Si bien como hasta ahora hemos visto, prácticamente en todas las épocas ha habido grupos que de forma valiente han roto las cadenas de las poderosas iglesias Católica romana y Ortodoxa. Entre otros grupos podemos recordar a los novacianos, donatistas, de los siglos III y IV, a los nestorianos y monofisistas del siglo V, adopcionistas, paulicianos y bogomilos en plena edad media. Petrobrusianos, pobres lombardos, valdenses y cátaros en los siglos XI al XIII; y en la parte final de la edad media hicieron lo suyo, los fraticelli, los lolardos de Wycliffe, los husitas y los hermanos moravos. En todos estos casos, siempre criticaron la opulencia de las grandes iglesias, predicaron contra la idolatría, a favor del acercamiento a las escrituras y últimamente contra los abusos de las indulgencias.
Con esos mismos argumentos surgió la llamada reforma protestante, que significaría una explosión de corrientes unidas por la búsqueda de la verdadera orientación cristiana, frente a la opresión de una iglesia, en este caso la católica romana, que tuvo que afrontar su propia revolución para defenderse de la ruptura. La reforma protestante era algo que tarde o temprano tenía que ocurrir, si observamos era algo que cada vez más grupos aclamaban en los últimos siglos del medievo, grupos que fueron aplastados y acallados por el poder la inquisición, pero que a medida que pasaba el tiempo se iban multiplicando, era algo imparable.
Para este tiempo, el siglo XVI, era difícil que de la propia iglesia surgiera el verdadero trigo, muchos intentos habían sido perseguidos hasta la extenuación, (petrobruscianos, arnaldistas, fraticelli y otros había desaparecido o se habían integrado en otros grupos en la mas absoluta clandestinidad), desde la iglesia ortodoxa, era aún mas difícil, pues la unión con el estado era tal que cada nación tenía su propia iglesia ortodoxa, con un férreo control sobre sus súbditos. Muchos lo habían intentado, ya hemos hablado de Roger Bacon, de Wicliffe y de Jan Hus.
A finales de del siglo XV, en Italia, el último que lo había intentado fue Girolamo Savonarola, (también conocido como Jerónimo Savonarola), un dominico, confesor del gobernador de Florencia, este predicador e idealista, quería por sus propios medios y dentro de la iglesia, como lo habían intentado otros, cambiar el sentido de esta. Organizó en Florencia lo que se llamó la "Hoguera de las vanidades", una especie de ritual en el que se creaba una gigantesca pira donde tras su predicación, animaba a la gente a lanzar objetos de lujo innecesario, cosméticos, libros licenciosos o de temas sexuales, tablas de juego y cualesquier objeto que se consideraba superfluo o vano. Al principio, predicaba contra el lujo, contra la inmoralidad que aumentaba, sobre todo la homosexualidad o sodomía como le llamaba, también hablaba contra la búsqueda de gloria humana, su base fue posiblemente el libro bíblico de Eclesiastés en el que muchas de estas cosas las considera vanidad y un esforzarse tras viento. También atacó verbalmente a los poderes corruptos, los gobernantes de su época, quienes favorecían solo a sus cercanos secuaces y se olvidaban del pueblo. Predicó en otras ciudades italianas durante los últios cinco años de la década de los 80. Aunque no sobresalió como maestro, teólogo o erudito, como habían sido Wicliffe o Hus, sin embargo también se atrevió a invetigar sobre asuntos profeticos, por ejemplo se dice que en Brescia, en 1486, se le podía escuchar sermones sobre el Libro de Apocalipsis sintiendose absorbido por las ideas apocalípticas que las aplicaba a su propia época, pensaba que el juicio de Dios amenazaba y la regeneración de la Iglesia estaba cercana..
