vez
una intención que la iglesia anglicana ha perseguido desde entonces, el
acercamiento a la Iglesia católica. El asunto se expone así en uno de sus párrafos:
“Los aquí reunidos afirmamos que la unidad cristiana tan seriamente deseada
(...), únicamente puede ser restablecida mediante el retorno de todas las
comuniones cristianas a los principios de la unidad ejemplificados por la
Iglesia Católica de los primeros tiempos” (Eclesiología - ETL, pag 11)
Queda claro que al principio
dicho interés de unidad buscaba más bien la concordia entre católicos y anglicanos,
pues despreciaba en cierto modo a otros movimientos más unidos al
protestantismo. Así por ejemplo se habla de los encuentros de Malinas entre
1921 la 26 entre algunos líderes anglicanos y sacerdotes católicos. En aquellas
reuniones se trataron asuntos relacionados sobre todo con las diferencias que
habían ido surgiendo tras 400 años de separación.
Muy
diferente era la postura de la iglesia católica que buscaba realmente una
absorción del anglicanismo, pues se consideraba la iglesia madre y por tanto la
casa a la que debía volver el hijo prodigo. Ese punto de vista era el que
imperaba en el Vaticano, y por ello durante años se negó a participar en los
debates y conferencias ecuménicas que se estaban promoviendo. De hecho en 1928
el papa Pio XI, envió una encíclica en la que rechazaba y condenaba todo
intento de unificar las iglesias, su punto de vista queda expuesto en su encíclica
en el punto 16: Bien claro se muestra, pues, Venerables Hermanos, por qué
esta Sede Apostólica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los
citados congresos de acatólicos; porque la unión de los cristianos no se puede
fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y
verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a
aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la
voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fundó para
la salvación de todos,(...) Porque siendo el cuerpo místico de Cristo,
esto es, la Iglesia, uno compacto y conexo lo mismo que su cuerpo físico,
necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y
separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido
con su cabeza, que es Cristo. (Enciclica Mortalium Animos, Acerca de como se
ha de fomentar la verdadera unidad p.16).
Ese fue el pensar de la iglesia
durante décadas, en las que rechazaba vez tras vez la invitación a dialogar y a
ese acercamiento, sino significaba la vuelta de las demás iglesias a su
jurisdicción. Con el tiempo, sin embargo vieron las cosas de distinto modo, el
mismo papa Pio XI, instó a buscar un acercamiento a las iglesias orientales,
las de Armenia, Siria o egipcia y más adelante se añadió las ortodoxas. Al
principio es tímido acercamiento se planteo como un estudio de aquellas religiones
cristianas orientales. La abadía de Amay-sur-Meuse, en Francia se encarga de
dichos estudios, y más tarde esos estudios se dirigen desde el monasterio de
Chevetogne, también en Francia, por ser este el país con más influencia en las
tierras del cercano oriente y norte de África. Ello propició un tímido
acercamiento de la inmovilista iglesia católica a lo que se conocería después
como el movimiento ecuménico.
A la izquierda, el papa Pio XI, ferviente opositor a la union de fes, en contraste con Juan Pablo II, quien impulsó los medios para un acercamiento al movimiento ecuménico (Abajo en una reunión ecumenica con anglicanos y ortodoxos)
Así vemos como de alguna manera casi todos los grandes grupos religiosos iban dirigiendo sus caminos hacia ese punto, esas fueron las primeras bases del llamado ecumenismo. Pero no fue hasta 1948, en una conferencia en Ámsterdam, cuando todos estos movimientos y conferencias, se apuntaron un éxito, e hicieron un intento coincidente en pro de esa unidad, sobre todo entre las iglesias anglicanas, ortodoxas y protestantes. En aquel año, representantes de 147 iglesias formaron el Consejo Ecuménico de Iglesias (CEI), llegando a integrar o fusionar los anteriores movimientos, “Fe y Constitución” y “Vida y Acción”, así como el movimiento “Iglesias por la paz”. Con ello se formó un conglomerado, que si bien no constituye una macro iglesia, ni es un órgano dirigente sobre las autonomías de estas, sino ellos lo entienden como un instrumento al servicio de las iglesias en orden a alcanzar la unidad visible en una sola fe y una sola comunión. Es lo más parecido a la recién formada ONU, sustituta de la defenestrada Liga de Naciones, así vemos como las iglesias de alguna manera iban en paralelo a las potencias mundiales, imitando su sistema, es como si los hilos que manejan al mundo dirigieran las cosas de ese modo, de tal manera que se buscara u ideal de unidad mundial tanto política como religiosa, un solo gobierno y una sola religión, pero por los medios humanos.
