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ISBN OC : 978-84-9981-705-7
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Se atisba el brote de la mala hierba

Así fue como algunos de estos obispos destacaron y empezaron a tener poder sobre otros, y tomar decisiones que afectaban no solo a su zona de influencia; en muchas ocasiones dichas formas, conceptos o normas viajaban a otras ciudades y congregaciones de menos renombre. En ese sentido empieza a tomar importancia como centro de atención una ciudad estratégica que con el tiempo llegaría a ser clave para el desarrollo de la mala hierba.

El imperio romano tenía tres ciudades claves, la principal Roma, luego Alejandría en Egipto y Antioquía de Siria en el oriente. Por ello era común que cristianos de esos lugares pudieran llegar a ser mas mencionados por la importancia de la ciudad que representaban y dado el aumento del poder obispal, se empezó poco a poco a notar una importancia cada vez mayor en Antioquía primero, luego Alejandría, pero a mayor grado Roma.

La división entre occidente se fue radicalizando a medida que obispos romanos tomaban decisiones aceptadas por la mayoría de las congregaciones occidentales, pero rechazadas en oriente, era la primera vez que una pugna de este tipo se permitía y nadie era capaz de mediar para evitar cismas.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la llamada Pascua, la fiesta por antonomasia del cristianismo antiguo, normalmente se celebraba tomando la fecha de la tradición judía, que también la celebraba ya por siglos, recordemos que rememoraban la liberación de la esclavitud de Egipto. Bien pues para ellos era lógicamente una fiesta móvil, que dependía de la primera luna llena de la primavera. Los cristianos al principio no tenían ningún prejuicio en celebrarla el mismo día que lo hacían los hebreos. Para ellos el significado de aquella celebración era totalmente distinto, fue la conmemoración de la muerte de Jesús, cuando celebró con sus apóstoles la última cena, como ya indicamos anteriormente en otro capitulo era la celebración mas importante para el cristianismo de entonces y se solía celebrar anualmente según todos los datos disponibles.

Pero ya para mediados de siglo II, alrededor del año 145 uno de estos obispos romanos que acaparaban cada vez mas poder, Policarpio, mas conocido como Pío se dice que, empezó a celebrar la Pascua el primer Domingo después de la luna llena de Marzo, independientemente del día que cayera. Con ello, parece que iniciaba una de las tradiciones más identificativas de la futura iglesia católica, pero esto no era otra cosa que una adaptación de una celebración romana. Como lo indica su nombre de "día del Sol" en los idiomas derivados de la lengua germánica, realmente es un día de fiesta pagano que se celebraba en honra del Sol deificado. En latín se solía llamar a ese día: "díes Solis, fue siglos después que se le llamo: díes Domínicus, por orden de Constantino en el año 321. Pero siglos antes, desde que los romanos adoptaron la semana de siete días en el siglo IV AC, ellos consideraban aquel día, el primero de la semana como día dedicado a su principal dios solar.

Así estos obispos occidentales lo que pretendían era adaptarse a los días festivos romanos para comodidad y era una manera de pasar desapercibidos y no llamar la atención celebrando un rito religioso un viernes por ejemplo, pero también había un trasfondo en todo esto, era la aversión al judaísmo, pues fue curioso que en la zona oriental en Palestina y Siria sobre todo parece que por la misma razón que en occidente se empezó a acostumbrar celebrar la pascua cristiana en Sábado. Lógicamente en occidente para no tener nada que ver con el judaísmo, se decidió adoptar el domingo para tal menester, sobre todo después de las revueltas judías de Ben Kosibá que culminaron allá por el 135 con la prohibición y limitación de derechos a los judíos. Algunos cristianos sobre todo en occidente quisieron separarse lo mas posible de estos.

A este mismo obispo Policarpio se le atribuyen decretos especiales relacionados con la conversión de judíos en los que deben abandonar toda costumbre de su cultura, para ser bautizados.
En cualquier caso parecen surgir en Roma, ideólogos occcidentalistas dispuestos a todo para alejarse del judaísmo y si para ello era necesario tomar costumbres grecorromanas en sus respectivas congregaciones, lo hacían ya sin temor a ser considerados apostatas, pues se trataba de la autoridad de los obispos, los representantes del Señor como decía Ignacio.

Así fue como esto desembocaría poco a poco en la una serie de posiciones autoritarias o de privilegios y finalmente da paso a las jerarquías eclesiásticas de los posteriores siglos III y IV . Probablemente dada las responsabilidades que conllevaba pastorear no una sino varias congregaciones, estos llamados "obispos", con el tiempo tuvieron que ser mantenidos económicamente por medio de las contribuciones no obligatorias, pero cada vez mas solicitadas de entre las congregaciones. Convirtiéndose con el tiempo en una posición remunerada y por lo tanto ambicionada y que trajo no pocas pugnas. Se empezaba pues a copiar el modelo romano de gobierno en el cristianismo, algunos quisieron luchar contra esta tendencia y fueron criticados y maldecidos siglos después.

Lo cual no quiere decir que ya se había convertido Roma en el centro del cristianismo. Para el año 136, en tiempos de Adriano, Roma todavía no era la ciudad mas importante del cristianismo, pues el hecho de ser el centro del imperio significaba que allí era donde mas perseguidos estaban siendo, difícil era por lo tanto, exponer a la cabeza de la congregación a tal riesgo en una ciudad donde serán constantes las redadas de cristianos.

Adriano, del que se dice que fuera un emperador deseoso de paz, pues renunció a las conquistas que había hecho Trajano allende el Éufrates. Sin embargo era celosísimo también de la paz interior y la unidad de su imperio, por ello sofocaba con suma severidad cualquier movimiento que el pensara que la pusiera en peligro. Fue el causante de apagar de forma atroz el levantamiento de los judíos liderados por Bar-Khoba en el 135, con una matanza de 180.000 personas y vendiendo como esclavos a los prisioneros. Persiguió implacablemente a los cristianos, porque veía que ganaban cada vez más terreno y que se estaba dividiendo en dos la sociedad romana. Emprendió, pues, la conocida como cuarta persecución, que dejó tras sí innumerables cristianos muertos sobre todo en la capital del imperio..
Por esa causa, difícilmente sería posible que desde esa ciudad se pudiera dirigir la congregación, bajo esas condiciones no seria viable. No obstante, dado que era un centro neurálgico de ideologías y religiones, el cristianismo romano si se vio afectado por las influencias externas y poco a poco se iban filtrando desde allí ciertas tendencias peligrosas para la pureza del cristianismo.

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