Tuvo mucho éxito en Florencia, poniendo en su contra a los franciscanos conventuales, los cuales vieron como sus iglesias se vaciaban y las de este se llenaban. Pero sus problemas vinieron cuando incluyó en esos poderes a los que dirigían la iglesia, ya tiempo atrás en 1475 había escrito una obra, llamada "De Ruina eclessiae" donde compara la Roma papal con la antigua Babilonia bíblica. También lanzó criticas contra Inocencio VIII, un papa por otro lado del que existen demasiadas acusaciones de inmoralidades, con varios supuesto hijos ilegítimos, entre ellos el propio Cristóbal Colon. También existen fundadas razones para acusarle de nepotismo, pues se dice que incluso nombró como cardenal a un nieto suyo de tan solo 13 años de edad. Hayan sido estas exageraciones o no, el hecho de que Savonarola se inspirara en su persona para lanzar las duras criticas y acusaciones contra la corrupción eclesiástica, demuestra que algo había.
Pero fue tiempo después en la década de los noventa del siglo XV, cuando criticó duramente al sucesor de Inocencio VIII, el oscuro Alejandro VI, un papa del que hemos hablado en el capitulo de Erasmo, que en sumo grado desarrollo el nepotismo a grado máximo, la ambición de aprovecharse de su poder para favorecer a los de su casa, a los ya poderosos Borgia. Este no recibió con gusto la predicación de Savonarola, pues veía en el a un peligroso visionario, que ya había acertado al predecir la caída de los Medicis en Florencia, cosa que se logró con la conquista del territorio por parte de las huestes del rey francés Carlos VIII en 1495, que llegó hasta Nápoles. Luego una peste que asoló la ciudad, también se dice que la anunció. Por aquel entonces, empezó a predecir un final catastrófico para Alejandro VI, por los muchos vicios y malos actos de el y todos con los que se codeaba, la camarilla de amigos del poderoso Papa, a los cuales acusó de pecadores, incestuosos y mentirosos. Es muy posible que conociese muy bien los entramdos y maniobras corruptas del papa de los Borgia. Alejandro VI pidió a Savonarola que cambiara su actitud, primero a modo de soborno, como el acostumbraba, ofreció a este el puesto de cardenal a cambio de su silencio. El monje no aceptó, e incluso llegó a cuestionar la autoridad del papa por promover la simonía.
El siguiente recurso de Alejandro VI, fue amenazar a los habitantes de Florencia con la pena de entredicho, lo que significaría prohibir los sacramentos para todos los ciudadanos, entre ellos el de impedir que los muertos se entierren en cementerios bendecidos, y que estos tampoco tuvieran derecho a una misa para la liberación del alma del terrible purgatorio. Además para frenar la predica de Savonarola, intentó que el monastrio de San Marco, se uniera a una nueva congregación conocida como Tosco-Romana, para que esta última tomara el control. Las amenzas de excomunión de toda la ciudad, provocaron el terror entre el pueblo de Florencia, e hizo que la gente denegara el apoyo al monje predicador, cosa que los enemigos de Savonarola, aprovecharon para lograr expulsarle de su iglesia, eso sucedió en 1497, pero este contaba con un apoyo inusual, dada su particular repulsión al poder, era el propio Carlos VIII, a quien el monej consideraba casi enviado por Dios para limpiar a Florencia y la iglesia de la corrupción.