Con
el tiempo a estas 147 iglesias se fueron sumando, la Alianza Reformada Mundial,
la Federación Luterana mundial, las Conferencias generales metodistas y otros
grupos de iglesias, por eso es conocido también como Consejo mundial de
Iglesias. Para 1961 se incorporó al CEI, el Consejo Misionero Internacional,
fue durante la conferencia celebrada en Nueva Delhi, también en aquella
conferencia se delimitaron las bases doctrinales que tendrían en común las
iglesias que se unirían o fueran aceptadas a proceso, el texto aprobado venía a
decir los siguiente: “El CEI es una asociación fraternal de Iglesias que
creen en Nuestro Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y
se esfuerzan por responder conjuntamente a su vocación común para gloria de
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
Quedan
claramente excluidos de esta asociación, aquellos movimientos que no aceptan la
doctrina de la Trinidad en sus códigos de fe, razón por la cual testigos de
Jehová, cristadelfianos, unitarios y algunos grupos de judíos mesiánicos, no
son aceptados, ni desean serlo. Aunque
por razones diametralmente opuestas tampoco quieren ser incluidas algunas
iglesias pentecostales, y muchas independientes por considerar incorrecta la
definición trinitaria, pues ellos simplemente identifican a Cristo con Dios, es
decir se acercan más al sabelianismo o modalismo al confesar la deidad de
Jesús, considerándolo Dios mismo y no tres personas en uno. Otros grupos de
cristianismos más alejados del concepto tradicional de cristianismo, como
mormones, Ciencia Cristiana, Unity, o Cienciología tampoco se han incorporado.
Extraño es que la iglesia de la unificación de Moon, pese a tener en su propósito
promover la unidad de todos los cristianismos, no ha sido aceptada en el CEI,
ni en el Consejo mundial de Iglesias.
Tampoco se ha unido de forma
definitiva la iglesia Católica, pese a que es la resolución de su primer
concilio lo que sirve de base para la aceptación de una agrupación religiosa
como miembro. En los últimos tiempos, no obstante, ha ido tomando partido en el asunto.
Así en 1965, tras el concilillo Vaticano II, la Iglesia católica ha ido dando
pequeños pasos a fin de unirse tímidamente al proceso, por eso ese año, se crea
una secretaría mixta de trabajo, entre iglesia católica y la CEI. En aquel
concilio se habló de cooperación y se animó a clérigos y misioneros a conocer
el ecumenismo, sin explicar bien que significa conocer, o si eso envolvía inmiscuirse
en el proceso. También en contradicción con el anterior papa Pio XI, opuesto
contundentemente a cualquier acercamiento, el papa Juan Pablo II, dio un paso más
allá al transformar la secretaría de estudio en Consejo Pontificio para la
promoción de la unidad, eso fue en 1989. Poco antes en 1986, en Asís el mismo
papa invitó a todas las religiones del mundo a orar por la paz mundial y la
unidad del mundo. Así parece que ahora es la iglesias católica romana la que quiere tomar la iniciativa en la búsqueda de la unidad.
En
los siguientes años este consejo pontificio se ha reunido con otras agrupaciones de
iglesias, como la Federación luterana mundial, el consejo metodista mundial,
las iglesias Vetero-Catolicas de la Unión de Utrech, con la alianza Reformada
mundial y la Alianza Bautista mundial. Más recientemente también la iglesia católica
ha abierto contactos con grupos más radicales, como los Pentecostales, o los discípulos
de Cristo. Sin olvidar los contactos más avanzados con las iglesias ortodoxas y
anglicana.
Dentro
del mundo de las iglesias evangélicas independientes, también se han abierto
asociaciones en pro de la unidad, por ejemplo existe la Alianza Evangélica
Mundial (AEM o WEA, por sus siglas en inglés), fundada en 1951 y que se trata
de una asociación global con sede en Nueva York, que funciona como una red de
organizaciones y denominaciones evangélicas de todo el mundo. En la actualidad,
la AEM es una red de iglesias evangélicas en 128 países, formado una alianza
con más de 100 organizaciones internacionales, unidas para dar una identidad a
nivel mundial, voz y plataforma para más de 420 millones de cristianos evangélicos. El órgano de gobierno de la Alianza
Evangélica Mundial es el Consejo Ejecutivo, cuyos miembros se eligen entre las
organizaciones miembros de todo el mundo. La Asamblea General se reúne cada
cuatro años para elaborar un programa para la Alianza, que luego se lleva a
cabo a través de la oficina del Director Internacional, y por el personal de
diversas comisiones de la AEM y departamentos ministeriales.