Poco tiempo no obstante duró su protección, pues un año después moría el rey, y la ciudad, presionada por el entredicho papal, se rebeló contra los franceses y Savonarola perdió toda posibilidad de protección. El 8 de abril de 1498, una parte del ejército del papa entra en Florencia sin que la ciudad ponga resistencia, es mas, muchos ciudadanos se muestran dispuestos a detener al monje y entran violentamente en el convento de San Marcos, la que había sido la iglesia desde donde inició sus discursos, y donde hasta ese momento se había refugiado. El apresamiento del monje no fue nada pacifico, de hecho, murieron muchos de los que intentaban protegerlo. Savonarola y los suyos acaban siendo derrotados y apresados, incluyendo a dos sus de sus mas íntimos colaboradores y seguidores Fray Domenico de Pescia y Fray Silvestro. Poco después, Savonarola, acusado de hereje, rebelión y errores religiosos, fue conducido a la prisión de Florencia. Durante cuarenta y dos días se somete a el y sus compañeros a una serie de dolorosas torturas, tal como sucediera con muchos torturados por la inquisición, que se retractaban para evitar más sufrimientos físicos y aceptaban las acusaciones falsas que contra el acusado se vertieran, en el caso de Savonarola, este firma su arrepentimiento con el brazo derecho, era lo único que los torturadores habían dejado intacto para que pudiese hacerlo. La confesión fue firmada antes del 8 de mayo de 1498, pero pocos días después también dejaría claro que no era su propósito retractarse y renunció a su carta de confesión. Durante el tiempo que estuvo recluido en prisión hasta casi el mismo día de su ejecución, el 23 de mayo de 1498, había estado trabajando en otra obra llamada "Obsedit me" que significa "Obsesionado conmigo, obra postuma del monje..
Junto a los dos frailes, que también mantuvieron su firme postura, Domenico y Silvestro, Savonarola fue despojado de sus ropas y los tres fueron colgados de un poste, bajo este colocaron la hoguera que acabó consumiéndoles primero los pies y luego según se iba consumiendo el madero iban siendo quemados, un testigo de aquel hecho cuneta en su diario, que el monje profeta, tardó horas en ser quemado por completo. Aquel incidente tuvo mucha repercusión, incluso Maquiavelo dio testimonio de tal crueldad.
Los escritos de Savonarola, algunos que todavía fueron circulando por algunos años, fueron incluidos entre los libros prohibidos por la iglesia. Siendo este el último intento de reforma que acabó aplastado y en cenizas por las llamas de la inquisición. Pero nada de esta lucha fue en vano, el poder de la iglesia iba siendo minado y pronto llegaría el siglo XVI y con ello otros grandes reformadores, que por fin lograron romper las cadenas de Roma y el cerco de la inquisición llegando a desarrollarse de forma completa la reforma por la que tantos otro habían luchado porque llegara en su tiempo.
Con esos mismos argumentos surgió la llamada reforma protestante, que significaría una explosión de corrientes unidas por la búsqueda de la verdadera orientación cristiana, frente a la opresión de una iglesia, en este caso la católica romana, que tuvo que afrontar su propia revolución para defenderse de la ruptura. La reforma protestante era algo que tarde o temprano tenía que ocurrir, si observamos era algo que cada vez más grupos aclamaban en los últimos siglos del medievo, grupos que fueron aplastados y acallados por el poder la inquisición, pero que a medida que pasaba el tiempo se iban multiplicando, era algo imparable.
Para este tiempo, el siglo XVI, era difícil que de la propia iglesia surgiera el verdadero trigo, muchos intentos habían sido perseguidos hasta la extenuación, (petrobruscianos, arnaldistas, fraticelli y otros había desaparecido o se habían integrado en otros grupos en la mas absoluta clandestinidad), desde la iglesia ortodoxa, era aún mas difícil, pues la unión con el estado era tal que cada nación tenía su propia iglesia ortodoxa, con un férreo control sobre sus súbditos. Muchos lo habían intentado, ya hemos hablado de Roger Bacon, de Wicliffe y de Jan Hus.
A finales de del siglo XV, en Italia, el último que lo había intentado fue Girolamo Savonarola, (también conocido como Jerónimo Savonarola), un dominico, confesor del gobernador de Florencia, este predicador e idealista, quería por sus propios medios y dentro de la iglesia, como lo habían intentado otros, cambiar el sentido de esta. Organizó en Florencia lo que se llamó la "Hoguera de las vanidades", una especie de ritual en el que se creaba una gigantesca pira donde tras su predicación, animaba a la gente a lanzar objetos de lujo innecesario, cosméticos, libros licenciosos o de temas sexuales, tablas de juego y cualesquier objeto que se consideraba superfluo o vano. Al principio, predicaba contra el lujo, contra la inmoralidad que aumentaba, sobre todo la homosexualidad o sodomía como le llamaba, también hablaba contra la búsqueda de gloria humana, su base fue posiblemente el libro bíblico de Eclesiastés en el que muchas de estas cosas las considera vanidad y un esforzarse tras viento. También atacó verbalmente a los poderes corruptos, los gobernantes de su época, quienes favorecían solo a sus cercanos secuaces y se olvidaban del pueblo. Predicó en otras ciudades italianas durante los últios cinco años de la década de los 80. Aunque no sobresalió como maestro, teólogo o erudito, como habían sido Wicliffe o Hus, sin embargo también se atrevió a invetigar sobre asuntos profeticos, por ejemplo se dice que en Brescia, en 1486, se le podía escuchar sermones sobre el Libro de Apocalipsis sintiendose absorbido por las ideas apocalípticas que las aplicaba a su propia época, pensaba que el juicio de Dios amenazaba y la regeneración de la Iglesia estaba cercana..
Tuvo mucho éxito en Florencia, poniendo en su contra a los franciscanos conventuales, los cuales vieron como sus iglesias se vaciaban y las de este se llenaban. Pero sus problemas vinieron cuando incluyó en esos poderes a los que dirigían la iglesia, ya tiempo atrás en 1475 había escrito una obra, llamada "De Ruina eclessiae" donde compara la Roma papal con la antigua Babilonia bíblica. También lanzó criticas contra Inocencio VIII, un papa por otro lado del que existen demasiadas acusaciones de inmoralidades, con varios supuesto hijos ilegítimos, entre ellos el propio Cristóbal Colon. También existen fundadas razones para acusarle de nepotismo, pues se dice que incluso nombró como cardenal a un nieto suyo de tan solo 13 años de edad. Hayan sido estas exageraciones o no, el hecho de que Savonarola se inspirara en su persona para lanzar las duras criticas y acusaciones contra la corrupción eclesiástica, demuestra que algo había.
Pero fue tiempo después en la década de los noventa del siglo XV, cuando criticó duramente al sucesor de Inocencio VIII, el oscuro Alejandro VI, un papa del que hemos hablado en el capitulo de Erasmo, que en sumo grado desarrollo el nepotismo a grado máximo, la ambición de aprovecharse de su poder para favorecer a los de su casa, a los ya poderosos Borgia. Este no recibió con gusto la predicación de Savonarola, pues veía en el a un peligroso visionario, que ya había acertado al predecir la caída de los Medicis en Florencia, cosa que se logró con la conquista del territorio por parte de las huestes del rey francés Carlos VIII en 1495, que llegó hasta Nápoles. Luego una peste que asoló la ciudad, también se dice que la anunció. Por aquel entonces, empezó a predecir un final catastrófico para Alejandro VI, por los muchos vicios y malos actos de el y todos con los que se codeaba, la camarilla de amigos del poderoso Papa, a los cuales acusó de pecadores, incestuosos y mentirosos. Es muy posible que conociese muy bien los entramdos y maniobras corruptas del papa de los Borgia. Alejandro VI pidió a Savonarola que cambiara su actitud, primero a modo de soborno, como el acostumbraba, ofreció a este el puesto de cardenal a cambio de su silencio. El monje no aceptó, e incluso llegó a cuestionar la autoridad del papa por promover la simonía.