La
AEM ha mantenido un diálogo ecuménico con el Consejo Pontificio de la Santa
Sede para la Promoción de la Unidad Cristiana desde hace algunos años y con el
apoyo del Consejo Mundial de Iglesias (CEI), sin embargo algunos no ve con
buenos ojos este aparente buen entendimiento, por ejemplo ciertos líderes
evangelistas critican el ecumenismo que ahora parece liderar la Iglesias católica,
al entender que esta lo que realmente busca es comerse a todos las minorías. A
principios del siglo XXI Nadir Carreño,
líder del Movimiento Evangélico Fundamentalista a nivel mundial, dijo al
respecto de estos movimientos ecuménicos del papa: “El
ecumenismo católico es muy simple se resume en lo siguiente: “Yo soy la
Iglesia. Sólo yo tengo la plenitud de los medios de gracia, aunque por
cortesía, llamo iglesias a otras comunidades. La unidad ya existe: está en mí.
Vuelvan a mí y se habrá logrado el propósito del ecumenismo…”. (Discurso
de clausura del XVIII congreso mundial de CIIC)
Este
mismo pastor acusa al CMI, como el camino de todas las iglesias a Roma.
Teniendo en cuenta que este hombre lidera El Concilio Internacional de Iglesias
Cristianas (CIIC), y esta es una institución que agrupa a más de 500 iglesias y
denominaciones evangélicas fundamentalistas en más de 100 países, la unión
deseada por el CMI no parece un camino deseado por todos.
Algunos
vaticinan una futura unidad de todos los cristianismos, incluso entre todas la religiones, aplauden la idea de la reunuion de Asis, incluso en circulos de pensamiento, como la Alianza de civilizaciones se habla de crear una especie de union religiosa general en la que se busquen lineas comunes, para evitar las luchas religiosas en el mundo. Algunos han visto en ese plan, como una implantación de un codigo religioso estantadar, implantado desde la ONU, y lo ven más como un peligro de ingerencia que una ayuda a la unidad. Pero los defensores del ecumenismo piensan que se necesario esa union de fes en el creistianismo a fin de
defenderse de los ataques de la indiferencia, el ateísmo y laicismo creciente
y la radicalización del mundo islámico. Pero no parece previsible, tampoco las convertiría
eso en el camino a seguir, si para ello mantienen doctrinas y rituales tan
alejados del cristianismo primitivo, como los establecidos en Nicea.
El
caso es que desde 1948 que se constituyó el Movimiento ecuménico mundial,
conocido también como Consejo mundial de Iglesias (CMI), han surgido decenas de
cientos de iglesias nuevas, muchas de ellas adheridas a dicho movimiento o al
consejo de iglesias evangélicas. Lejos de conseguir la unidad, parece que se
esté consiguiendo lo contrario. Luego en lo que respecta a la unidad entre
anglicanos y católicos, tampoco es que se vean progresos, más bien tropiezos,
sobre todo a raíz de la aceptación de mujeres, transexuales y gais entre los clérigos
anglicanos.
Tal como se ha indicado, la iglesia católica emplea el ecumenismo como una fachada, ya que lo que ellos pretenden es que todas las demás confesiones se reintegren en su seno o reconozcan al papa como autoridad cristiana universal, al considerarlo heredero de un cargo supuestamente iniciado por el apóstol Pedro (que lo más probable es que ni siquiera haya visitado alguna vez Roma). Por otro lado los movimientos ecuménicos en efecto comenzaron entre las congregaciones evangélicas, donde tomaron sus mayores bríos durante y tras las dos guerras mundiales, cuando iglesias nacionales oraban por las tropas que iban a combatir con un país donde imperaba una fe y hasta una doctrina similar. Por ejemplo, los luteranos alemanes que apoyaron a Hitler, que entre otras cosas invadió Dinamarca, donde la iglesia nacional era también luterana
ResponderEliminarNuestros problemas son hechos por el hombre; por lo tanto, pueden ser resueltos por el hombre. Ningún problema del destino humano está más allá de los seres humanos.-JFK
EliminarY respecto de la Iglesia de la Unificación, es lógico que jamás haya participado en el CMI pues su postura no es ecuménica, sino sincrética, es decir que unen doctrinas de diversas iglesias al azar, para conformar una que consideran la única verdadera, como hace Nueva Era por ejemplo.
ResponderEliminarComo siempre, amigo sus aportaciones son muy acertadas y sus puntualizaciones convenientes. Solo añadir un apunte curioso: Es que a la vez que las naciones buscaban la paz tras la guerra por la union (sociedad de Naciones 1920, ONU 1947), las religiones cristianas buscaran hacer lo mismo, tras las guerras por la mala conciencia, pero estas uniones son al igual que las politicas, uniones más en lo teórico que en la práctica, pues coiciden con la explosión de movimientos separados mas grande vivida en la cristiandad. Gracias por sus comentarios.
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