El siguiente recurso de Alejandro VI, fue amenazar a los habitantes de Florencia con la pena de entredicho, lo que significaría prohibir los sacramentos para todos los ciudadanos, entre ellos el de impedir que los muertos se entierren en cementerios bendecidos, y que estos tampoco tuvieran derecho a una misa para la liberación del alma del terrible purgatorio. Además para frenar la predica de Savonarola, intentó que el monastrio de San Marco, se uniera a una nueva congregación conocida como Tosco-Romana, para que esta última tomara el control. Las amenzas de excomunión de toda la ciudad, provocaron el terror entre el pueblo de Florencia, e hizo que la gente denegara el apoyo al monje predicador, cosa que los enemigos de Savonarola, aprovecharon para lograr expulsarle de su iglesia, eso sucedió en 1497, pero este contaba con un apoyo inusual, dada su particular repulsión al poder, era el propio Carlos VIII, a quien el monej consideraba casi enviado por Dios para limpiar a Florencia y la iglesia de la corrupción.
Poco tiempo no obstante duró su protección, pues un año después moría el rey, y la ciudad, presionada por el entredicho papal, se rebeló contra los franceses y Savonarola perdió toda posibilidad de protección. El 8 de abril de 1498, una parte del ejército del papa entra en Florencia sin que la ciudad ponga resistencia, es mas, muchos ciudadanos se muestran dispuestos a detener al monje y entran violentamente en el convento de San Marcos, la que había sido la iglesia desde donde inició sus discursos, y donde hasta ese momento se había refugiado. El apresamiento del monje no fue nada pacifico, de hecho, murieron muchos de los que intentaban protegerlo. Savonarola y los suyos acaban siendo derrotados y apresados, incluyendo a dos sus de sus mas íntimos colaboradores y seguidores Fray Domenico de Pescia y Fray Silvestro. Poco después, Savonarola, acusado de hereje, rebelión y errores religiosos, fue conducido a la prisión de Florencia. Durante cuarenta y dos días se somete a el y sus compañeros a una serie de dolorosas torturas, tal como sucediera con muchos torturados por la inquisición, que se retractaban para evitar más sufrimientos físicos y aceptaban las acusaciones falsas que contra el acusado se vertieran, en el caso de Savonarola, este firma su arrepentimiento con el brazo derecho, era lo único que los torturadores habían dejado intacto para que pudiese hacerlo. La confesión fue firmada antes del 8 de mayo de 1498, pero pocos días después también dejaría claro que no era su propósito retractarse y renunció a su carta de confesión. Durante el tiempo que estuvo recluido en prisión hasta casi el mismo día de su ejecución, el 23 de mayo de 1498, había estado trabajando en otra obra llamada "Obsedit me" que significa "Obsesionado conmigo, obra postuma del monje..
Junto a los dos frailes, que también mantuvieron su firme postura, Domenico y Silvestro, Savonarola fue despojado de sus ropas y los tres fueron colgados de un poste, bajo este colocaron la hoguera que acabó consumiéndoles primero los pies y luego según se iba consumiendo el madero iban siendo quemados, un testigo de aquel hecho cuneta en su diario, que el monje profeta, tardó horas en ser quemado por completo. Aquel incidente tuvo mucha repercusión, incluso Maquiavelo dio testimonio de tal crueldad.
Los escritos de Savonarola, algunos que todavía fueron circulando por algunos años, fueron incluidos entre los libros prohibidos por la iglesia. Siendo este el último intento de reforma que acabó aplastado y en cenizas por las llamas de la inquisición. Pero nada de esta lucha fue en vano, el poder de la iglesia iba siendo minado y pronto llegaría el siglo XVI y con ello otros grandes reformadores, que por fin lograron romper las cadenas de Roma y el cerco de la inquisición llegando a desarrollarse de forma completa la reforma por la que tantos otro habían luchado porque llegara en su tiempo.
Don Luis Romero, le felicito x este completo escrito, leo mucho de historia y en especial de los reformadores protestantes. Muy completo su artículo y de verdad estoy aprendiendo más. Agradecida. Paula Labra Vivanco de Chile.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus palabras. Estoy a su disposición para cualquier aclaración o fuente de información sobre esta temática. Saludos y Muchas gracias de nuevo
EliminarPerdón era Romera su apellido.
ResponderEliminar